Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección TECNOLOGÍAS

Sacad los móviles, vamos a escribir

Javier Fernández Delgado

Javier Fernández Delgado

Fue docente de Educación Secundaria.

Editor público, experto en edición digital.
Consejería de Educación, Juventud y Deporte de la Comunidad de Madrid.

Publicó Sacad los móviles, vamos a leer, en el número anterior de la revista Letra 15.

javier.fernandez@madrid.org
lectodigitantes@gmail.com

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Resumen / Abstract

Resumen.

Este artículo se ocupa de la descripción de los nuevos elementos materiales de la escritura digital móvil y propone algunos usos didácticos de los mismos. Teléfonos inteligentes, pantallas capacitivas, aplicaciones de mensajería y notas, teclados virtuales y las diferentes modalidades de escritura que posibilitan, redes informáticas, Internet y el hipertexto: todo este repertorio de herramientas permite nuevos enfoques tanto para la escritura diaria como para la literaria. Algunas prácticas digitales de escritura se han transformado en géneros literarios, como el chat, el blog o el wiki, que se exploran con detalle. Se proponen visitas de geografía literaria, dirigidas a alumnos y profesores de Bachillerato y en las que se entrelazan Lengua, Literatura e Historia, a varias localizaciones en Madrid descritas por sus grandes narradores, Galdós, Baroja, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez. Se opta por la forma dialogada y la descripción dramatizada de las formas pedagógicas. Hace falta pensar, hace falta saber.

Palabras clave: libro, lectura digital, escritura digital móvil, teléfonos inteligentes, didáctica, educación, lengua española, literatura, geografía literaria, Benito Pérez Galdós, Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, Ramón M.ª del Valle Inclán, ejercicios prácticos, chat, blog, wiki, autoedición, aplicaciones informáticas.

Take out your phones, let's write

Abstract.

This article deals with the description of new material elements in digital writing in mobile devices, and it proposes some of its didactic uses. We show a catalogue of tools that enable new approaches to daily and literary writing: smartphones, touchscreens, messenger and note apps, virtual keyboards and the different sorts of writing that they allow, Internet and hypertext. Some of these digital writing practices have transformed literary forms such as chats, blogs or wikis, new genres on which we focus. We propose visiting tours on literary geography aimed at baccalaureate pupils and teachers alike, and we make a trip to Madrid’s locations described by Galdós, Baroja, Valle-Inclán or Juan Ramón Jiménez, intermingling subjects like Spanish, Literature and History. As a pedagogical way we choose the conversational format and the dramatic description. You have to think, you have to know.

Keywords: book, digital reading, mobile digital writing, smartphones, didactics, education, spanish language, literature, literary geography, Benito Perez Galdós, Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, Ramón M.ª del Valle Inclán, Madrid, practical exercises, chat, blog, wiki, autopublishing, informatic apps.

In Memoriam

A Miguel García-Posada.

 

Porque te sé decir que, aunque me costó algún trabajo componerla, ninguno tuve por mayor que hacer esta prefación que vas leyendo. Muchas veces tomé la pluma para escribille, y muchas la dejé, por no saber lo que escribiría; y, estando una suspenso, con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete y la mano en la mejilla, pensando lo que diría, entró a deshora...

Prólogo de El Quijote.     

 

1. Prefación

Qué frases tan enjundiosas. Cervantes, como tantas veces, nos muestra el buen camino. La escritura es una combinación de elementos materiales, la mano, el papel, la pluma, el bufete, la mejilla incluso, y elementos inmateriales, el saber, el pensar, el estar suspenso. Cuatro siglos después de sus palabras, la escritura está entrando en una fase nueva, febril, que para abreviar llamaremos escritura digital móvil, que se presenta con nuevos elementos materiales, los teléfonos, las tabletas, las pantallas capacitivas, los estilos, las aplicaciones de chat, notas o correo, los teclados virtuales, la redes informáticas, Internet, el hipertexto... Los elementos inmateriales, sin embargo, son los mismos: el pensamiento, el saber, la actitud reflexiva que precede al acto de escribir, el suspenso.

Este artículo se ocupa de la descripción de esos nuevos elementos materiales de la escritura digital móvil y propone algunos usos didácticos de los mismos. Se intenta ser preciso en la terminología, inventándola si faltara, como vía para obtener un pensamiento claro dentro de un ambiente general un tanto confuso, en el que estamos inmersos sin saber muy bien porqué, arrastrados a prácticas que no elegimos debidamente, sino que se nos imponen. Escribimos en los teléfonos y tabletas porque no hay otro remedio, tenemos la sensación de ir al retortero, como precisa el diccionario, escribiendo sin sosiego de aquí para allá. Malescribiendo, dirían algunos.

A la hora de juzgar lo que está ocurriendo, se presentan muchas posturas, pero nosotros no simpatizamos con algunas de ellas. Nos disgustan los apocalípticos que alertan del fin del mundo, del fin de la lectura y de la escritura, sin realmente entender lo que pasa ni intentar comprenderlo. Rechazamos también a los pasivos y a los tibios que dicen «¿qué más da una cosa que otra?»; por el contrario, en los detalles suele esconderse lo más importante. Nació, vivió y murió. Ya, pero ¿qué ocurrió entretanto? Escribir es escribir, ¿no?, ¿qué más da dónde o cómo se haga?, dicen sin pensar ni saber.

En contraste con los anteriores, nos identificamos con los curiosos, con los que buscan comprender y gustan de encender luces más que de certificar la oscuridad de nuestros tiempos, siempre peores que los pasados... Al igual que con la lectura, como decíamos en el artículo anterior Sacad los móviles, vamos a leer, creemos que estamos entrando en una edad de oro de la escritura, en la que escribir es más fácil que nunca, más interesante y más útil y necesario que en los tiempos anteriores. Pensamos que el escritor tiene al alcance de su mano un espléndido repertorio de herramientas, digitales y móviles sobre todo, que pueden lograr lo que antes no era posible: difundir a los cuatro vientos lo que se escribe y alcanzar a los lectores, dispersos por todas partes y escondidos a nuestros deseos, donde más les gusta o les duele, en sus aficiones más personales, a veces difíciles de compartir por falta de interlocutor o de compañía.

Ahora, el escritor puede encontrar más fácilmente a su lector, precisamente porque este sabe que no está solo, que hay otros que expresarán con palabras lo que él sabe íntimamente, pero desconoce cómo transcribir. Bastará con buscar en la red y ambos se encontrarán, tarde o temprano. Los bosques inmensos que antes separaban a lectores y escritores se han encogido, y unos u otros tienen más razones que nunca para practicar lo que tanto les apasiona. Y no nos referimos a la escritura literaria sino más bien a la escritura diaria, a la que todos practicamos todos los días, con familia, amigos y conocidos, con compañeros o desconocidos ocasionales con quienes interaccionamos en los chats, el correo, los blogs, las redes sociales, la oficina, el aula. Al final del día, más bien estamos agotados de tanto leer y escribir que de no hacerlo; el ansia de seguir leyendo y escribiendo solo se calma con el sueño.

¿Podemos escribir mejor? Creemos que sí, y que este artículo puede ayudar a los que sinceramente lo intenten. ¿Qué es lo propio de la escritura digital móvil? Desde luego al menos la combinación de estos cuatro elementos, que desarrollaremos más adelante:

  • Movilidad
  • Corrección inmediata
  • Posibilidad de compartir
  • Hipertexto

Pero el escritor, diario o literario, no puede evitar el «suspenso» cervantino recurriendo solamente a las herramientas de escritura, ya que estas no escriben por sí solas, aunque ayudan, y mucho. Hay que pensar, hay que saber, como señala Cervantes.

Como hicimos en el artículo antecedente sobre la lectura, nuestras reflexiones teóricas terminan por el momento aquí, en el «prefación», y continúan al final, en el «postfación», por seguir el juego a Cervantes. Entre medias se encuentra la parte nuclear de nuestro artículo, su verdadera razón de ser, la dramatización de varias sesiones docentes en las que se puede observar de forma práctica cómo puede ser el uso didáctico de las herramientas digitales de escritura móvil. Esa dramatización no ha ocurrido, no recoge diálogos naturalistas, es solo una simulación, pero podría muy bien ocurrir así, o con otros autores, otros textos, otros puntos de la muchas geografías y geologías literarias posibles.

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2. Dramatización

Cuatro sesiones de clase del profesor con sus alumnos, unas en el aula y otras más allá de ella, concentran el juego dialéctico; cuatro escenas en las que se recorre completo el camino del aprendizaje de las principales habilidades avanzadas de escritura digital móvil.

 

2.1. Escena primera. En la Plaza Mayor: el «genuino Madrid» galdosiano

—Reunámonos bajo esos soportales, a la sombra, pero con toda la Plaza Mayor a la vista y disfrutemos del «genuino Madrid». Así llama a este espacio un antiguo director del Instituto Beatriz Galindo, profesor de Lengua y Literatura en Bachillerato y crítico literario de altura, además de autoridad mundial en García Lorca. Me refiero a Miguel García-Posada, hoy en el Parnaso, que escribió un notable librito de bolsillo, editado por la Comunidad de Madrid, titulado Guía del Madrid galdosiano. Es este que os muestro.

Ficha catalográfica en PublicaMadrid de la Guía del Madrid galdosiano (2ª edición

Buena parte del contenido son ilustraciones, mirad, unas actuales y otras de época, de la segunda mitad del siglo XIX. Contiene planos, pinturas, estampas, dibujos, fotografías, que ayudan al lector a viajar a otra época. Porque de eso se trata, de un artefacto para realizar viajes en el tiempo, como la Tardis.

—Profe, ¿tú también ves la serie Doctor Who?

—Yo también la sigo, profe, con subtítulos, y me encanta la Tardis. Para el que no lo sepa, que veo por ahí caras de asombro: por fuera parece una de esas cabinas telefónicas de las calles inglesas, pero por dentro es una nave espacial y temporal, de tamaño inmenso.

—Muchas gracias por las aclaraciones, chicos. Este librito también es más grande por dentro que por fuera. Lo habitan dos voces: una es la del gran escritor Benito Pérez Galdós, del que se ofrecen textos seleccionados; otra es la del antológo y comentarista, García-Posada, que crea el hilo conductor, redacta unas entradillas y sitúa cada texto de Galdós en un contexto a propósito.

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2.1.1. El formato pdf de lectura

Por favor, sacad los móviles. Acabo de enviar a nuestro grupo de WhatsApp de clase el enlace a la página de PublicaMadrid donde se encuentra la ficha de la obra, la segunda edición es la que nos interesa, y donde también aparece el enlace para descargar una versión digital en pdf.

Ficha catalográfica en PublicaMadrid de la Guía del Madrid galdosiano (2ª edición

Ahora, examinad conmigo la ficha catalográfica de la obra: tiene como referencia catalográfica identificadora el número 01795; es la segunda edición de la obra, ya que la primera se agotó; su autor, el ya mencionado; este título es el número 21 de la colección Biblioteca Madrileña de Bolsillo —fijaos qué pequeño es, hace honor a su nombre, algo más grande que un móvil, pero menor que una tableta pequeña—; lo edita la Consejería de Educación, Juventud y Deporte de la Comunidad; sus etiquetas temáticas remiten al turismo, cultura, educación secundaria; se editó en 2008 —vosotros casi no habíais nacido...—

—No te pases profe, que seguro que tú entonces todavía tenías pelo.

—Qué va, ya lo había perdido casi todo. Sigamos, la obra alcanza las 141 páginas y el ejemplar en papel vale 6 euros.

—No es caro, profe.

—No, no lo es. Pero nosotros no queremos de momento adquirir un ejemplar de papel, sino consultar unos datos concretos. Vamos a hacer otra cosa: bajaremos la versión digital a nuestro terminales, la abriremos, leeremos algunos textos y usaremos la obra como referencia para un trabajo de investigación que os voy a encargar, como ya sabemos.

—¿Pero no habíamos venido a pasear por el Madrid galdosiano, a buscar evidencias?

—Exactamente, a la vez que paseamos investigaremos, leeremos, escribiremos, sacaremos fotos y muchas cosas más; exprimiremos los teléfonos móviles como si fueran limones mientras recorremos el Madrid de Galdós.

—Pues seguro que el zumo de móvil sabe dulce, profe, y combina con los refrescos gaseosos de las tabernas del centro.

—No vas descaminado, el personaje Feijoo, que es un trasunto del propio autor, vivía en la calle Tabernillas, no muy lejos de aquí. Está bien. No perdamos el rumbo. Volvamos a la pantalla del móvil y pulsemos en el hipervínculo Digital: acto seguido comenzará a descargarse el archivo en el telefonillo. ¿Veis la flecha en la barra de notificaciones? Ocupa 2 Mb, tarda únicamente unos segundos en bajar una copia.

—El mío me dice que ya está descargado.

—Pues pulsemos en la frase Descarga completa; se nos presenta una pantalla que nos pregunta con qué aplicación queremos abrir el archivo. Escojamos, por ejemplo, Adobe Reader.

Lista de acciones Acrobat Reader

—Profe, lo he abierto y no se capta nada, todo es minúsculo.

—Es cierto, la pantalla del teléfono móvil es demasiado pequeña para apreciar bien las letras en la vista de página completa: en este caso, tiene un tercio de la superficie lectora del librito

Ficha catalográfica en PublicaMadrid de la Guía del Madrid galdosiano (2ª edición

Para poder leer el pdf hay que hacer zoom: utilizar el gesto de pinzar con los dedos en la pantalla y separarlos para ampliar la zona. Vayamos a la página 15 de la obra, donde se explica a través de personajes en qué consiste el «genuino Madrid» galdosiano. También hay un plano de la época, en el que se aprecian la Puerta del Sol, a la derecha de la imagen, y la Plaza Mayor, donde nos encontramos ahora, a la izquierda. Hagamos pinza en la Plaza y ampliemos, para ver los detalles: a lo mejor aparecemos nosotros. Mirad, estamos debajo de la M de Mayor, junto al Arco de Cuchilleros.

Plano Plaza mayor

Dice así García-Posada:

Para recorrer Madrid de la mano de Galdós este párrafo es muy útil, delimita el que era para él el genuino Madrid: Madrid de los Austrias, nacido y crecido en los siglos XVI y XVII, Madrid de la plaza de Oriente y el Palacio Real, Madrid que admite la Puerta del Sol pero que pierde su nombre cuando nos adentramos en el entonces moderno barrio que construía el gran financiero de la época, el marqués de Salamanca, a quien se debe el hoy famoso barrio de su nombre, y que la protagonista ve como una sacramental, esto es, un cementerio.

Ya veis, cómo cambian las cosas.

Pero continuemos con nuestra obra de referencia, la Guía galdosiana. Ya sabemos que la lectura móvil prefiere otros formatos de archivo diferentes al pdf, que es más bien un formato, eso sí magnífico, para conservación o impresión de la obra original, como hemos podido comprobar. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, posee una Biblioteca Virtual que reúne todas las versiones digitales u obras ya nacidas digitales que ha editado, con un predominio casi absoluto del formato pdf.

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2.1.2. El formato epub de lectura

Sin embargo, el formato epub es uno de los formatos preferibles para la lectura móvil, ya que el texto fluye (reflow), adaptándose siempre al tamaño exacto de pantalla. PublicaMadrid ofrece también, como algo excepcional, la descarga de la Guía del Madrid galdosiano en ese formato de archivo. Os envío el enlace al grupo: por favor, descargadlo también.

—Ya está profe.

—Yo también lo tengo.

—Bien está. Pues pulsamos encima para abrirlo y poder leer. Se ofrecen, como siempre, varias posibilidades: escogemos la aplicación de lectura móvil que usemos habitualmente, o bien cerramos la oferta y vamos a la aplicación, y desde ella abrimos el archivo. Por ejemplo, usamos Cool Reader.

La portada, claro está, es la misma que la del pdf, que a su vez es una versión digital idéntica al original de papel. Sin embargo, si vamos avanzando pantallas (aunque parecen páginas) en el libro electrónico en epub de la obra, mediante el gesto de deslizar el dedo, la cosa cambia: el tipo de letra, su tamaño, la cantidad de texto que cabe en una pantalla, la forma en la que se visualizan las imágenes... es diferente. Propiamente dicho un libro en formato epub no tiene paginación, ¿o sí?

—No, profe, no tiene un número fijo, como el papel, porque depende del tamaño que se ponga a la letra. Tiene número variable de pantallas; por ejemplo, en mi terminal pone que estoy en la 82 de 324.

Pantalla de la edición en epub con la imagen de la Cava de San Miguel, que es la 82 de 324.

—Exacto, ya veo que todos sabéis esto de carrerilla. Las hermosas imágenes también están, aunque aparecen más pequeñas y para verlas más grandes hay que hacer una pulsación larga o una doble pulsación sobre ellas. Luego se puede arrastrar con la yema del dedo para moverlas e ir recorriendo los detalles. Ahora estoy observando la imagen de la escalera de la —¿quién sabe?— casa donde vivía Fortunata. Por la ventana se ve la Cava de San Miguel.

Posible casa de Fortunata. escalera enla actualidad

—Mola, profe: estoy fijándome en el plano parcelario antiguo de la Plaza Mayor, y creo que en los soportales asoma una calva, a lo mejor es la de Galdós.

—Es la mía, no os confundáis. Vamos a hacer un repaso del plan que hemos diseñado para practicar la geografía literaria y hacernos una composición de lugar.

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2.1.3. Las ocho fases de la geografía literaria

¿Eran ocho fases? Veamos. Voy al hipervínculo donde tenemos almacenado el documento con la descripción de las diferentes fases. Id también vosotros, el enlace está en un mensaje del otro día, cuando vimos este tema por primera vez.

Fase 1ª: lecturas de Galdós en el aula, con inmersión directa en su mundo literario y sin paracaídas. Hecha, «fecha», como dirían en el Siglo de Oro.

Fase 2ª: documentación sobre el autor, su obra y algunos personajes principales. Ahora se entienden mejor las lecturas, ¿verdad? La novela realista, en la senda de Cervantes; Fortunata y Jacinta, Misericordia; tramas principales, protagonistas. Los más valientes, segunda lectura de los textos seleccionados. ¿Estado?

—«Fecha», profe.

—Fase 3ª: fuera del aula, donde estamos. Ambientación, viaje en el tiempo. Recogida de evidencias. Impresiones literarias de los lugares evocados: geografía literaria.

—Profe, menuda manera de describir las cosas, todo frases cortas, sin construir bien las estructuras sintácticas, con omisiones, pareces uno de nosotros.

—Tienes razón, el deprisa deprisa es mal consejero. Fase 4ª...

—Pero no has explicado bien la 3ª, lo que vamos a hacer ahora.

—Está bien: Fase 3ª. Se realiza fuera del aula. Incluye la visita a ciertos lugares literarios, tomando como guía algunos textos seleccionados de Galdós que os daré, y la recogida de datos e impresiones in situ, como por ejemplo anotaciones personales, fotos y ubicación, todo ello utilizando el móvil como herramienta de escritura. Visita de tres lugares, solos o acompañados. Recopilación de datos, toma de notas en borrador, mediante escritura digital, para reutilización posterior.

Más tarde, cuando terminemos estas explicaciones, haremos una práctica todos juntos que sirva como ejemplo y después os podréis dispersar por grupos para realizar los recorridos. ¿Estado? ¡En curso!

Fase 4ª. Fuera del aula. Primera publicación, en el grupo de clase de WhatsApp: cada mensaje de un redactor, es decir cada uno de vosotros, incluirá una frase de Galdós seleccionada por uno mismo (entrecomillada), foto o fotos del lugar y su ubicación geográfica exacta, con un comentario personal en borrador, de dos párrafos. Lo justo para que quede constancia y sea testimonio rápido de la visita y de vuestra impresión al contrastar el texto descriptivo de Galdós de 1887 y la realidad de las calles en 2014.

Fase 5ª. En el aula. Redacción definitiva individual, mediante escritura digital, que incluya todos los elementos, una vez reelaborados y corregidos. Género: geografía literaria.

Fase 6ª. En el aula. Publicación de vuestro texto durante esa misma sesión, en el grupo de clase de WhatsApp.

Fase 7ª. Lectura colectiva digital móvil de todos los textos definitivos por todos los participantes.

Fase 8ª. En el aula. Puesta en común hablada con elaboración de las conclusiones correspondientes. Comentarios escritos y valoración personales.

—El resumen, profe, es que hoy haremos las fases 3 y 4 y mañana las cuatro restantes.

—Ojalá sea así y todo vaya sobre ruedas. Ya sabéis que los profes tenemos ciertos reparos a las salidas fuera del aula, por lo fácil que es dispersarse y que se pierda la atención...

—Pero también hay mucho que ganar, ¿no?

—Claro, nada menos que vivir la Literatura y la Historia, ¿te parece poco? Y hablando del rey de Roma, por allí aparece vuestro profesor de Historia, tal y como habíamos quedado, que se suma a nuestro grupo de geógrafos literarios.

—¿Qué tal chicos, ya habéis encontrado a Estupiñá?

—Qué va, estamos con los aperitivos. Venga, profe, espabila, que nos queman los móviles en las manos.

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2.1.4. Textos para geografías literarias galdosianas

—Eso es bueno, muy bueno, tenemos una excelente motivación aquí. Prosigamos. Hemos seleccionado siete grupos de textos procedentes de Fortunata y Jacinta, Misericordia y el tercer Episodio Nacional, El 19 de marzo y el Dos de Mayo, que se pueden encontrar y leer, con una glosa del antólogo que les da el contexto, en la Guía del Madrid galdosiano. Os envío al grupo de chat el hipervínculo a la página web de la clase donde se encuentra el índice de textos. La leo y comento brevemente.

  1. Plaza Mayor, matriz. Juanito Santa Cruz, conoce a Fortunata cuando va a visitar a Plácido Estupiñá, que está enfermo. En capítulo 3, página 38. Esta visita la haremos todos juntos dentro de muy poco.
  2. En torno a la Plaza del Progreso, hoy Antón Martín. Paseos de Fortunata, incansable andariega. En capítulo 2, página 24.
  3. En torno a la calle de Toledo. Callejera, soñadora Fortunata. Nuevo encuentro con su amante, En capítulo 2, página 27.
  4. Calle de Toledo, historia y vida. Jacinta, de compras. En capítulo 4, página 52.
  5. Puerta del Sol. Gabriel Araceli vive el Dos de Mayo de 1808. En capítulo 4, página 57.
  6. Las calles de la miseria. Benina y la mendicidad en el entorno de la Parroquia de San Sebastián. En capítulo 9, página 97.
  7. Las calles del Cuarto Estado. Jacinta caritativa en el Rastro y miseria en los barrios pobres. En capítulo 9, página 107.

Además, mediante el navegador del móvil podréis ver el plano que he preparado donde se indica la posición de los sitios, para que podáis orientar vuestros paseos. Todo está cerca, como para ir andando. Solo el Rastro, al sur, queda un poco más apartado. Esa estatua que veis enfrente es Felipe III, que también aparece señalada en el plano.

Ficha catalográfica en PublicaMadrid de la Guía del Madrid galdosiano (2ª edición

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2.1.5. Visita galdosiana 1. Plaza Mayor, matriz.

Vamos a acercarnos hacia los soportales occidentales de la Plaza, pero sin entrar en ellos. Plácido Estupiñá, el comerciante de telas que prefería hablar a despachar a sus clientes, vivía en el cuarto piso por la Plaza y en el séptimo por la Cava de San Miguel, que se encuentra detrás y que, dado que por aquel entonces «no existían en Madrid alturas mayores», era algo extraordinario.

Salgamos por el Arco de Cuchilleros y disfrutemos de los entonces rascacielos de Madrid, hacia 1869, cuando Galdós sitúa el momento en el que Juanito Santa Cruz, el Delfín, enviado por su madre para visitar al enfermo Estupiñá, se encuentra en una escalera con Fortunata y quedan prendados el uno del otro.

Por favor, escuchemos todos con atención y lee tú en voz alta desde «Vivía Plácido...».

[...]

Muy bien. Pasemos ahora a la fase 3ª, de documentación. Lo primero es crear la nota donde vamos a ir incorporando información. La escribimos, por ejemplo, en una nota de la aplicación Keep. Como título redactamos la denominación de la visita: 1. Plaza Mayor, matriz. En el cuerpo de la nota incluimos una frase que seleccionamos del texto galdosiano, con una pulsación larga y opción copiar, y luego la pegamos en la nota, con la opción pegar tras otra pulsación larga. Por ejemplo «Vivía Plácido en la Cava de San Miguel».

A continuación recorremos la zona y hacemos una fotos, en el libro hay algunos ejemplos orientativos. A la vez, anotamos impresiones sobre lo que vemos hoy día, la gente, los establecimientos, los sonidos, la luz, lo que se oye hablar; volvemos a la Plaza para contemplar la otra perspectiva, imaginamos al señorito burgués, el Delfín, y a la moza, Fortunata,«que tenía un pañuelo azul claro por la cabeza y un mantón sobre los hombros» y que era «linda» e iba tan bien calzada...

—Permitidme que intervenga como profesor de Historia, para ofreceros un contexto a esta visita literaria. Galdós fue evolucionando a lo largo de su vida, y de estar interesado sobre todo en la nueva sociedad burguesa pasó a explorar los mundos de la miseria, que convivían con la anterior y en su interior. Galdós, sin embargo, siempre fue demófilo: simpatizaba con el pueblo, y Fortunata, «Afortunada», es un personaje extraordinario que nos habla de la visión de la sociedad que tenía el autor. A pesar de las penalidades por las que tienen que pasar, es una gran defensora del verdadero amor, es generosa y tiene una gran idea, que será la clave para solucionar la falta de heredero de la familia Santa Cruz. Cuando Galdós escribe, hacia 1886, con una sensibilidad abierta a todos los grupos sociales, la novela realista es capaz de reflejar esa panorámica y es una herramienta valiosa como fuente histórica, como se ha demostrado repetidas veces. El Madrid de Galdós es equiparable al París de Balzac o al Londres de Dickens.

Pero además de su interés por su propia época, que recoge en las «novelas contemporáneas», Galdós es un devoto de la Historia con mayúscula, porque cree que ella, a la que llamará alegórica y familiarmente Mariclío —de María y de Clío, la musa clásica de la Historia—, posee la explicación de las cosas que suceden. De ahí que acometa la serie de los «Episodios Nacionales», desde lo que considera el momento fundacional de la nación española, el Dos de Mayo de 1808 en adelante, episodio que su protagonista, Gabriel Araceli, vive en primera persona en la Puerta del Sol, y que hemos recogido en la visita 5, que os recomendamos que no falte en vuestro intinerario, si no hoy, otro día.

—Muy interesante que traigas a cuento la demofilia de Galdós: esa actitud nos puede ayudar mucho a la hora de captar las realidades actuales en los mismos espacios literarios que él describe. Pensad, chicos, que en alguna parte está tomando notas el Galdós de nuestros días, el que nos retrate para la posteridad.

—Pues voy a ser yo, profe, que tengo buen estilo y fino olfato para los matices.

—Pues que así sea. Tened presente cómo crea Galdós, cómo crea Baroja: pasean las calles, miran, escuchan, observan sin descanso, charlan, para aprender el habla de las gentes, sus gestos, sus pensamientos y motivaciones; toman notas sobre la marcha y redactan y corrigen en casa. Venga, dad un garbeo, nos reuniremos aquí de nuevo dentro de quince minutos, para comenzar la fase siguiente.

[...]

—¿Recordáis bien en qué consistía la fase 4ª, de primera publicación? Por los gestos observo que no vendría mal recordarlos. Hay que enviar un mensaje de WhatsApp con cuatro elementos:

  1. Frase de Galdós, entrecomillada
  2. Fotos
  3. Ubicación
  4. Comentario personal en borrador

Adelante, poneos a ello, sin prisa, tenéis otros diez minutos. Estamos todos impacientes por leer lo que se os ha ocurrido.

Vaya me acaba de llegar la primera colaboración: tiene los cuatro requisitos y no está nada mal.

Escalera de 120 peldaños
Escalera de 120 peldaños 2

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2.2. Escena segunda. En el aula: Galdós, la escritura digital móvil y el chat

(Del ingl. chat; propiamente 'charla').

1. m. Inform. Intercambio de mensajes electrónicos a través de internet que permite establecer una conversación entre dos o varias personas.

2. m. Inform. Servicio que permite mantener conversaciones mediante chats.

Chat, en DRAE (2014, 23ª ed.)     

 

—He leído con mucho gusto y provecho vuestros primeros mensajes sobre nuestros paseos literarios. La cosa promete. Hoy continuaremos con las fases siguientes de nuestro plan, redacción, publicación, lectura colectiva y comentario y valoración.

—Profe, ¿no vamos a comentar los mensajes que enviamos el otro día?, algunos son geniales.

—Desde luego que lo son, pero tenemos que avanzar. El núcleo al que vamos a dedicar la sesión de hoy es el uso de las herramientas digitales de escritura, un tema que ya os debe ser familiar por las lecturas recomendadas que indicamos el otro día. ¿Quiere alguien recordar los conceptos principales?

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2.2.1. Escritura dibujada, escritura tecleada y escritura dictada

—Yo mismo, profe. Se recomendó la lectura de varias entradas del blog Lectodigitantes. La primera se titula Escritura dibujada, escritura tecleada y escritura dictada y versa...

—Muy bien plantado ese verbo.

—Gracias, profe. Versa sobre las tres formas fundamentales de la escritura digital sobre la pantalla: dibujar los caracteres de las letras, pulsar las teclas de los caracteres o utilizar la voz para que luego una aplicación convierta el sonido en texto que se pueda leer. Al final siempre obtenemos texto para leer.

—Así es, pero hay que hacer aquí una importante observación, que da lugar a muchos equívocos a quien no está familiarizado con lo digital. Hay dos tipos de texto para leer, ambos digitales:

  • Texto tipo imagen, como una foto que sacamos de un cartel o una nota con nuestra propia letra.
  • Texto electrónico, bits que se forjan en la pantalla, con apariencia de letras, pero que se pueden buscar, seleccionar, copiar y pegar.

La imagen, en principio, no permite estas posibilidades que menciono, por ello siempre es preferible el texto electrónico al solo imagen.

Hay, sin embargo, un formato de archivo, el pdf, que parece violar este principio. El truco está en que el pdf tiene capas, como una cebolla: en una capa, la visible, puede estar una imagen, como la fotografía de una página que hemos escaneado de un libro antiguo, y debajo, invisible, otra capa con el texto electrónico, buscable y copiable. La guía galdosiana que manejamos el otro día es así, tiene ambas capas. Pero esa ventaja de aportar la imagen de la página se vuelve un inconveniente para la lectura móvil, ya que el texto no fluye sino que se escala.

Sin embargo, si abrimos la Guía galdosiana en formato epub veremos que todo es texto electrónico, con imágenes concretas salpicando la obra. La aplicación de lectura permite escoger el tamaño de letra sin que se pierda nada de vista, ya que todo se encaja en la pantalla; permite seleccionar texto (con doble pulsación o pulsación larga), añadir marcadores, copiar y pegar, compartir con otra aplicación, etc, como ya sabemos.

Si todo esto es importante para leer, imaginaos para escribir.

No queremos escribir imágenes de texto, como si fuera escritura sobre papel, sino texto electrónico, que es el más móvil de todos.

—Sí, profe, pero los exámenes y los apuntes son en papel y cada vez se escribe peor, dice mi madre. Habría que volver a la caligrafía, ¿no?

—Qué cachondo eres. Lo que cuentas es verdad, pero la solución no está en volver a la pluma y el tintero, sino en escribir mejor con las herramientas disponibles hoy día. De eso trata lo que hacemos hoy. Hay que aprender un poco de lenguaje HTML, en el que está escrita la red, las webs, los blogs, los wikis, los epub y la mayor parte de los documentos de texto electrónico, lo que ocurre es que no lo vemos, ya que las herramientas de lectura y de escritura ocultan ese código, algo farragoso para trabajar directamente con él, en favor de la claridad y facilidad. Pero igual que debajo de la piel están los órganos y los huesos, debajo de cualquier texto hay código HTML, la verdadera lengua internacional del planeta Tierra. Y, por sorprendente que parezca, ese código fue un regalo que hizo Tim Berners-Lee, su creador, a los habitantes del planeta azul, para que pudieran conectarse y comunicarse entre sí. Cada vez que escribimos en un teclado lo estamos usando.

—Pues yo, profe, y creo que todos nosotros, escribimos más rápidos en el móvil que sobre el papel.

—¿Estás seguro? Eso es muy interesante.

—¿Echamos una carrera, entre todos?

—No digo que no, pero en otro momento. Tomo nota de la sugerencia. ¿Alguien puede comentar qué es eso de la escritura digital móvil, que era el título de otra entrada recomendada del blog Lectodigitantes?

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2.2.2. La escritura digital móvil

-Yo mismo, profe. El artículo insiste en que vivimos una época en la que la escritura está recuperando la movilidad que tenía cuando las generaciones anteriores llevabais siempre encima una libretita y un boli, para apuntar todo lo que se os ocurría, que debían de ser un montón de cosas. Con los ordenadores de escritorio se perdió la movilidad y ahora los teléfonos y tabletas la recuperan.

—Y la llevan más allá, habría que añadir, donde nunca antes se había podido llegar, ya que lo escrito se puede compartir y enviar de una forma sencilla, masiva y barata.

—Mi abuelo cuenta que cuando eran novios y estaban separados, se escribían cartas él y mi abuela, su novia, todos los días y de varias cuartillas, como le gusta decir. Ahora eso no es gran cosa, con tanto chat y mensajeo, le voy a decir.

—Tú no tienes novia, ¿a quién vas a escribir y que te escriba?

—Pensaba hacerlo a la tuya, que me gusta mucho su bigote.

—Vale, vale, esto se va pareciendo a un diálogo galdosiano, pero sin su gracia.

—Tampoco ha estado tan mal, profe.

—Yo he sonreído.

—Y yo casi me río, si no fuera por el hipo.

—Está bien, payasos, vamos a ver si conseguimos aplicar tanto ingenio como demostráis en el diálogo, en la redacción final que tenéis pendiente —fase 4ª— sobre nuestras visitas literarias del otro día. Sacad los móviles, vamos a escribir. Abrid la aplicación Keep, que contiene las anotaciones de las visitas del otro día. Si pulsamos dentro de una de las notas, se nos presenta el teclado virtual. Una pregunta técnica: ¿hay alguien que escriba mediante dibujo o dictado o todos usáis la tecla?

—Todos tecleamos, profe.

—Pero, ¿habéis probado las otras formas de escritura?

—No hace falta, profe: basta ver cómo escriben los mayores, con un dedo, poco a poco, con la lengua fuera; nosotros vamos como cohetes, con los pulgares, con los dos, por eso vamos el doble de rápido. No hay sistema mejor.

—Ya, comprendo. Parece que ciertos estudios dicen que los jóvenes tienen menos pudor a dictar y a hablarle al móvil, para hacer búsquedas, por ejemplo. ¿Vosotros lo hacéis, escribís pequeños textos con la voz?

—Poco, profe.

—Ya veo. Por otro lado, en los medios se ve estos días publicidad de escritura dibujada, en la promoción de un teléfono que permite escribir con un estilo filo. Dice así en una pantalla de móvil que simula una página de papel rellena de anotaciones dibujadas: «Los españoles echamos de menos escribir a mano» y la etiqueta #vuelveaescribir.

—Profe, salvo el dictado, siempre se escribe a mano, con la tecla también, ¿no?

—Desde luego.

—Profe, me regalaron un boli que en la cabeza tiene una goma para escribir en las pantallas. A veces lo uso, pero solo cuando me acuerdo o lo tengo a mano, pero la verdad es que escribe fatal, prefiero los pulgares.

—Vale, vale, ya volveremos sobre este tema.

—Profe, yo hice una nota de lectura con una párrafo de esa entrada del blog que viene al pelo a lo que estamos hablando. ¿La leo?

—Desde luego.

—Dice así el artículo del blog:

Pero sobre todo, cuenta mucho la experiencia previa escribiendo en teclados digitales, que es la que favorece la pericia. Igual que leer ayuda a leer mejor, a escribir se aprende escribiendo: con la práctica, aprende nuestra memoria humana y aprende también la memoria del terminal, que tiene en cuenta lo que hacemos nosotros o los demás, tanto para corregir lo que vamos tecleando como para prever lo que vamos a escribir.

—Una cita muy a propósito, sí. Los teclados virtuales ayudan a escribir, tienen diccionarios incorporados, aunque no siempre los mejores. Qué necesario sería que la Real Academia Española alcanzara acuerdos con los responsables de las aplicaciones de teclados virtuales, de forma que la escritura predictiva o la autocorrección tuvieran en cuenta la 23ª edición del Diccionario, recién presentada en papel aunque todavía pendiente en digital, y sirviera de guía a los redactores digitales. En estos días se está celebrando el Simposio internacional El futuro de los diccionarios en la era digital, en el que tratarán este tema.

—Profe, ¿puedo contar un chiste de diccionarios digitales? Viene totalmente a cuento.

—Está bien.

—Aquí va, lo reenvío al grupo de WhatsApp.

Chiste

—Muy bueno, tío, pero ¿por qué dices que es de diccionarios?

—Tú prueba a dictarle al móvil y verás que no sabe distinguir...

—Interesante, chicos. A eso se llama el contexto semántico, el significado, que sirve para distinguir qué acepción del verbo se está usando en el habla. Es una de las muchas cosas que tienen que mejorar los teclados virtuales, considerar el contexto...

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2.2.3. La mejor forma de escritura digital

Vamos a hacer una pausa en nuestra charla para recargar combustible de ideas: por favor, leed en el móvil la entrada del blog Lectodigitantes titulada La mejor forma de escritura digital. Luego utilizaremos algunas de las ideas para nuestro objetivo de redactar textos sobre nuestras visitas literarias y publicarlos en el chat.

[...]

—El artículo, profe, describe de una forma sencilla lo que ocurre todos los días: cada uno escribe como puede en los móviles y las tabletas, y la edad condiciona la manera en que lo hace. Nosotros, los jóvenes, solemos usar los pulgares para redactar textos medianos y cortos...

—Mis padres también lo hacen, pero no van tan rápido como yo. Además también les gano en las consolas, que es donde hemos aprendido a teclear así.

—Los míos usan la escritura deslizante y van bastante deprisa, pero les gano.

—Mi abuelo va pulsando tecla a tecla, más lento que el caballo del malo, y casi siempre envía un segundo mensaje corrigiendo los errores del primero, no lo puede evitar.

—Pero vosotros, chicos y chicas de 16 y 17 años, tampoco lo podéis evitar, ¿no?, me refiero a lo de escribir sin tildes y con abreviaturas inventadas.

—Claro, profe, pero es más importante ir deprisa: hay muchos mensajes que leer y muchos que enviar.

—¿Y eso, por qué?

—Porque estamos en muchos grupos de chat: de clase, de amigos, de familia, con nuestros padres, con los colegas del verano, del baloncesto, del ajedrez, del campamento...

—¿Y eso cuántos mensajes supone?

—Mira tus estadísticas, profe, en Ajustes-Info de cuenta-Uso de red-Mensajes enviados y Mensajes recibidos. ¿Qué te sale?

—Pues... 9.383 enviados y 10.111 recibidos. ¿Y vosotros?

—Enviados 39.242 y recibidos 80.955.

—¡Qué barbaridad! Pero los datos dependerán de cuánto tiempo lleves instalada la aplicación, ¿no?

—Eso por descontado. Mira mis datos, profe: 73.476 enviados y 236.988 recibidos.

—¡Será posible! Pero, ¿cuándo atiendes tanta correspondencia?

—Es por los grupos, que hablan muchísimo. Nunca leo todos los mensajes, porque hay demasiados y muchos son tonterías.

—¿Y cómo los distingues?

—Es que hay grupos en los que hay muchísima gente, donde no suelen hablar de cosas interesantes. Esos me los salto.

—¿Y por qué estás en esos grupos?

—Porque el administrador que lo creó me dio de alta y si te sales, te vuelven a meter a no ser que bloquees al administrador. Y no quiero bloquear a gente, porque cuando necesite hablar con esa persona ya no podría.

—Vaya, vaya, qué complejo todo esto.

—¡Qué va, profe! Lo complejo es redactar bien y con las tildes.

—Eso, eso, ahí estábamos: ¿estáis de acuerdo en que soléis escribir de forma apresurada y descuidada?

—Mira, profe, lo importante para nosotros es escribir rápido y que los otros te entiendan, las tildes no son tan importantes.

—Pero es una forma incorrecta de redactar. Además se producen malentendidos...

—Para eso están los emoticonos, como se dice en el artículo. ¿Tú los usas, profe?

—Alguna vez, pero prefiero intentar redactar siempre lo mejor posible, aunque me lleve un poco más de tiempo. Así me aseguro que digo lo que quiero decir y no otra cosa. Eso es lo más importante, más que la rapidez, mucho más.

—No es para tanto, profe, son mensajes privados, no exámenes.

—¡Demonios! No debe haber diferencia: es la acción de escribir y comunicarse, de redactar siempre lo mejor posible. ¿Cómo era la frase del artículo? A escribir...

...se aprende escribiendo. Vale, profe, tomamos nota. Nos esforzaremos en mejorar nuestros mensajes.

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2.2.4. El chat

—Pues vamos a empezar por los textos de nuestras visitas literarias, que vamos a compartir en el chat del grupo de clase. tengo aquí la definición de chat del DRAE 23ª edición, recién incorporada, que los califica como una conversación, una charla, pero electrónica y por Internet. ¿Diríais que es un género literario nuevo?

—A mí me recuerda al diálogo teatral y al de las novelas, pero es diferente, son cartas que van y vienen.

—Sí, una correspondencia, se decía antes. Pero es inmediata, una mensajería instantánea como se llama técnicamente, eso la hace distinta y algo novedoso.

—¿Sabes, profe, que se ha escrito una novela basada en textos de chat? Mi padre se la ha regalado a mi madre.

—¿Y qué obra es esa? ¿Es un libro electrónico?

—No sé, el regalo era un libro de papel. Ahora lo miro en internet y os cuento. Aquí está, se llama Pulsaciones, y es de Javier Ruescas y Francesc Miralles y está en los dos soportes, papel y electrónico.

—Ahora que recuerdo, mi padre le ha regalado a la abuela un libro hecho completamente con mensajes de WhatsApp. La busco en un momento. Se titula Mis whatsapp con Mamá. También está disponible en los dos formatos, papel y ebook; nuevo y además hay algún ejemplar de segunda mano, más barato.

—Son buenas noticias, profe, a lo mejor de las redacciones de nuestras visitas literarias podemos sacar un libro y forrarnos.

—Ese es el plan. Ese y poner las tildes en su sitio, por supuesto. ¿Qué os parece si pasamos a la fase ejecutiva y nos ponemos a redactar los textos definitivos que vamos a a enviar el grupo de chat como trabajo final? En esta Redacción definitiva individual, mediante escritura digital, deberéis incluir el título definitivo de vuestro trabajo sobre cada visita y unos textos que recojan vuestras impresiones sobre la vigencia de las visiones del autor sobre los lugares que describe, lo que hemos llamado una geografía literaria. Los textos aparecerán firmados por cada uno de vosotros en el chat del grupo y no será difícil para el lector, que seremos todos, remontarse algunos mensajes arriba para recuperar las fotos y la ubicación que enviasteis el otro día, en la fase 3ª.

—Profe, sería mejor si el texto final va precedido de una foto, para facilitar reconocer el sitio, que somos muchos escribiendo y nos podemos hacer un lío al leer.

—De acuerdo, es una buena idea.

—¿Podemos usar cualquier forma de escritura?

—Claro, pero no olvidemos que la mejor es con la que te quedas después de probarlas todas. Voy a enviar al grupo un ejemplo que he hecho yo mismo, para que nos sirva de referencia. Primero envío de nuevo la foto más representativa y luego el mensaje: con su título y el texto en párrafo aparte. He escrito cinco párrafos, que sería un mínimo, a ver qué os parece.

Chiste

—Queda bien, profe. ¿Cuánto tiempo tenemos? ¿Diez minutos?

—Más, todo el que se necesite. Podéis seguir después de clase. Nada de correr y dejad a un lado la pesadilla esa de enviar mensajes a velocidad de vértigo. Ahora se trata de redactar un mensaje en borrador con las notas que tomamos en los lugares. Lo revisamos y corregimos las tildes, las construcciones sintácticas y gramaticales y cuando sea necesario hasta quedar satisfechos de la prosa, que habrá de ser tan generosa como la galdosiana. Entonces y solo entonces pulsáis al botón de enviar, para que nos llegue a todos.

—Profe, yo acabo de enviar el mío: será el primero.

—¿Pero no has escuchado lo que he estado diciendo, que nada de prisas?

—No te preocupes, profe, que lo tengo revisado con el diccionario desde el otro día en que casi lo terminé. Voy ahora a por otro, que también tengo casi concluido.

—En ese caso, excelente: tengo muchas ganas de leer qué se os ha ocurrido y que chateemos juntos, aprovechando que el verbo estrena en el DRAE su nueva acepción.

Una última cosa: el próximo día también vamos a pasar la mañana fuera del instituto, iremos de visita al Observatorio Astronómico, acompañados de nuevo por el profesor de Historia. Es necesario que os leáis el artículo del blog Lectodigitantes que ahora envío al grupo de chat, sobre Experimentos de escritura digital 1. Teléfonos, y si hay el ambiente adecuado os animo a que hagáis vuestros propios experimentos con familia, amigos y compañeros, para encontrar cuál de las cinco modalidades de escritura digital móvil es la que más os convence en cada caso. Será interesante comprobar nuestros avances cuando nos enfrentemos a escribir sobre los textos de Baroja. Venga, escribid, y leamos todos.

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2.3. Escena tercera. En el Observatorio Astronómico: Baroja y el blog

(Del ingl. blog).

1. m. Sitio web que incluye, a modo de diario personal de su autor o autores, contenidos de su interés, actualizados con frecuencia y a menudo comentados por los lectores.

Blog, en DRAE (2014, 23ª ed.)    

 

Estamos aquí en el Real Observatorio Astronómico, junto al Parque del Retiro, emblema de la Ilustración y de las luces , para recordar un episodio emocionante de la trilogía de Baroja La lucha por la vida. Trascurre una tarde lluviosa en la que se echa encima la noche, y varios golfos, entre los que se encuentra el protagonista Manuel Alcázar, buscan un lugar donde pasarla, porque muchos no tienen casa ni hogar al que volver. Saltan la tapia del Parque del Retiro y se guarecen debajo de este pórtico en el que nos encontramos y donde charlan para pasar el frío y la tiniebla. Allí, aquí, a la mañana siguiente Madrid amanece poco a poco.

Como dice la canción de Hilario Camacho, ya en el siglo XX, de mi época, en 1981:

Madrid amanece...

En medio de tanta gente,

qué solo estás,

qué solo estás.

Bien, me emociono, chicos, recordando aquellos años.

— Luego la busco en Youtube, profe, seguro que es mazo buena.

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2.3.1. Visita barojiana 1. El Observatorio

—Sí, mazo. Noventa años antes, el golfo adolescente, un poco más joven que vosotros, duerme en este suelo. De mayor se convertirá en impresor, pero ahora es un chiquillo sin futuro, como muchos. No está solo, hay otros, la «golfería», les llama Baroja, algunos verdaderamente unos animales, con criterios morales sin formar. Se acompañan unos a otros, pero en la práctica están abandonados por esa sociedad que no hace nada por ellos y ellos están perdidos en La lucha por la vida, como titula el autor al conjunto de las novelas La busca, Mala hierba y Aurora roja, todas de 1904.

Vamos a leer esos textos de Baroja en el propio lugar que describe. Tal y como hicimos el otro día, os envío el hipervínculo de PublicaMadrid que contiene la ficha catalográfica de la Guía del Madrid barojiano, la última obra que publicó Miguel García-Posada. Hay versión digital en pdf y también libro electrónico en formato epub. Bajad las dos al móvil, por favor, que las vais a necesitar.

Chiste

El capítulo primero se dedica a la «errancia» madrileña, como la llama García-Posada, utilizando un neologismo que no está en el DRAE, pero que no necesita explicación. Inmigración, mendicidad, paro, miseria humana, Corte de los Milagros, donde no había trabajo, y la gente, vagabundos, pillos, delincuentes, gente encanallada, criminales, andaban a «la busca»... de algo para poder continuar. Malvivían en casuchas y corralones de los barrios del sur de Madrid, lejos del centro burgués y pequeño burgués que era el genuino Madrid galdosiano. Todos luchaban por la vida, como podían, que era la perspectiva pesimista que lo llenaba todo en la época.

Avanzad las páginas o pantallas del libro hasta llegar al apartado «Los golfos en el Observatorio», en la página 45 del pdf, y leamos juntos. ¿Alguien se anima a hacerlo en voz alta?

—Yo, profe, que ya lo he encontrado y tengo voz de trueno.

En sus vagabundeos por Madrid, Manuel y sus colegas transitan los lugares más inesperados...

[...]

Echaron todos a correr hacia la ronda de Vallecas. Por encima de los altos y hondonadas del barrio del Pacífico, el disco rojo enorme del sol brotaba de la tierra y ascendía lento y majestuoso por detrás de unas casuchas negras.

Chiste

—Es muy hermosa la descripción del amanecer, profe, pero donde en aquella época

se extendía la llanura madrileña en suaves ondulaciones, por donde nadaban las neblinas del amanecer, serpenteaba el Manzanares, estrecho como un hilo de plata; se acercaba al cerrillo de los Ángeles, cruzando campos yermos y barriadas humildes, para curvarse después y perderse en el horizonte gris.

Ahora hay muchos edificios y no se puede ver.

—No, con los ojos no. Pero sí con la mente. ¿Los ves ahora?

—Sí, ahora los veo, cuando cierro los ojos, y lo imagino todo al hilo de las palabras de Baroja.

—Bravo, así se habla. Resulta que en la novela solo la voluntad de una chica, de su novia, la Salvadora, le sacará de esa miseria y le permitirá encontrar un trabajo permanente, como puede ser la imprenta que regenta y salir adelante.

Estamos en el Observatorio Astronómico porque Baroja amaba varias cosas, que no tenían mucho que ver entre sí a primera vista. Era un cascarrabias al que sin embargo le gustaba observar a la gente, sus motivaciones, sus giros lingüísticos, pero también disfrutaba con la ciencia y la novedad. Así que bajo el pórtico de la ciencia, de las luces de los ilustrados que construyeron este bellísimo edificio a finales del siglo XVIII, coloca estos pobres golfos míseros que no tienen donde caerse muertos. Y luego, Madrid amanece. Baroja, que escribe de forma excesivamente desnuda para los gustos de la época, encadena así varias metáforas muy hermosas con la luz como elemento conductor y demuestra tener una veta lírica que no se suele asociar a su estilo seco y austero.

El profesor de Historia pide la palabra, adelante.

—Gracias. Además, este lugar donde nos encontramos está muy cerca de donde Baroja vivió: se levantaba temprano y venía a pasear al Retiro, y así le inmortaliza una famosa foto, que ha sido inspiración para la estatua que mira a la Cuesta de Moyano, donde hay puestos de libreros de viejo, con obras de segunda mano, que él gustaba visitar. Mucho Baroja palpita todavía por estos alrededores. Cuando bajemos podréis ver la estatua dedicada al novelista, que recientemente se ha movido desde el interior del Parque a la cabecera de la Cuesta.

Estatua de Baroja

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2.3.2 Visita barojiana 2. El Rastro

Es curioso cómo la literatura puede funcionar como un espejo en el que se mira la época en la que el lector lee. Hace unos años, en los setenta, todavía se podía encontrar el mundo barojiano recorriendo las calles de Madrid; dos décadas después apenas quedaba nada, habían sido urbanizadas con viviendas nuevas, espléndidas, que bajaban hacia el río Manzanares.

Pero llegan nuestros años, los que lleváis estudiando la Secundaria y todo cambia: la crisis ha vuelto imprescindible otra vez a Baroja, que nos ilumina, con una perspectiva documental y objetiva, sobre los que la sufren con más fuerza. La visita literaria que os proponemos al Rastro, la número 2, podría darnos una idea de la situación, para tomar el pulso a nuestra época. El Rastro es un termómetro.

En la lucha por la vida, Baroja presenta muchas formas de vivir la existencia, gente sin rumbo, sin ideas, sin voluntad ni vitalidad, pero muestra también el ascenso de otras visiones, además de la picaresca, que diagnostican lo que ocurre e intentan ponerle remedio.

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2.3.3. Visita barojiana 3. La Imprenta Municipal

Otra de las visitas literarias que os proponemos es a la Imprenta Municipal, la número 2, donde hay prensas de hace un siglo, como la que regentó Manuel Alcázar de adulto, y que hay que relacionar con el auge del socialismo y del anarquismo, como doctrinas enfrentadas al conservadurismo imperante, que proponían salidas a la situación social, y que Baroja recoge de forma muy instructiva en un diálogo entre Manuel y su amigo capitalista. Os leo un botón de muestra:

—¿Y qué? ¿Trabajas mucho?

—Sí.

—Pero ganas poco.

—Es que como los obreros están asociados, se imponen.

—¿Y tú no estabas asociado antes?

—Yo, no.

—¿No eres socialista?

—¡Psch!

—¿Anarquista quizá?

—Sí; me es más simpática la anarquía que el socialismo.

—¡Claro! Como es más simpático para un chico hacer novillos que ir a clase. ¿Y cuál es la anarquía que tú defiendes?

—No; yo no defiendo ninguna.

—Haces bien; la anarquía para todos no es nada. Para uno, sí; es la libertad. ¿Y sabes cómo se consigue hacerse libre? Primero, ganando dinero; luego, pensando. El montón, la masa, nunca será nada. Cuando haya una oligarquía de hombres selectos, en que cada uno sea una conciencia, entre ellos la libre elección, la simpatía, lo regirá todo. La Ley sólo quedará para la canalla que no se haya emancipado.

Un cajista entró, con el componedor y unas cuartillas en la mano, a hacer una pregunta a Manuel.

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2.3.4. Visita barojiana 4. El Cementerio Civil

—En efecto, el anarquismo, en cuanto doctrina que impugnaba de raíz la vida social y política estaba en auge en toda Europa en esos años, tanto en una versión pacífica, cercana a postulados cristianos, como en otra, basada en la «propaganda por el hecho», que propugnaba acabar con lo que existía mediante la violencia contra los potentados y poderosos, con atentados y asesinatos, pero en los que nunca se sabía quién estaba detrás.

—Juan, el hermano de Manuel, era un exseminarista que acaba convirtiéndose en un líder anarquista, un santo laico, muy querido por las gentes, por sus lecciones y palabras de aliento, que predicaba el fin de los males, pero que acabará enredado sin quererlo en un intento de atentado. A su muerte, por enfermedad, sus correligionarios, vigilados por la policía, le llevarán a hombros hasta el Cementerio Civil, en las afueras de Madrid, donde se enterraba a los no católicos, protestantes, judíos, librepensadores y otros heterodoxos. Baroja hace decir al Libertario un discurso fúnebre que incluye esta frase sobre Juan Alcázar:

...fue un rebelde, porque quiso ser un justo.

Allí se encuentran hoy los monumentos a los presidentes de la I República, allí están Giner de los Ríos y los principales miembros de la Institución Libre de Enseñanza, allí está el Doctor Hauser, Pablo Iglesias fundador del partido socialista... También allí, en una zona apartada y en una tumba sencilla yacen los restos de Pío Baroja.

Cincuenta años después de la muerte del anarquista que describe con tanto mimo, el propio Baroja quiso ser enterrado, como ateo que se declaraba, y siguiendo su última voluntad, en el Cementerio Civil, con gran escándalo de la sociedad franquista del año 1956. Recorrer esas tumbas y descubrir nombres como Arturo Soria, la escritora Colombine, Blas de Otero, Américo Castro nos hace preguntarnos muchas cosas. Es una visita que no olvidaréis. Al final de la guía, en la página 176 del pdf, podéis encontrar la foto de la tumba de Baroja, para el caso de que vayáis a expresarle vuestros respetos y queráis localizarla, que no es fácil. La visita al cementerio es el gran acto religioso del siglo XX, dijo alguien.

Estatua de Baroja

—Ahora os voy a enviar al grupo de chat el enlace de la página web de clase donde está la lista de seis lugares para realizar visitas de geografía literaria barojiana y de otros dos sitios de otros dos autores, que os vamos a ir comentando sobre la marcha. Por favor, mirad la lista en el navegador del móvil. Comenzaremos con las seis visitas cuya referencia es la Guía del Madrid barojiano:

  • Visita barojiana 1. Real Observatorio de Madrid. Calle Alfonso XII, 3, junto a Parque del Retiro. Los golfos en el Observatorio. Manuel Alcázar, Madrid amanece. Cap 1., pp. 45-50.
  • Visita barojiana 2. El Rastro. Plaza del Campillo del Mundo Nuevo. Manuel Alcázar, el Bizco y la Fea. Cap. 2, pp. 50-55.
  • Visita barojiana 3. Imprenta Municipal-Artes el Libro. Calle Concepción Jerónima, 15. La imprenta de Manuel, Roberto, Salvadora, Ignacia, socialismo, anarquismo. Cap. 2, pp. 70-83.
  • Visita barojiana 4. Cementerio Civil. Avenida de Daroca, 90. Finales de Juan Alcázar y de Pío Baroja, Manuel, Salvadora, El Libertario, anarquismo. Cap. 11, pp. 171-176.
  • Visita barojiana 5. Instituto San Isidro. Calle Toledo, 39. Andrés Hurtado y sus profesores. Introducción La verdad de Baroja, pp. 17-25.
  • Visita barojiana 6. La tienda de Lulú en la calle del Pez. Andrés Hurtado, Lulú, teorías sobre el amor. Cap. pp. 83-92.

—Profe, la del Rastro se repite con otra de Galdós.

—Es cierto, allí iba Jacinta a hacer caridad. Allí va Manuel a buscar noticias para perseguir a un asesino. ¿Qué nos encontramos hoy? Eso es el siguiente nivel de investigación: se denomina geología literaria, ya que hay lugares que tienen espesor, estratos literarios, porque varios autores los han elegido como localización de sus historias. Hay sitios, como la Puerta del Sol, que tienen un espesor verdaderamente grande y darían para mucho en unas excavaciones literarias, rescatando a todos los autores que a ella se han referido. Ya hablaremos de esto más adelante, si hubiera oportunidad.

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2.3.5. Visita barojiana 5. El Instituto San Isidro

—Si permitís que continúe, comenzaré a situar el contexto de la cuarta visita, que creemos que tendrá un especial interés para vosotros, próximos bachilleres y universitarios. A mediados del siglo XIX se fundaron los institutos de bachillerato, y durante muchos años apenas fueron unos pocos, y únicamente existían en las capitales de provincia. En Madrid había dos: el Cardenal Cisneros y el San Isidro, que ocupa todavía hoy unos edificios con una solera impresionante. Dice lo siguiente su web institucional:

Es centro educativo más antiguo de España, heredero de los Estudios de la Villa (fundados en 1346), y del Colegio Imperial (1603) y los Reales Estudios de San Isidro (1625) que le legaron su edificio. Por sus aulas pasaron el Seminario de Nobles, la Academia de Matemáticas de Felipe II, la Facultad de Medicina, la Escuela de Arquitectura, la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Artes. Los mejores tratados de enseñanza de la España del pasado fueron redactados por personas vinculadas a este centro.

Eso era así porque solo una minoría de privilegiados podía hacer esos estudios en esa institución pública, la educación obligatoria no incluía nada más que la primaria, creada por la Ley Moyano de 1857, cuya estatua, por cierto, está al pie de la Cuesta de su nombre, ya en Atocha, por allí [señalando]. Saludadle cuando paséis por su lado. Esa ley también preveía la creación de los institutos de bachillerato y las escuelas normales de magisterio. Tuvo que llegar la Ley General de Educación de 1970, ojo al parche, para que la enseñanza obligatoria se extendiera hasta los 14 años, y otra ley, la Logse, en 1990, que la aumentó hasta los 16. Vosotros estáis, como sabéis muy bien, en enseñanza secundaria, pero no obligatoria, y vuestro destino habitual es la Universidad.

—Eso si la cosa se da bien, profe, que está todo muy difícil, y achucháis que da gusto con tanto temario. Menos mal que vosotros dos nos sacáis de paseo y tomamos un poco el aire... literario e histórico.

—Hoy hace un hermoso día de otoño, de nubes y sol que se alternan, pero sin viento. ¿Os complace que hayamos escogido este clima para nuestra visita?

—No podía ser mejor, profe. ¿Y qué hay del San Isidro?

—Pues que durante un tiempo sirvió también para impartir el año preparatorio de los estudios de Medicina. Baroja cuenta con detalle cómo eran las clases que se impartían en la antigua capilla, ya que él las vivió, en El árbol de la ciencia, y que hacen sonreír, aunque me parece que la sonrisa se transforma en mueca si pensamos en que así se formaban las generaciones que habrían de conducir a la nación: aplausos, carcajadas, nombres falsos, burlas hacia el profesor. El que escoja esos textos podrá comparar esas descripciones con la vida escolar que tenemos nosotros hoy día y juzgar. Hurtado busca respuestas a los interrogantes vitales, pero solo encuentra sofismas y falsedades, talento verbal, pura palabrería sin hondura real.

Estatua de Baroja

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2.3.6. Visita barojiana 6. La tienda de Lulú en la calle del Pez

—La sexta y última visita barojiana es de un tipo completamente diferente, se centra en una mujer, una muchacha que tiene una tienda de confecciones en la calle del Pez, muy cerca de la por entonces única Universidad de Madrid, en la calle ancha de San Bernardo, y que, mire usted por dónde, da, pared con pared,con el otro instituto histórico de Madrid, el Cardenal Cisneros, ya de por sí una visita interesante también.

—Esas calles representan una mezcla de épocas, pero si las recorréis fijándoos con cuidado observaréis que siguen existiendo muchas mercerías y pequeñas tiendas de ropa, como la que tenía Lulú, y a la que se dirige con frecuencia Andrés Hurtado para charlar, ya que en un principio no piensa en cortejar a Lulú. A veces se veían en el café de la Luna, en la calle del mismo nombre, muy cerca también. Lulú, decía su madre, sentía por Andrés un «cariño verdaderamente raro». Una vez tuvieron este diálogo:

—Tengo una pequeña teoría acerca del amor —le dijo un día él.

—Acerca del amor debía usted tener una teoría grande —repuso burlonamente Lulú. 

En esos diálogos afloran unos sentimientos, unas emociones, que son verdaderas respuestas a sus interrogantes vitales, pero de las que ellos no parecen darse cuenta. El amor es un engaño, y los que aman, ciegos. Termina Lulú:

—Me voy —dijo Andrés, levantándose.

—Adiós –exclamó ella, estrechándose contra él—. Y ya no me dejes más, Andrés. Donde tú vayas, llévame.

Algunos personajes femeninos de Baroja son formidables, como la Salvadora y Lulú, dos luchadoras que tiran de sus amados y les infunden la voluntad que les falta, en un mundo en el que casi todas las condiciones están en su contra. La Salvadora, fijaos qué curioso, también abre una tienda, según cuenta el autor en Aurora roja, la tercera novela de la trilogía La lucha por la vida, publicada unos años antes que El árbol de la ciencia.

Con el objeto de librarse de la explotación de los camiseros, la Salvadora y la Fea habían puesto, entre las dos, una tienda de confecciones de ropas para niños en la calle del Pez. La Salvadora iba todas las mañanas a la tiendecilla, y por la tarde trabajaba en casa. Luego se le ocurrió que podría aprovechar estas horas dando lecciones de bordado, y no se descuidó; puso su muestra en el balcón, y, al cabo de cuatro o cinco meses, iban, por la tarde, cerca de veinte chiquillas con sus bastidores a aprender a bordar.

—Tenía por aquí otra cita preparada, por si acaso, que muestra el grado de finura con el que Baroja podía describir a un personaje, en este caso Lulú. Fijaos:

Andrés Hurtado trataba a pocas mujeres; si hubiese conocido más y podido comparar, hubiera llegado a sentir estimación por Lulú.

En el fondo de su falta de ilusión y de moral, al menos de moral corriente, tenía esta muchacha una idea muy humana y muy noble de las cosas. A ella no le parecían mal el adulterio, ni los vicios, ni las mayores enormidades; lo que le molestaba era la doblez, la hipocresía, la mala fe. Sentía un gran deseo de lealtad.

Decía que si un hombre la pretendía, y ella viera que la quería de verdad, se iría con él, fuera rico o pobre, soltero o casado.

Tal afirmación parecía una monstruosidad, una indecencia a Niní y a doña Leonarda. Lulú no aceptaba derechos ni prácticas sociales.

—Cada cual debe hacer lo que quiera —decía.

El desenfado inicial de su vida le daba un valor para opinar muy grande.

—¿De veras se iría usted con un hombre? —le preguntaba Andrés.

—Si me quería de verdad, ¡ya lo creo! Aunque me pegara después.

—¿Sin casarse?

—Sin casarme; ¿por qué no? Si vivía dos o tres años con ilusión y con entusiasmo, pues eso no me lo quitaba nadie.

—¿Y luego?...

—Luego seguiría trabajando como ahora, o me envenenaría.

—Profe, Lulú está que se sale. Opina cosas muy modernas.

—Y también algunas salvajadas, como lo de que la pegaran.

—No aceptaba derechos ni prácticas sociales, como nosotros, que somos unos frikis.

—Haríais bien, chicas, en estudiar a Lulú.

—Descuida, profe, que has conseguido interesarnos. Lo haremos.

—Dicho lo cual, pasamos a otro tema.

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2.3.7. Visita valleinclanesca. El callejón del Gato

—La sexta visita que os proponemos nos lleva a otro autor de la generación del 98, Ramón del Valle-Inclán, que fue, como Baroja, un gran crítico de su época, a la que vapuleó en busca de las raíces de los problemas que detectaba, aunque siguió un camino literario muy diferente al de don Pío, ya que practicó mucho el teatro y desarrolló un estilo brillante y muy alejado de la parquedad barojiana. Uno optó por la realidad objetivada, el otro por la realidad alucinada y la visión deformada de la misma, que describía con un lenguaje exuberante.

—Es cierto, no podía haber dos escritores más diferentes en apariencia, pero si pateamos las calles o leemos los periódicos de nuestros días comprobamos que Baroja tenía razón, pero Valle también, en la descripción de la España de nuestro tiempo. Nos ofrecen pistas fundamentales para entenderla. Valle, que como Baroja, viajó por el mundo, pasó estrecheces, incluso hambre y conoció de primera mano el ambiente de la bohemia madrileña, donde creadores de todos los pelajes intentaban hacerse un nombre en el contexto de una España en la que triunfaba un gusto antiguo, reacio a las novedades.

Y eso era precisamente lo que interesaba a Valle, el modernismo en primer lugar y más adelante la estética expresionista, que se extiende por el arte europeo en esos años, en la que se enmarca su obra cumbre Luces de bohemia, publicada en 1920, por entregas, y 1924, en edición completa. La obra tenía un subtítulo, esperpento, término popularizado por el autor, que incluso tiene su propia entrada en el DRAE:

2. m. Género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la generación del 98, en el que se deforma la realidad, recargando sus rasgos grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y desgarrado.

—Una década antes había muerto, ciego y pobre, el máximo representante de esa bohemia literaria, Alejandro Sawa, cuya fisonomía, por cierto,y la de muchos autores de la época se pueden disfrutar a gran tamaño en la exposición titulada El rostro de las letras. Escritores y fotógrafos en España desde el Romanticismo hasta la Generación de 1914, organizada por la RAE. Sobre ese hecho que impresionó muchos a los contemporáneos, construyó Valle una obra de teatro que todavía en nuestros días se conmemora de una curiosa forma. La Noche de Max Estrella, los participantes recorren por la tarde y la noche los lugares, callejas, plazuelas, callejones, donde trascurre la obra, cuyo protagonista recuerda mucho al bohemio muerto años atrás.

Uno de los sitios emblemáticos del recorrido es también el que os proponemos nosotros para la visita: el callejón del Gato. Todavía hoy se pueden ver en la pared unos espejos curvos que deforman la figura y engordan lo flaco. Estas fotos las saqué le otro día, os las envío al chat:

Escalera de 120 peldaños
Escalera de 120 peldaños

Muy cerca de allí discurre este diálogo teatral, que os leo desde esta nota:

MAX.-La tragedia nuestra no es tragedia.

DON LATINO.-¡Pues algo será!

MAX.-El Esperpento.

[...]

MAX.-Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.

DON LATINO.-¡Estás completamente curda!

MAX.-Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.

DON LATINO.-¡Miau! ¡Te estás contagiando!

MAX.-España es una deformación grotesca de la civilización europea.

DON LATINO.-¡Pudiera! Yo me inhibo.

MAX.-Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.

DON LATINO.-Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.

MAX.-Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.

DON LATINO.-¿Y dónde está el espejo?

MAX.-En el fondo del vaso.

DON LATINO.-¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!

MAX.-Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.

DON LATINO.-Nos mudaremos al callejón del Gato.

—Lamentablemente no disponemos de una guía del Madrid de Valle-Inclán, pero si alguien la escribiera tampoco podría faltar esta otra frase, que tengo recogida en otra nota:

MAX.-¿Eres anarquista?

EL PRESO.-Soy lo que me han hecho las Leyes.

MAX.-Pertenecemos a la misma Iglesia.

EL PRESO.-Usted lleva chalina.

MAX.-¡El dogal de la más horrible servidumbre! Me lo arrancaré, para que hablemos.

EL PRESO.-Usted no es proletario.

MAX.-Yo soy el dolor de un mal sueño.

EL PRESO.-Parece usted hombre de luces. Su hablar es como de otros tiempos.

MAX.-Yo soy un poeta ciego.

EL PRESO.-¡No es pequeña desgracia!... En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero.

MAX.-Hay que establecer la guillotina eléctrica en la Puerta del Sol.

Valle dijo que el esperpento «consiste en buscar el lado cómico en lo trágico de la vida».

—Os voy a dar, chicos, una razón añadida para visitar el callejón del Gato: los espejos originales se guardan en el interior de un local que dice ser el lugar donde se inventaron las patatas bravas con su salsa original. Desde luego es excelente y el sitio no tiene pérdida. Calle de Álvarez Gato, 3.

—Profe, me lo apunto en tareas pendientes del móvil: probar las bravas originales, a ver si son mejores que las de mi barrio, que son ya supremas.

—Por último, Valle tiene la mejor estatua de todos los escritores de Madrid, está en el paseo de Recoletos, que le muestra paseando casi al mismo nivel que el andante que le observa. No olvidéis ir a saludarle y, si os fijáis bien, al darle la vuelta comprobaréis que se sujeta una manga vacía con la otra mano. A los treinta y tres años quedó manco, por una pelea. Aquí os envío el enlace para verla:

Estatua de Baroja

—Me gusta mucho su larga barba, profe, en homenaje me la voy a dejar como él.

—Haces muy bien. Nos resta hablar de la última visita, la octava.

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2.3.8. Visita juanramoniana. La Residencia de Estudiantes

Valle y Baroja, que han sido vinculados a la Generación del 98, compartían una postura crítica ante los males de España y propugnaban su regeneración por distintas vías, sin llegar a especificarlas claramente. Juan Ramón Jiménez forma parte de la Generación de 1914, la siguiente eclosión artística, científica, literaria y del pensamiento español, cuya figura central es el filósofo Ortega y Gasset. Esta generación cumple 100 años en nuestros días y su proyecto para España, el de europeizarla por encima de todo, se ha cumplido en gran parte, pero ha tardado lo suyo y no se ha completado todavía. Europeísmo, innovación, vanguardias, activismo, participación política e institucional. Pero por encima de todo había una línea de pensamiento que unificaba a todas las demás: la importancia de la educación. Si el sistema establecido no lo hacía habría que encontrar otras maneras de formarse a uno mismo y de formar a los otros.

—En efecto, Juan Ramón, que era un joven poeta aquejado de lo que entonces se llamaba «melancolía», y se internaba periódicamente en sanatorios para curarla, contactó con la gente que impulsaba la Institución Libre de Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos, Manuel Bartolomé Cossío —que como recordaréis yacen enterrados en el Cementerio Civil de Madrid— y se trasladó a vivir a la Residencia de Estudiantes, creada por la Junta de Ampliación de Estudios, como colegio universitario liberal y progresista con los más adelantados avances pedagógicos. Lo describe así el propio Juan Ramón:

La Institución fue el verdadero hogar de esa fina superioridad intelectual que yo promulgo: poca necesidad material y mucha ideal.

Esta cita y toda la información necesaria para la visita literaria la podéis encontrar en la Guía del Madrid de Juan Ramón Jiménez, tanto en su versión digital en pdf como en epub, ambos en PublicaMadrid.

El capítulo 4 está dedicado a La Colina de los Chopos, que es como Juan Ramón llamó al cerro donde se situó la nueva ubicación de la Residencia y los tres mil ejemplares de esos árboles, que él ayudó a plantar. Hoy se llega por la calle Pinar, en el número 21. También tituló así, «La Colina de los Chopos» a un proyecto literario en el que recogería sus vivencias en este lugar. Dice así:

Este Cerro del Viento, cuando eran solo aquí viento y cerro, esta hoy Colina de los Chopos (que paran el viento con su nutrido oasis y nos lo entretienen humanamente ya), ¡como baja el cenit! Están confundidas con fijeza, noche del primer abril, en su meseta, las luces de arriba y las de abajo [...] en plebeya y aristocrática fundición, arrabales del cielo y la tierra.

¿Qué es eso que se oyó? [...] Soledad, silencio por todas las aristas, planos y rincones del promontorio. ¡Y qué grato todo (en su variación, su avance, su incorporación actual) en esta subida mía nocturna por su cuesta, después de tantos días!

Por la Residencia pasaron, como huéspedes y visitantes, las principales figuras de la ciencia, el arte y el pensamiento de los años veinte y treinta, nacionales e internacionales, hasta que el desierto intelectual de la postguerra civil prácticamente la hizo desaparecer. Los estudiantes primeros, que se alojaban allí, se convirtieron con los años en profesores visitantes y huéspedes que educaban a la siguiente generación, tras una formación fuera de España, lo que revitalizó enormemente el clima intelectual.

Federico García Lorca fue uno de esos estudiantes, que se convirtió en el principal representante de la Generación del 27, aquella de la que se podía decir que los mejores poetas del mundo paseaban por Madrid en los años treinta y se cruzaban en los cafés, las tertulias y, cómo no, en la Residencia. Federico tenía un talento inmenso, todo lo hacía bien y aún hoy, estremece profundamente su pérdida, su asesinato.

Pues bien, para que os hagáis una idea de cómo era, una vez, cuando salía de escuchar en la Residencia una conferencia que le pareció soporífera, como acto de protesta se tiró vestido al Canalillo, que era un pequeño arroyo canalizado que por allí pasaba. Lo tenéis en la página 90 de la guía.

Estatua de Baroja

Hoy la Residencia es un centro cultural que también acoge visitantes y huéspedes, que propone excelentes exposiciones y que, como no podía ser menos, conserva el Canalillo, como podéis ver en la página 91.

Estatua de Baroja

—Profe, no parece muy profundo.

—No lo es, la anécdota que os he contado se la oí a Miguel García-Posada, que era un gran conocedor de Federico y que tenía el proyecto de escribir una Guía del Madrid de 27 que habría hecho que nos chupáramos los dedos. Ya no puede hacerlo él mismo, aunque quizá alguno de vosotros se anime algún día a redactarla.

—Profe, habrá que probar el Canalillo primero, y luego empezar a escribir bien mojado.

—Buena idea, que el poeta aplaudiría como buen gesto surrealista. Pero no os equivoquéis, Federico sabía muy bien lo que hacía y tenía una idea muy clara de cuáles eran las causas de los males de España: había leído a Cervantes, a Galdós, a Baroja, a Valle y a Juan Ramón, había bebido de la mejor cultura española e internacional, había estudiado mucho y al final se había formado su propia opinión y forjó su propia voz. ¿Queréis escucharla?

—Siento contradecir al profesor de Lengua, pero no se conserva, es una increíble mala suerte, la voz de Lorca, sería un acontecimiento mundial si alguien consiguiera alguna grabación.

—Tienes razón, además cantaba de maravilla y el piano con el que tocaba todavía se conserva en una sala de la Residencia, que podéis visitar. Pero su voz también está en su poesía y sus prosa. Escuchad lo que dijo en la inauguración de una biblioteca en un pueblo donde nunca la había habido antes:

No solo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

—Profe, qué buen lema, medio pan y un libro.

—Perdonad que me emocione y me tiemble la voz al leer, es que no se puede decir mejor lo que nos trae hoy aquí, al Observatorio. La educación nos sacará del pozo, eso es.

—Ya tenemos todos los elementos necesarios para hacer las visitas. No os quejaréis, hay menús para todos los paladares: asesinatos, amores, patatas bravas, baños en el Canalillo...

—Profe, ¿sabes que la 23ª edición del Diccionario trae un artículo nuevo con una palabra muy popular entre los adolescentes?

—¿Ah sí, cuál?

—Te la leo desde la web de la RAE:

Canalillo

(Del dim. de canal).

1. m. coloq. Comienzo de la concavidad que separa los pechos de la mujer tal como se muestra desde el escote.

—Tienes razón, todo un acierto de los académicos, era muy necesaria.

—Estaréis ahora contentos los chicos, que así podréis llamar a las cosas por su nombre.

—Dejemos a un lado este importante tema y prosigamos.

—Tengo una pregunta para ti, profe.

—Pues dime.

—¿Hay alguna estatua de Lorca que se pueda visitar para saludar al escritor en persona?

—Sí, hay una frente al Teatro Español, que es un teatro público en la plaza de Santa Ana, donde estrenó algunas de sus obras.

—¿Y existe alguna buena guía del Madrid de Federico?

—Yo no conozco ninguna.

—¿Crees que podría escribirla yo, cuando estudie bien el tema, y sea ya bachiller y universitaria?

—Por supuesto que sí, seguro que harás un magnífico trabajo. El tema te estará esperando.

—Creo que en la portada del libro pondré una foto en blanco y negro de un libro y medio pan. ¿Puedo hacer esa visita al lugar de la estatua por mi cuenta y hacer esa visita literaria además de las otras que hay planeadas?

—Será bienvenido tu artículo sobre Lorca y Madrid. Bien. Muy bien. Ahora toca hablar del procedimiento a seguir para la redacción. Es muy sencillo: hacemos la visita, tomamos notas, fotos y la ubicación. En casa, redactamos un borrador y lo enviamos el correo electrónico de la asignatura, donde nosotros lo recibiremos y leeremos con el mayor cuidado. Entre quinientas y mil palabras, de siete a catorce párrafos al menos, de buena prosa electrónica, sin errores sintácticos ni gramaticales. Un título, el cuerpo de texto, algunos titulares o entradillas si se desea que señalicen las partes, textos enfatizados con colores diferentes del negro (gris) de la fuente principal para las ideas maestras, citas entrecomilladas con comillas tipográficas («»), hipertexto con hipervínculos en azul (color reservado). No puede faltar el hipertexto, que es escritura digital, su esencia, su gran aportación. Hay una web específicamente dedicada al hipertexto (LAMARCA LAPUENTE, 2013), magnífica, os envío el enlace.

—¿No te dejas nada, profe?, porque no parece gran cosa.

—El que tenga dudas que se relea las entradas del blog. A ver, ¿habéis leído todos el artículo del blog Lectodigitantes sobre los experimentos en el móvil?

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2.3.9. Experimentos con las cinco modalidades de escritura digital móvil

—Eso ni se pregunta, profe, se da por supuesto.

—De acuerdo. ¿Y qué habéis concluido de los experimentos que habéis practicado?

—Muchas cosas. Yo he ganado a mi padre y a mi madre, y mi hermana ha quedado la última, por las erratas que pone, que no las corrige, y claro, se tienen que descontar, aunque es más rápida que mis padres.

—¿Y cómo escriben ellos?

—Pues ahora deslizando, porque mi madre lo hacía con los pulgares, pero ahora va más rápido, gracias a que yo le he explicado cómo hacerlo, y encima le queda una mano libre, dice que para darme una colleja de efecto retardado si no la dejo ganar.

—Yo he «paneado» a mi padre, pero mi madre me ganó, es un rayo; claro, es que está todo el rato dale que te pega, mensajitos con las amigas.

—Pues mi padre me ganó, pero por muy poco. Usaba pulgares, como yo.

—¿Y eso?

—Es que me está cogiendo todo el rato la Play y le vale para practicar.

—¿La consola con el mando para pulgares?

—Claro, ya lleva lo suyo.

—Nosotros hemos ganado a nuestros padres por un estadio de diferencia, son unos mantas.

—Mi tío hace algo curioso y diferente: usa para teclear el dedo corazón en vez del índice. Le pregunté por qué lo hacía y me dijo algo muy razonable, que era el dedo más largo y así se evitaba tener que doblar los otros dedos, así, ¿veis? Si se usa el índice hay que encoger el resto.

—Pues es verdad, pero es raro.

—Profe, yo he observado lo que hace la gente en el autobús y en el metro: además de lo que ya se ha dicho, están los que cambian de dedo según sea la cosa.

—En resumen, ¿tenemos una conclusión que recopile las experiencias con las cinco modalidades de escritura digital móvil?

—Sí, profe, que lo más son los pulgares, seguido de cerca por la escritura deslizante.

—Eso no es muy correcto, tío, es demasiado general. Yo he probado a dictar mientras iba caminando cargado con bolsas de la compra y me he quedado sorprendido de lo bien que reconoce la voz. Yo hablaba al micrófono que tienen los auriculares, solo tuve que activar la aplicación de notas con el dedo, y luego dictar y dictar, haciendo caso al botón rojo cuando decía «Habla ahora», o pulsando en el botón gris cuando aparecía «Toca para hablar». Os envío al grupo de chat un pantallazo que hice sobre escritura dictada.

Ficha catalográfica en PublicaMadrid de la Guía del Madrid galdosiano (2ª edición

Era un rollo de varios párrafos y el único problema verdadero fueron los signos de puntuación.

—¿Y te parece poco?

—Yo dictaba punto y escribía un punto. Pero decía coma y no hacía nada, escribía la palabra coma. Decía signo de exclamación y escribía el signo, pero luego se arrepentía y escribía la tres palabras. En fin, que el dictado de voz en español necesita ir a clase de Lengua.

—Entonces no vale para nada.

—¿Cómo que no?, basta con corregir después un poco esas partes y ya tienes un texto largo y complejo pasado a texto electrónico.

—Entonces, aclarado este importante extremo, ¿cuál es la conclusión que podemos extraer de todo esto?

—Pues que la modalidad de escritura preferible depende no solo de la velocidad de los dedos sino de si son textos largos o cortos, de si estás quieto o moviéndote, cargado o con las manos libres, con auriculares o sin ellos.

—¿Alguien ha hecho pruebas de velocidad con dictado de voz?

—Sí, profe, lo hemos estado comentando entre varios, es, sin ninguna duda el sistema más rápido, pero solo será el mejor cuando permita órdenes sobre los signos de puntuación..., o sobre el propio texto, como retroceder o avanzar o seleccionar, para corregir también con la voz.

—Vaya, es sorprendente.

—No está lejos, profe, el día en que eso sea un hecho, habrá que estar atentos.

—Profe, yo quiero sugerir que existe una sexta modalidad de escritura digital, de la que no se habla en el artículo y que sin embargo es de las más utilizadas.

—Adelante, somos todo oídos.

—Me refiero al copiar y pegar, profe, como tú mismo nos has propuesto tantas veces: seleccionar un texto de lo que leemos y compartirlo, reenviándolo a un chat o pegándolo en una nota.

—Claro, pero eso no es propiamente escribir.

—Ya lo creo que sí, profe: el texto puede incorporarse a una redacción que estoy haciendo o que realizo sobre él, adaptándolo a mis necesidades.

—Eso es copiar, colega, no crear.

—Eso, copiar, no ser original.

—Calma, chicos, que este debate es muy interesante. No olvidéis que la educación se basa en copiar, aprendiendo de los maestros, pero también se basa en que hay que encontrar nuestra propia forma de expresarse, que ha de ser algo nuevo.

—Ya lo tengo, profe: nuestro objetivo es lograr la copia original, que recoge elementos existentes pero les da una forma personal.

—Una idea muy sugestiva, te felicito. ¿Os parece que ofrece una solución al debate? Habrá que tenerlo muy presente cuando nos enfrentemos a las visitas literarias.

—Profe, ¿y qué vamos a tener que escribir en nuestras visitas literarias ahora que sabemos el para qué, el sobre qué y el cómo?

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2.3.10. Artículos para el blog Lectodigitantes

—Pues es muy fácil, en esta ocasión en vez de un mensaje de chat, haréis entradas de blog, en nuestro blog.

—¿Escribiremos en Lectodigitantes? Qué fuerte, profe.

—Eso es, un artículo en toda regla, firmado por cada uno como su autor, a ser posible ilustrado con fotografías y con textos de la propia cosecha y salpicado con algunas citas del autor literario de referencia.

—¿Y se va a publicar en Internet?

—En efecto, esa es la idea. Los profesores seremos los editores y vosotros los autores. Cada uno de vosotros preparará un correo con el texto en borrador, para que hagamos una corrección ortotipográfica, y os lo devolveremos para que paséis las correcciones y nos enviéis el texto definitivo. Ese texto lo publicaremos en el blog para que cualquiera pueda leerlo.

—Mola, profe, se lo enseñaré a la abuela, que está aprendiendo a navegar por le red.

—Y no olvidéis incluirlo en vuestro Currículum Vitae.

—¿Y eso que es, profe?

—La relación de vuestros méritos académicos y de la formación que estáis recibiendo y las hazañas que seáis capaz de llevar a cabo, y entre ellas vuestros escritos difundidos al público, correctamente indicados. Sirve para presentarlo cuando se busca trabajo o se solicitan becas.

—¿Estás de coña, no?

—No, va totalmente en serio. Además es conveniente llevarlo siempre con uno, en un archivo, en el móvil.

—Mañana me pongo a recopilar mis méritos, profe. ¿Desde primaria?

—Claro.

—¿Y no estaría bien también que incluyeras las notas de la escuela infantil, con las notas sobre si habías hecho o no caquita?

—No, mejor inclúyelas tú, que así abultará más.

—Basta, que se desmanda la banda. Volvamos a lo nuestro. No sé si sabéis que la palabra Blog acaba de incorporarse al DRAE en su 23ª edición. Dice así:

(Del ingl. blog).

1. m. Sitio web que incluye, a modo de diario personal de su autor o autores, contenidos de su interés, actualizados con frecuencia y a menudo comentados por los lectores.

—Pues los blogs ya tienen unos años profe, yo consulto blogs desde que era pequeño. Blog es la abreviatura de weblog, bitácora web.

—Sí, así, es: ya en 2007, un recién nombrado académico, Juan Luis Cebrián, hizo su discurso de entrada en la Academia con este estupendo título: La vida en un blog. Os envío el enlace al grupo de chat.

—¿Cebrián no fue director del diario El País?

—En efecto, hace siete años ya hablaba del «sunami» (sic) que se avecinaba y de que habría que incluir en el diccionario no solo blog, sino bloguero, que también está en el Diccionario («Persona que crea o gestiona un blog»), o bloguear o blogosfera, que no lo están todavía. Explica algunas características de un blog, como que es un diario o bitácora que, como gran novedad, ya desde el principio se dirige al público y no al disfrute íntimo o privado. Los llama periodismo ciudadano. Vaticina una explosión de blogs, que se ha producido, incluida en el interior de la propia prensa, que ha acogido en sus páginas digitales muchos blogs especializados, que informan de manera inmediata y subjetiva sobre todo tipo de temas. Por ejemplo en el propio El País Digital

—¿Los leéis?

—Yo sigo Quinta temporada, que trata sobre series de televisión, la literatura visual del siglo XXI, profe.

—Pues yo, profe, soy aficionado a las encuestas y estadísticas y no me pierdo el blog de Metroscopia. Y en los últimos tiempos está que echa humo, con el vuelco electoral.

—¿Y tú, profe, cuáles sigues?

—Yo, chicos, leo habitualmente uno que se llama Escuelas en Red, que recoge experimentos didácticos. A ver si alguna vez nos sacan allí. ¿Os gustaría?

—Pan comido, profe. Pero primero van a tener que leer los artículos que vamos a publicar en nuestro blog sobre geografía literaria, que van a ser rompedores.

—Ojalá. ¿Estáis preparados para redactar con la mejor de las modalidades de escritura digital, la más apropiada a cada momento, un hermoso texto, medio o largo, mil palabras al menos, sobre alguno de esos espacios literarios que os hemos escogido?

—Eso está hecho. ¿Podemos salir nosotros mismos en las fotos con las que ilustres el artículo?

—Desde luego, es lo mejor, así vuestros compañeros comprobarán que estuvisteis allí, y nosotros también.

—Mis padres van a flipar.

—A mi abuela se le va a caer la dentadura.

—Proponedles mejor que escriban un comentario, que es otra cosa propia del blog, recoger opiniones de los lectores, y que otros lectores puedan leer a su vez. Muy bien, aquí hemos terminado. Descendamos ahora a saludar a Baroja a la Cuesta, y a partir de ahí, cada uno irá por su lado, a sus visitas. Os envío al chat el plano con las localizaciones aproximadas.

Ficha catalográfica en PublicaMadrid de la Guía del Madrid galdosiano (2ª edición

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2.4. Escena cuarta. En el aula: los mayores y el género Wiki.

(Del hawaiano wiki).

Rápido, rápido.

Wiki, no aparece en DRAE (2014, 23ª ed.)  

 

—¿Qué tal chicos? Veo rostros de cansancio, pero sonrisas en la cara. No es para menos: las visitas literarias han salido muy bien, como os explicaré enseguida. He leído los borradores de artículos que me habéis enviado y debo deciros que estoy muy complacido. Y el profesor de historia también, porque habéis atendido a los aspectos lingüísticos pero no habéis descuidado los históricos que sirven para colocar cada cosa en su lugar. No obstante, tal y como habíamos quedado, os hemos hecho algunas observaciones que podréis aprovechar para corregir; algunas son de forma y otras de fondo. Os felicito a todos porque hay muy pocas tildes que no estuvieran en su sitio.

—Eso se debe, profe, a que hemos hecho caso a los diccionarios que vienen con los teclados. Yo el mío lo tenía desactivado, como si fuera una molestia, y ahora no puedo vivir sin él.

—La escritura predictiva tampoco está mal, profe, te da ideas sobre palabras que puedes escoger, aunque va un poco a lo loco.

—También ayudan algo con los tiempos verbales, pero no siempre aciertan.

—Interesante. El caso es que la redacción que nos habéis enviado suele estar en buen estado, incluso excelente, aunque no perfecta. Ahora vamos a dedicar un tiempo a la corrección de los borradores, para que me podáis enviar las versiones definitivas que vamos a publicar en el blog.

—¿Cuánto tiempo tenemos profe?

—Con quince minutos tenéis suficiente. Hala, poneos a la tarea.

[...]

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2.4.1. Edición y publicación de un blog

—He estado recibiendo correos vuestros con los textos definitivos y tienen muy buena pinta. Luego nos tocará a los editores ir publicando las entradas, poco a poco. Ahora os quiero mostrar cómo se publica en un blog, por si fuera el caso de que os animarais a crear uno propio.

—¿Es fácil, profe?

—Hay muchas herramientas que ayudan, que contienen plantillas preinstaladas para diseñar lo fundamental y enseguida se puede poner uno a escribir. Nuestro blog utiliza una herramienta gratuita que se llama Blogger, que forma parte del ecosistema de Google. Permite crear y publicar una bitácora en línea. Tiene una versión de escritorio, que se abre en el navegador, y también una versión para Android, que permite crear y publicar entradas desde el teléfono móvil o la tableta. Hay otras herramientas que también hacen los mismo, como Wordpress, de forma que los ejemplos que ponga valen para todas, más o menos.

La idea principal es que se escribe en borrador, se corrige y una vez terminado, se publica una entrada, lo que la pone a disposición del público en la red. En cada momento hay entradas, ya publicadas, y borradores, sin publicar. Una entrada puede volver a ser corregida, pero ya no cambia su fecha de publicación y su posición en el orden de lectura. Un rasgo de los blog es que la entrada más reciente es la primera que aparece y la primera que se creó se presenta al final del churro visual, abajo de todo, al contrario que en un diario de papel. Fijaos en este pantallazo, que envío al chat, sobre la manera en que aparecen las entradas y borradores en fase de edición.

Estatua de Baroja

En las entradas se pueden incluir de forma muy fácil textos e imágenes y, se les puede dar algunos estilos, como colores a los textos, tipos de encabezados, alineación y otros. Cuando una entrada está en edición admite los cambios que se quieran hacer por parte del editor (redactor), como se ve en esta imagen que os envío también. Esos cambios se pueden mantener en borrador o bien Actualizar la entrada para que quede publicada en la red. También, para juzgarla plenamente, se puede visualizar cómo quedaría en su simulación o bien acceder y ver el propio blog.

Estatua de Baroja

Una vez publicada, es accesible al internauta mediante un navegador, si conoce la dirección de la página. Por ejemplo, la que habéis leído sobre los experimentos:

Estatua de Baroja

Ese acceso del lector es para consultar, pero no para escribir y modificar la entrada. Sin embargo, el blog permite que el lector haga comentarios, que quedan reflejados bajo cada entrada y que son un indicador del punto de vista de los lectores. Esto ha tenido tal importancia, que la prensa, las noticias de los diarios digitales, han comenzado a plantearse como entradas de blog y admitir comentarios. Hemos pasado del modo lectura al modo lectura y escritura, participativo, propio de la web 2.0. El blog, nuevo género literario ha triunfado por todo lo alto en el siglo XXI.

Y ya está, el resto es practicar.

—No parece difícil, profe, aunque se me ocurre una cuestión. ¿No podemos publicar nosotros mismos nuestras entradas en el blog, hace falta un editor?

—Esa es una cuestión que tiene mucha enjundia, ya que pone sobre la mesa algunos de los muchos cambios que ha traído el mundo digital. Antes el editor era imprescindible: ¿quién, si no, podría dar forma al manuscrito del autor para convertirlo en un libro, en un artículo de periódico o de revista? Los autores ni tenían los medios ni los conocimientos para llevarlo a cabo.

—Pero ahora, profe, un blog lo crea cualquiera.

—Sí, en apariencia sí. Y un autor puede autopublicarse su novela en un archivo y subirlo a la red, para que la gente se lo lea o descargue directamente, o bien cederlo a una plataforma editorial, para que lo distribuya. Pero en la realidad todo es más complicado y más difícil, aunque lo cierto e indudable es que los intermediarios del pasado ya no son los del presente. Un autor puede autoeditarse, un escritor puede llegar al público sin necesidad de realizar un contrato con una editorial, un lector puede informarse en muchos otros sitios además de en los periódicos, por ejemplo, buceando en los millones de blogs que existen sobre todos los temas en la red.

La cuestión es esta: ¿qué garantía hay de la calidad de una obra? ¿El autor es suficiente para otorgársela? ¿O es necesario un editor que vele por la forma, la apariencia, la sintaxis, la ortografía, los estilos gráficos, aunque no directamente por el contenido (aunque también)? Los editores realizan todo tipo de correcciones, como las ortotipográficas, incluso de contenido, como cuando en una revista académica el editor envía un artículo recibido a que varios iguales lo evalúen técnicamente hablando, los cuales hacen informes proponiendo correcciones y mejoras. ¿El autor es suficiente? Lo puede ser si se convierte también en editor y realiza sus funciones. Lo que no puede ocurrir es publicar sin que un editor intervenga. ¿Lo habéis entendido?

—Así, así, profe.

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2.4.2. Autor, editor, impresor, librero

—Quizá nos sea útil volver la vista atrás y recordar cómo creaban Galdós o Baroja y cómo se las arreglaban para llegar al público lector y encontrarlo entre tanta gente. Ambos tenían una gran facilidad de escritura. Buceaban en su mente y las ideas y textos brotaban como de una fuente. A lo largo de su vida escribieron decenas de títulos, agrupados a veces en series extensas de novela histórica, como los Episodios Nacionales de Galdós o las Memorias de un hombre de acción de Baroja. Al parecer ambos escribían de corrido, con pocas correcciones, páginas y páginas. No obstante siempre dispusieron de editores que las revisaban, por sí mismos o bien delegando en correctores.

En cualquier caso, el proceso de impresión de la época, que en esencia era el mismo que el de la de Cervantes, exigía un manuscrito corregido con el que montar en la imprenta las páginas tipográficas para la prensa (maquetar), por el cajista y componedor. Recordemos que Manuel Alcázar trabajó de cajista y luego fue propietario de una imprenta, con trabajadores a su cargo. Las primeras pruebas en papel se denominaban (y todavía lo hacen, aun en el mundo digital) galeradas, y eran corregidas por el autor y el corrector. Anotadas las correcciones ortotipográficas (faltaban algunas letras, era equivocado el orden de otras, etc) en los márgenes, se devolvían al editor, que las remitía al impresor, para que realizara unas nuevas pruebas, que se volvían a corregir, y así hasta la prueba final, que era la que se imprimía. A veces se lo comían y bebían el impresor y el autor, y a veces solo el impresor. La diferencia con la época de Cervantes es que ahora el editor no era librero en principio, sino que su función se había independizado.

Por fin, se imprime la tirada con los ejemplares. Ahora hay que realizar una distribución en distintas librerías. La forma antigua era que una librería tenía el monopolio de la venta, pero ahora, con el aumento de las tiradas y del público comprador, hay que hacer una distribución de ejemplares, como sucede en la actualidad. Otra forma exitosa de distribución eran las suscripciones, cuyo pago adelantado ayudaba a financiar las impresiones. Anuncios, carteles, publicidad en prensa. En fin, lo que conocemos hoy, que viene de ayer.

Galdós, harto de su editor, se convirtió en editor y no le fue nada bien. Baroja, sin embargo, tuvo más suerte, su cuñado fundó la editorial Caro Raggio, que en pocos años se convirtió en un próspero negocio vendiendo sus obras. Todavía existe en la actualidad, en manos de un familiar.

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2.4.3. Autoedición digital

La edición digital, como hemos adelantado, permite fundir varias funciones en la misma persona u organismo, algo que antes no era viable. Pero para que un autor de un texto ya no manuscrito autógrafo, sino manuscrito digital, en el ordenador, el móvil, o tableta, se convierta también en editor del mismo, un autoeditor digital, hay que integrar numerosos conocimientos, sobre las herramientas técnicas desde luego, pero también sobre tratamiento de textos, metadatos, lenguajes, como html, diseño, maquetación, estilos gráficos, fotografía, gestión de archivos y sus formatos y otras mil cosas, que nos llevaría tiempo enumerar.

No es lo mismo, como podemos fácilmente imaginar, editar para lectura en papel que hacerlo para lectura en pantalla. Se necesita siempre un original, el texto del autor, que hay que transformar en un texto electrónico listo para ser difundido por la red. Hay cuestiones fundamentales, como la elección del formato de archivo, para impresión, como el pdf, o para lectura móvil, como el epub, que exigen procesos técnicos muy diferentes, y rutas digitales no siempre compatibles o fácilmente convertibles. Existen numerosas dificultades, pero puede hacerse.

La lectura móvil discurre paralela a la escritura móvil, y se retroalimentan mutuamente, pero mantienen una diferencia importante que viene de antiguo. Teodoro Álvarez, del grupo Didactext y coordinador de Redactext 2.0: guía on-line para ayudar a redactar textos académicos, la enunció así en la Convención realizada en la RAE el verano pasado:

Se enseña a leer a la tropa, pero a los oficiales a escribir.

En efecto, la escritura posibilita intervenir activamente en la realidad, y no limitarse a aceptarla como viene. Poder escribir, poder expresarse por escrito es la verdadera democracia de nuestro tiempo, en la que el ciudadano participa directamente, es capaz de opinar y de hacer llegar su opinión a los demás. Permite escoger la pluma en vez de la espada. ¿Sabéis cuándo se democratizó la escritura por primera vez en la historia? Cuando los griegos clásicos decidieron escribir también las vocales y no solo las consonantes como hasta entonces: cualquier ciudadano podía aprender, utilizando un cálamo (una caña) sobre el papiro o un estilo sobre una tablilla de cera, si era educado mínimamente en la escritura, lo que se llevó a cabo de forma generalizada para los varones, aunque no para las féminas, como sin duda conocéis. Las leyes, que gobernaban a todos, se escribían, y muchas se inscribían en los espacios públicos (LUCÍA,2012).

—Sí, profe, pero escribir no es fácil: a veces no se te ocurre nada, o lo que te viene a la mente no sabes si es correcto, y te quedas paralizado por una cosa o por otra.

—Eso que dices nos ha pasado a todos alguna vez, y a muchos todos los días, pero hay medicinas para esos padecimientos.

—¿Ah, sí, cuáles?

—Como decía (y sigue diciendo cada día) mi maestro Luis Cañizal, por cierto, profesor del instituto San Isidro: cuando no sepas por dónde empezar ni cómo, empieza por la segunda frase.

—Muy listo.

—Y cuándo no sepas si algo es correcto, consulta. Al diccionario de papel (aunque esto va siendo más raro), al DRAE en línea (Buscón del DRAE o diccionario panhispánico de dudas), repasa la web de Fundeu (Fundación del español urgente) o utiliza su aplicación para móvil, «que responde tus dudas lingüísticas». Os envío los enlaces al chat.

—Profe, con tanta recomendación nos va a dar un empacho.

—Pues no he terminado: los teclados virtuales usan diccionarios internos o externos más o menos buenos, eso deberemos ir comprobándolo, pero algunos tienen una opción que debemos exprimir al máximo: el diccionario personal. En él podemos ir dando de alta términos habituales que no aparezcan recogidos en las sugerencias de autocorrección o en la escritura predictiva. Es más, algunas aplicaciones permiten guardar el diccionario en la nube, para facilitar indefinidamente su uso en todos los dispositivos que utilice ese usuario. Otras incluso solicitan acceso a tu correo, para poder aprender de él tus formas características de escribir y facilitarte la tarea.

—Qué barbaridad, qué vigilancia y supervisión.

—Y qué comodidad y eficacia a cambio.

—Mi abuela se pondrá bien contenta cuando le cuente todo esto en una merienda pantagruélica de las suyas.

—Me viene a la memoria un texto extraordinario del gran maestro Cervantes que nos puede servir de inspiración cuando tengamos seca la mollera. Él lo llama «estar en suspenso». Procede del prólogo, que él denomina prefación, de El Quijote, cuando confiesa que no se le ocurría nada. Os lo envío el grupo de chat y lo leo:

Porque te sé decir que, aunque me costó algún trabajo componerla, ninguno tuve por mayor que hacer esta prefación que vas leyendo. Muchas veces tomé la pluma para escribille, y muchas la dejé, por no saber lo que escribiría; y, estando una suspenso, con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete y la mano en la mejilla, pensando lo que diría, entró a deshora...

Si os fijáis, describe las herramientas materiales con las que se escribe en su época, pluma, papel, bufete —el escritorio—, pero también las inmateriales: saber, pensar. Ahora usamos los estilos (stilus) o los dedos sobre las pantallas táctiles de los teléfonos inteligentes o las tabletas, pero sentimos la misma necesidad de saber y pensar, sin los cuales nos quedamos en suspenso y somos incapaces de escribir, y quien dice escribir dice actuar sobre el mundo, en vez de únicamente escuchar y obedecer. Es importante leer, pero escribir lo es aún más.

—Profe, ¿cómo sigue el texto, quién entró a deshora, qué pasó luego?

—Algo maravilloso. Búscalo después y léelo. Voy a aprovechar para publicar definitivamente en el blog una de vuestras colaboraciones, que se titula Visita barojiana a la Imprenta Municipal de Madrid.

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2.4.4. La entrevista y el wiki

Pero continuemos. Además del blog, el otro género literario inequívocamente digital es el wiki. La verdad es que no sabemos si es el wiki o la wiki, porque el DRAE no lo recoge, como tampoco lo hace con link (hipervínculo, como blog era bitácora en un principio) y otros varios términos recién llegados. Lo haga o no, la Wikipedia, un wiki de tamaño planetario, es el libro más gigantesco jamás escrito, ya que lo es además en un montón de lenguas, como pacientemente analiza José Antonio Millán en su reciente artículo El español en la Red: más de 280 lenguas tienen una Wikipedia; nueve lenguas tienen más de un millón de artículos, entre ellas el español; en fin, algo superlativo e inmenso, que deja en pañales a cualquier otra cosa.

¿Y cómo se ha hecho y se hace? Con voluntarios y redactores y editores (wikipedistas, tres millones y medio de ellos resgistrados) que mediante escritura colaborativa van mejorando la enciclopedia poco a poco. Algo que iba contra el sentido común de muchos, que vaticinaban el desastre, la falta de calidad, la manipulación, la ausencia de estímulos (económicos) para colaborar. Pues resulta que hay formas de intercambio económico que no necesitan el precio de venta al público, son economías basadas en el prestigio y el reconocimiento, que han sido estudiadas, pero no bien comprendidas. El caso es que funciona, ¡y cómo!

Y eso que el proceso de escritura es el más difícil que existe, que es el de escribir a varias manos, la que podemos denominar escritura colaborativa, aunque la expresión produzca una sonrisa, ya que muchas veces en vez de colaborar los diversos autores se lían a palabrazo limpio, permítaseme el neologismo abrupto, y se corrigen sucesivamente la redacción porque no están de acuerdo. Para eso están los bibliotecarios editores, para sembrar la paz. Pero lo propio del wiki es que hay varios autores simultáneos del mismo contenido, mientras que el blog únicamente tiene un autor principal del contenido y unos autores secundarios, de los comentarios, pero nunca se mezclan juntos en los textos. Hay wikis de muchos tipos y herramientas informáticas para crearlos, editarlos y publicarlos (MILLÁN, 2010).

Esta manera de crear textos, mediante edición cooperativa, tiene un cierto parecido al proceso de crear un resumen escolar en la pizarra, pero esta vez en una pizarra digital en línea, un wiki, y en lugar de en un aula, directamente en la red.

—Profe, yo he visto a mi hermana hacer un trabajo entre varios mientras cada uno estaba en su casa con su ordenador, y todos tenían abierto el mismo archivo a la vez: aparecía un letrerito volante que indicaba el nombre del que estaba modificando el texto. Era con Google Drive.

—Yo también lo he visto. Seguro que también se puede hacer desde el móvil o la tableta, ¿no crees, profe?

—No me extrañaría ni un pelo: ¿puedes enterarte y nos enseñas cómo hacerlo?

Lo asombroso es la elevada calidad media de los artículos de la Wikipedia y su fiabilidad creciente; pocos son ya los que no la consultan, y además gratis. Yo os confieso que periódicamente dono algunos euros, que es como se sostiene la Fundación Wikimedia, porque no puedo creer la fortuna de la que disfruta nuestro tiempo al disponer de este recurso tan soberbio y a ese precio.

Como considero un deber cívico mantener la Wikipedia en buen estado de revista, mejorándola en lo que se pueda, se me ha ocurrido una práctica de escritura digital que combina dos géneros literarios, uno tradicional y otro moderno: la entrevista periodística, uno, y la entrada de wiki, el otro. Haremos una investigación, en la que usaremos la entrevista, y luego redactaremos unos textos que volcaremos en la entrada del artículo correspondiente de la Wikipedia.

—Pero profe, ¿nosotros podemos escribir en la Wikipedia?

—Por supuesto, hay que crearse un login, que ya nos acompañará siempre, si ese es nuestro deseo, y dejará nuestra firma en lo que hagamos. Se podrá hacer clic en él y saldrán nuestras intervenciones en los diferentes artículos.

—Qué vértigo. ¿Y qué vamos a investigar?

—Pues cómo vivían los abuelos cuando tenían vuestra edad. Muchos lo hicieron en pequeños pueblos o localidades y esos son los que nos interesan: los artículos dedicados, por ejemplo, a Portillo, situado a unos kilómetros de Valladolid, y ahora una población en la que han vuelto a nacer muchos niños. Le he enseñado a la abuela (mi suegra) el artículo que le dedica la Wikipedia y me ha dicho que echa de menos muchas informaciones, sobre lugares de interés que no sean los monumentos, sobre costumbres y hábitos propios de la localidad que no figuran. Le he pedido que me hablara de cómo se vivía antaño, qué cosas han cambiado, cuáles han desaparecido y es una pena, cuáles han venido para quedarse y es una pena también, qué cosas ocurrieron de interés de las que se ha perdido memoria, y otras muchas noticias le he pedido que me contara. Pues, desde entonces no ha parado de hablar. He ido tomando notas, preparando nuevas preguntas y escribiendo sus respuestas, para con ellas poder redactar nuevos párrafos en el artículo de la Wikipedia o corregir alguno de los existentes, que no son exactos.

—Pues mi abuela es también de las que una vez que abre el grifo de la memoria no lo cierra.

—Mejor para ti, que tienes abuela todavía. Si navegáis por un artículo de la Wikipedia, como el dedicado a Portillo observaréis que existen tres pestañas en la zona superior, tituladas Leer, Editar y Ver historial, que hablan por sí mismas.

Nuestro objetivo será recopilar información y, con la presencia o no de la abuela o el abuelo, corregir y mejorar el artículo existente, mediante un login identificador, que servirá también para precisar qué cambios habéis realizado, ya que queda constancia detallada de todos ellos en la pestaña Ver historial.

—La abuela se pondrá contenta: vaya meriendas me esperan, por no hablar de las propinas.

—Pues mi abuelo es de Madrid, la abuela también..., pero la bisabuela es de un pueblo de Orense, qué digo pueblo, aldea.

—Seguro que tiene su artículo.

—No os dejéis llevar a su terreno: el objetivo principal es documentar la vida de nuestros mayores cuando tenían los dieciséis o diecisiete años, ofrecerles tener voz en la Wikipedia, hacerles un hueco y de paso poder compararlos con los vuestros, tender un puente entre las generaciones.

—Yo voy a preparar un cuestionario de preguntas y temas, para no dejarme nada.

—Prepara el cuestionario en una nota del móvil, por ejemplo con Google Keep, y realiza allí también las anotaciones escritas y las correcciones. Haz que el abuelo dicte mediante la voz, a ver si el aparato entiende y convierte el habla en texto electrónico correctamente. Si el abuelo tiene fotos buenas, pídele fotografiar o escanear alguna, para subirla a Wikimedia y poder luego asociarla al artículo.

—Profe, ¿se puede escribir directamente en Wikipedia desde el móvil?

—Pues no lo sé, lo investigaré. Quiero terminar la sesión con una última sugerencia técnica y unas reflexiones.

—Espera que me agarro a la silla, profe, que tus finales suelen ser apoteósicos, ya que siempre te guardas una carta en la manga.

—Pues esta vez no, puedes relajarte tranquilo. Quería indicaros que la Wikipedia permite la opción de crear libros electrónicos para lectura móvil recopilando artículos y creando archivos bien en formato pdf bien en epub u odf. En nuestro blog hay una entrada sobre el tema: Crear EPUBs desde Wikipedia. Cuando terminemos de actualizar las entradas sobre las que vamos a trabajar podemos crear un libro electrónico con ellas que las recopile en su estado actual, ¿qué os parece?

La reflexión final quería hacerla recopilando algunas ideas de los autores que nos han ocupado estos días y poniéndolas en fila, a ver si nos llevan a alguna parte. Lástima que no esté aquí ahora el profesor de Historia, porque disfrutaría con este ejercicio. Digo que Galdós se apoya en Cervantes, y Baroja en Galdós, que Juan Ramón se reconoce en Valle y que Federico los resume a todos cuando diagnostica que los males de España se deben no solo al hambre de pan sino al hambre de cultura, y que la educación puede ser la respuesta. Decía Cervantes que para escribir se necesita pensar, se necesita saber; Federico, varios siglos después, sigue en esa línea:

un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

Propone que el lema de gobierno sea «Cultura»:

Cultura porque solo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

¿Comprendéis mejor ahora por qué quisimos que nuestras visitas literarias incluyeran en lugar privilegiado el Observatorio Astronómico: el lugar donde se explora la luz que se esconde en la oscuridad?

 

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3. Postfación

Este artículo es hermano del dedicado a la lectura móvil y está realizado con una metodología pareja, aunque un año más tarde, lo que da lugar a algunas novedades, aunque poco importantes.

3.1. Ecosistema digital de este artículo

El artículo en formato académico que estás leyendo forma parte de un ecosistema digital —menos académico— que incluye también diversas entradas realizadas en el blog Lectodigitantes relacionadas con la escritura digital móvil, que en un primer momento constituían el núcleo principal del artículo, pero que luego fueron trasladadas al blog para poder centrar el artículo académico en la dramatización de las sesiones docentes y en los diálogos entre los alumnos y los profesores sobre el uso educativo de las herramientas digitales.

No obstante artículo y blog están estrechamente vinculados y se necesitan mutuamente: se encuentran entreenlazados (sic). El profesor encarga a los alumnos la lectura de algunas entradas del blog Lectodigitantes, entradas que existen en la realidad y que han sido creadas como complemento al mismo artículo, fuente y referencia y a la vez destino final de sus prácticas, ya que el profesor (editor) publicará allí los trabajos de los alumnos, bajo sus propias firmas, como se muestra en el caso de la Visita barojiana a la Imprenta Municipal de Madrid. Las entradas existentes son fruto de reflexiones y experimentos realizados, en efecto, en ambientes familiares y docentes, que han sido muy útiles para orientar las conclusiones que se muestran tanto en este artículo como en las entradas del blog.

Los alumnos que participan de las actividades que se describen en este artículo redactan contenidos que se difunden en diferentes entornos digitales: uno es restringido, el grupo de clase de chat, al que solo pueden acceder los interesados mediante el teléfono móvil y los números de los participantes, los alumnos y su profesor, que lo administra. No son contenidos públicos.

Las entradas en el blog representan el salto a la difusión en la red, para todo el público: se convierte en una publicación, que plantea todas las cuestiones propias del mundo editorial: autoría, edición, público. Las entradas en la Wikipedia también entran a formar parte de la red, accesible a todo el público, que además podrá corregir el texto (editarlo) y no solo comentarlo, como en el blog.

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3.2. Proceso de trabajo y uso de herramientas digitales

Por último, conviene explicar con algún detalle, el proceso completo de escritura digital que ha seguido el autor para crear este artículo, por si fuera de utilidad. Sin lugar a dudas, lo más difícil ha sido pensar, y así llegar a saber, como con pocas palabras y grandes razones señala Cervantes en su prefación. Es esta de la escritura digital móvil una materia de la que todo el mundo sabe... alguna cosa, pero muy pocos saben mucho o tienen una visión clara del conjunto. Es necesario explorar uno mismo e innovar, abrir caminos e inventar definiciones que arrojen luz sobre lo que aparece como confuso.

El proceso de trabajo y uso de herramientas ha sido el siguiente:

  • Redactar ideas y tomar notas en Keep, en el teléfono, la tableta o el ordenador y asociarlas a colores, para estructurarlas.
  • Elaborar esquemas de trabajo y diagramas en notas de papel (a falta de alternativa digital de calidad).
  • Redactar borradores de las partes del artículo en notas de Keep con texto plano, pasando del teléfono móvil a la tableta y al ordenador, y continuando la redacción donde se había dejado en el soporte anterior.
  • Corregir los textos y revisarlos pasando del teléfono móvil a la tableta y al ordenador.
  • Crear pantallazos en el móvil y transferirlos al ordenador, a la carpeta de imágenes del artículo.
  • Crear pantallazos y recortes de imágenes en el ordenador y archivarlos en la carpeta de materiales del artículo.
  • Otros archivos, bajarlos al móvil y transferidos a la carpeta del ordenador.
  • Mientras, abrir programa de maquetación, Dreamweaver, e ir maquetando un borrador avanzado en html, volcando el texto plano desde Keep de escritorio, añadiendo imágenes, hipervínculos y estilos gráficos (negritas enfatizadas, con colores, de la paleta de la revista).
  • Comprobar con el navegador la visualización de la versión local de la página del artículo.
  • Simultáneamente, migración de contenidos al blog Lectodigitantes mediante Blogger: redacción de borradores, publicación progresiva de entradas, ajustes de los textos para que coincidan con los intereses del artículo académico.
  • Ir subiendo el html al servidor donde se aloja la web de la revista Letra 15, para poder consultar el resultado visual del borrador, sin acceso del público, mediante el navegador del móvil o de escritorio (bufete, diría Cervantes), con el que se puede comprobar cómo se ve por los internautas: legibilidad, tamaño de la letra, colores, enlaces, visibilidad de las imágenes...
  • Repetir este proceso de notas en texto plano hacia html maquetado con estilos y redacción definitiva
  • Revisión de los detalles: hipervínculos, colores, párrafos, referencias internas y externas.
  • Envío de partes para su revisión por expertos.
  • Paso de las correcciones para elaborar la versión final, que se envía al editor para su publicación.

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3.3. La escritura y edición de libros electrónicos en formato epub

Una vez que el autor ha creado el original, que podríamos llamar el manuscrito digital, hay que escoger el proceso editorial que mejor se ajuste a nuestra intención. Hemos visto en este artículo ejemplos prácticos de difusión por chat, blog o wiki y las herramientas específicas que se utilizan para ello.

Queda por tratar otra forma de difusión, que es la de crear un libro electrónico y subirlo a un sitio web para su lectura o descarga directas por el público. Eso es lo que hace cualquier biblioteca digital o hacen también las editoriales comerciales que publican libros electrónicos (ebooks). Escogen un formato de archivo que soporte el contenido de autor, lo maquetan y lo editan, para luego difundirlo en una plataforma. Hay dos formatos de archivo que dominan la lectura móvil, epub, que es un estándar abierto, aunque se puede proteger, y mobi o azw, que son cerrados, propietarios y específicos del ecosistema Amazon.

Al ser un estándar abierto, existen muchas herramientas que permiten crear archivos epub, y hay autores que se animan a hacerlo directamente (autoedición) aunque otros delegan en las editoriales digitales o librerías virtuales que ofrecen esos servicios, que son muchas, desde la Casa del Libro a Google Libros o la citada Amazon. Crear un epub no es un proceso complicado, aunque se necesitan unos conocimientos mínimos de lenguaje html y su derivado css. Si se tienen, se puede recurrir a Sigil o Calibre para crear epubs directamente o mediante conversión desde otros formatos. Muchos aplican una conversión con Calibre y luego finalizan la maquetación con Sigil.

Existe también la opción de convertir una página web que se lee en línea y con conexión en un archivo epub que se puede descargar y almacenar, para ser leído más tarde fuera de línea y sin conexión. De esto trata la entrada Cómo fabricar EPUBs, con dotEPUB. Desde luego, también se puede preparar el ordenador Para leer epubs con el navegador.

Nadie sabe si alguna de estas dos formas de lectura acabará dominando a la otra ni cuándo sucederá eso, por lo que el dilema permanece en el aire: Leer en línea o fuera de línea.

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4. Referencias

A lo largo del texto de pueden encontrar numerosos hipervínculos externos; los más importantes son los siguientes:

 

4.1. Recursos digitales

 

4.2. Bibliografía

  • ÁLVAREZ ANGULO, T. (1998). El resumen escolar. Teoría y práctica. Barcelona: Octaedro.
  • CEBRIÁN, J. L. (2007). La vida en un blog. Discurso en la RAE. En El País, 5-11-2007. Consultado 13-10-2014.
  • FERNÁNDEZ BERROCAL, Rocío (2007). Guía del Madrid de Juan Ramón Jiménez. Madrid: Comunidad de Madrid. Versión digital en pdf y epub.
  • FERNÁNDEZ DELGADO, J. (2009). El paseante simbólico recorre Madrid. En Madrimasd. Ciencia y Cultura [En línea]. Publicado 4/04/2009 y consultado 2/09/2014.
  • FERNÁNDEZ DELGADO, J. y FERNÁNDEZ COLINO, H. e I. (2014). «Sacad los móviles, vamos a leer». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año I. Nº 01. ISSN 2341-1643.
  • GARCÍA-POSADA, M. (2007). Guía del Madrid barojiano. Madrid: Comunidad de Madrid. Versión digital en pdf y epub.
  • GARCÍA-POSADA, M. (2008). Guía del Madrid galdosiano (2ª edición). Madrid: Comunidad de Madrid. Versión digital en pdf y epub. La 1ª ed. es de 2005.
  • LAMARCA LAPUENTE, María Jesús (2006-2013). Hipertexto: el nuevo concepto de documento en la cultura de la imagen. Tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid. Versión en línea: http://www.hipertexto.info Fecha de Actualización: 08/12/2013. Consultado 25/10/2014.
  • LUCÍA MEGÍAS, J. M. (2012). Elogio del texto digital. Madrid: Fórcola. Hay edición digital en ebook.
  • MILLÁN, J. A. (2010). «Hacia la escuela 2.0», con licencia Creative Commons. [Proyectos con programas gratuitos para formar ciudadanos de la sociedad del conocimiento] [En línea]. Consultado 13/10/2014. Versión Flash-Html.
  • MILLÁN, J. A. (2014). El español en la Red. [En línea]. Consultado 13/10/2014.
  • Real Academia Española. (2014). Blog. En Diccionario de la lengua española (avance 23ª edición). [En línea]. Consultado 25/10/2014.
  • Real Academia Española. (2014). Chat. En Diccionario de la lengua española (avance 23ª edición). [En línea]. Consultado 25/10/2014

4.3. Repositorio con los archivos utilizados en este artículo

 

4.4. Créditos del artículo, versión y licencia

FERNÁNDEZ DELGADO, J. (2014). «Sacad los móviles, vamos a escribir». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año I. Nº 02. ISSN 2341-1643 [URI: http://letra15.es/L15-02/L15-02-09-Sacad-los-moviles,vamos-a-escribir.html]

Recibido: 27 de octubre de 2014

Aceptado: 8 de noviembre de 2014.

Última actualización: 28 de diciembre de 2014.

Licencia Creative Commons: Reconocimiento – CompartirIgual (by-sa): se permite el uso comercial de la obra y de las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra original.

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