Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección TECNOLOGÍAS

Sacad los móviles, vamos a leer

Parte 1 de 7

Javier Fernández Delgado

Editor público, experto en edición digital
Consejería de Educación, Juventud y Deporte de la Comunidad de Madrid

javier.fernandez@madrid.org
lectodigitantes@gmail.com

Héctor e Irene Fernández Colino

Estudiantes de Educación Secundaria en el Instituto Beatriz Galindo de Madrid

hectorfercolino@gmail.com
irenefercolino@gmail.com

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Resumen / Abstract

Resumen.

Tras unas reflexiones sobre la ampliación de las fronteras del mundo del libro y la lectura que vivimos, se muestran las posibilidades de los terminales móviles como dispositivos apropiados para la práctica de habilidades avanzadas de lectura y escritura digitales, de especial interés para Educación Secundaria y muy particularmente para la materia de Lengua castellana y Literatura, aunque extrapolables a otras materias y niveles educativos. Además de presentar una descripción dramatizada de prácticas pedagógicas paso a paso con textos digitales de Cervantes, tanto en el aula como fuera de ella, en La Pedriza y en Toledo, se explican los requisitos para la realización de dichas prácticas, con especial énfasis en las aplicaciones informáticas y archivos necesarios.

Palabras clave: libro, lectura digital, móvil inteligente, didáctica, educación, lengua española, literatura, Cervantes, ejercicios prácticos, aplicaciones informáticas.

Take out your phones, let's read

Abstract.

After some reflections about the widening of the borders of the universe of books and reading experienced nowadays, the author shows smartphones skills for advanced reading and digital writing. These skills are most useful for High School education and specifically for Spanish Language and Literature learning, although extendible to other educational subjects and levels. Next, after introducing a dramatized description of pedagogic practices using Cervantes digitalized texts, which take place both inside and outside of classrooms, in La Pedriza and Toledo, the author explains the requirements of such practices, especially in relation with informatic applications and files.

Keywords: book, digital reading, smartphones, didactics, education, spanish language, literature, Cervantes, practical exercises, informatic apps.

Índice del artículo

In Memoriam

A Arturo y Carlos,
forjadores de maestros.

Profesores,
que vemos a los pupilos
teclear ferozmente en el móvil,
y no sabemos qué hacen
y sin embargo imaginamos
lo que podrían hacer.

1. Prefacio

A1.Guasapeando

Cuántos habrá que no encuentran lo que buscan sencillamente porque nadie lo ha escrito y difundido para darlo a conocer.

Cuántos habrá que observan con desconfianza a esas manadas de chavales tecleando febrilmente en sus móviles mientras asienten con desgana a lo que se les está diciendo, claramente mucho menos interesante que las maravillas, o estupideces, quizá, ocultas entre sus dedos y tras sus pantallas.

Cualquiera sabe lo que estarán haciendo...

¿Por qué no intentamos, queridos profesores, llevarlos al huerto de la literatura, o de la historia, o de la ciencia, ya que estamos? Este artículo, un tanto sinuoso, persigue, arrimando el ascua a nuestra sardina, lograr la complicidad de los educadores para llevar las nuevas tecnologías digitales al terreno que mejor conocemos, que es el didáctico, y convertirlas en potentes herramientas de aprendizaje, capaces de llegar a rincones de difícil acceso por otros medios.

Y lo haremos de forma eminentemente práctica. Vaya por delante el aviso de que las guindas de esta tarta didáctica que vamos a degustar son la facilidad de uso del diccionario en la lectura digital y la simplicidad del procedimiento necesario para la investigación educativa.

A2.Pantalla.Samsung.G.Mini

Un texto de las Novelas ejemplares visto en la pantalla del modelo Samsung Galaxy Mini, que tiene 6,4 cm de alto en tamaño real (3,14 pulgadas) y una resolución de 320x240 píxeles.

Los móviles están prohibidos en la mayor parte de los centros educativos, y con razón, por los muchos riesgos que presentan…, según la opinión general. Por ejemplo, la normativa vigente de referencia en los centros de la Madrid reza así: «no permitiéndose el uso de móviles, otros dispositivos electrónicos o cualquier objeto que pueda distraer al propio alumno o a sus compañeros», frase que leída con atención parece que deja la puerta abierta a usos que no distraigan, como los que aquí se van a explorar.

Al mismo tiempo, los jóvenes y los estudiantes los utilizan constantemente para leer y para escribir; sí, sí, leer y escribir, manteniendo conversaciones textuales, innovando, adjetivando, redactando, improvisando, practicando la Lengua y la Literatura: quizás más que nunca antes. Y lo hacen a cántaros, porque no paran. Utilizan WhatsApp, Tuenti, Twitter, Facebook, Gmail, Hangouts…

¿Sabemos cómo lo hacen, sabríamos hacerlo nosotros?

Con lo buenas que han sido las notas el curso pasado y a pesar de la crisis, muchos chavales han conseguido sus móviles inteligentes, unos con Android de Google, otros con iOS de Apple... ¡Hay tantos modelos y la presión social es tan fuerte!, lo que les permite estar localizados y accesibles, pero también les posibilita relacionarse con compañeros y amigos: chatear, leer, compartir fotos…, muchas cosas.

Estos móviles inteligentes, que se desplazan con la persona a donde quiera que vaya, permiten que los usuarios los adapten a sus necesidades e intereses, mediante la instalación de aplicaciones específicas, unas para comunicarse, otras para jugar, o informarse, o para lo que sea: una brújula, una linterna, un lector de códigos de etiquetas QR que utiliza la cámara, un escáner para documentos, un lector de noticias, un mapa estelar, un piano, una radio, un navegador, un diccionario de sinónimos o de idiomas, el de la Real Academia Española..., en fin, estos móviles también permiten disponer de una aplicación lectora de libros electrónicos (ebooks), o de varias de ellas, para probarlas todas y ver cuál conviene más.

Bastantes aplicaciones son de instalación oficial gratuita, y algunas tienen versiones ampliadas de pago, por pequeñas cantidades. Si no interesan, se desinstalan y santas pascuas. ¡Es tan fácil y rápido, y divertido! Lo de menos es hablar por teléfono con la voz, como se está comprobando. Las funciones inteligentes de agenda y tableta se han comido a las del teléfono propiamente dicho.

A3.Lectoras.digitales.bus

Todavía no son mayoría, pero su número crece de día en día, basta con echar una mirada en rededor en el autobús o en el Metro, sentados o de pie, con la mirada atenta a sus artefactos, para comprobar que los lectores y escritores digitales, hagan lo que hagan en sus pantallas, quién lo sabe, prosperan como hongos y se extienden como setas.

Estos móviles inteligentes, digámoslo ya y desvelemos el pequeño misterio, permiten la práctica de habilidades avanzadas de lectura y escritura, que son una de las razones de su éxito, aunque muchos usuarios no lo sepan ni las hayan practicado conscientemente, o rechacen incluso su existencia. Habilidades como las siguientes, que se ponen en práctica explícitamente en este artículo:

  • Leer textos digitales, en particular clásicos.
  • Leer a través del texto digital mediante hipertexto, gracias al índice interno o tabla de contenidos.
  • Explorar las posibilidades de lectura que ofrece la utilización de diversos tamaños de fuente y de diferentes tipos de letra (legibilidad), estimulando la sensibilidad tipográfica.
  • Señalar mediante color de resaltado de texto palabras de significado no conocido o no bien conocido, creando marcadores personales (bookmarks) en una lectura, mediante cuatro pulsaciones y un arrastre.
  • Buscar los marcadores en la relectura y saltar a los lugares donde se encuentran en el texto.
  • Utilizar escritura digital predictiva, basada en diccionarios, para las búsquedas.
  • Buscar términos en el texto electrónico, saltando de un resultado a otro. Pueden ser búsquedas de término exacto o de concepto.
  • Añadir comentarios a los marcadores, sean de carácter personal o proponiendo respuestas a cuestiones planteadas.
  • Recopilar marcadores y comentarios y exportarlos en un archivo de texto.
  • Copiar y pegar texto electrónico desde una aplicación a otra.
  • Usar diccionarios: DRAE, sinónimos, idiomas.
  • Buscar directamente términos de una lectura en diccionario digital local (fuera de línea) con cuatro pulsaciones, sin escritura.
  • Buscar directamente términos de una lectura en diccionario digital en línea DRAE, mediante copiar y pegar, con trece pulsaciones, sin escritura.
  • Elegir la acepción más apropiada al contexto.
  • Buscar en línea sinónimos y antónimos con aplicación específica.
  • Recortar y guardar textos de una lectura.
  • Compartir textos de una lectura con otros lectores mediante aplicaciones de redes sociales y otras muchas.
  • Elaborar trabajos de lectura en grupo, con selección de textos y comentarios y glosas, tareas abiertas y de colaboración que posibiliten la creatividad horizontal.
  • Reunir y organizar documentación útil para la investigación.
  • Investigar en el texto digital, buscar, encontrar, seleccionar, anotar, comentar y compartir.
  • Escribir de forma rápida con varios teclados, mediante escritura deslizante o pulsada, o mediante dictado de voz.

Como subraya el profesor Lucía, la lectura es una tecnología, por lo que hay que aprenderla, no se nace sabiéndola; además, somos conscientes de que ha sufrido cambios importantes y han ido surgiendo históricamente diversos tipos, que aún hoy siguen evolucionando e interactuando: la lectura intensiva y memorística, propia de la época medieval y de la escasez de libros, es muy diferente de la lectura extensiva, superficial y volátil propia de los últimos siglos, donde es mayor la abundancia de libros. En nuestros días, prospera la lectura fragmentaria del hipertexto, que no solo salta de unos a otros sino que lo hace de forma simultánea y multicanal (LUCÍA, 2013).

Estas posibilidades se inscriben en el contexto de la ampliación de las fronteras del libro y la lectura que han traído consigo las nuevas tecnologías y que la legislación poco a poco va recogiendo. La definición legal actual de libro (Ley 10/2007) es la siguiente: «obra científica, artística, literaria o de cualquier otra índole que constituye una publicación unitaria en uno o varios volúmenes y que puede aparecer impresa o en cualquier otro soporte susceptible de lectura». El énfasis se encuentra en el término lectura, mientras que el soporte pasa a segundo plano. Importa el vino, no tanto la botella que lo contiene.

Otra legislación (Ley 23/2011) distingue entre soportes tangibles, como los impresos, los discos o los lápices de memoria, y los intangibles, como los sitios web, que pueden alojar publicaciones electrónicas que se difunden por Internet, y que se pueden leer en línea (online) o, si fuera posible descargarlas a un terminal, leerlas fuera de línea (offline), como en perfecta analogía hacemos con el libro de papel de toda la vida.

Los soportes tangibles o físicos se caracterizan porque es el editor el que realiza las copias de la obra creada por el autor, la tirada, y las distribuye y vende. Sin embargo, en los soportes intangibles, no hay propiamente creación y distribución de copias por el editor: en su lugar hay comunicación pública, como sucede en un recitado de poesía en un teatro o en un concierto en un auditorio.

El editor digital elabora una primera copia, que se puede considerar el original digital, y lo difunde en un sitio web de la Red, y son los lectores los que, en cierta medida, elaboran las copias electrónicas, bien leyendo en el mismo sitio web o bien descargando formalmente un archivo (como un libro electrónico o ebook), todo esto con una casuística muy diferente a la de la gestión de libros impresos, con la que estamos más familiarizados.

La copia que tiene el lector puede multiplicarse si este la reenvía y comparte, o la difunde en un nuevo sitio web al que acceden otros lectores que hacen nuevas copias. El proceso técnico de copia es muy sencillo y contrasta con la dificultad y, desde luego, carestía de la creación y distribución de copias de libros o revistas en papel. La dificultad principal de la copia digital se encuentra en otra parte, en las cuestiones de propiedad intelectual y derechos de copia implicados, que están impulsando también cambios legislativos que garanticen que en los nuevos entornos tecnológicos se respeten tanto los derechos del autor como los derechos del lector.

Los soportes intangibles o virtuales pueden adoptar («encarnarse en» podría decirse), muchos formatos diferentes que permiten la lectura, tantos como tipos de archivos electrónicos existen, tales como HTML, JPEG, DOC, PDF, EPUB, MOBI o FB2, por citar los más habituales.

Algunos son de solo imagen y otros contienen texto electrónico, buscable y copiable. Unos conservan una forma fija y otros contienen texto fluyente (reflow) y elástico, de manera que su forma se adapta a la pantalla en la que se lee, como sucede en la lectura de webs con el navegador en el ordenador, o en la lectura de libros digitales con lectores electrónicos, como los ereaders de tinta electrónica, las tabletas o los móviles inteligentes, de los que nos ocupamos especialmente en este artículo, dada la trascendencia social y educativa que tienen.

Todos estos dispositivos están perfectamente preparados para los textos líquidos pero no para los textos sólidos, que no se adaptan al recipiente lector. Cuando se quiere agrandar la letra en estos últimos para poder leerlos, se desborda la anchura del párrafo, igual que ocurre con los libros de papel al acercarlos a los ojos, que se deja de poder leer y se dificulta o impide incluso la lectura.

Los textos digitales pululan y fluyen con gran facilidad de unos soportes a otros (KELLY, 2011a) y cambian de formato para posibilitar la lectura en pantalla en los distintos terminales, sean grandes como ordenadores, medianos como las tabletas o, sorprendentemente, pequeños, como los móviles.

Estamos ante una pantallización de la lectura, que se ha vuelto viable gracias a la tinta electrónica, que se lee como el papel, y a la retroiluminación de las pantallas, que tienen cada vez más resolución y contraste. Además estas pantallas de ahora, capacitivas, funcionan tocándolas con las yemas de los dedos, como se hace con el papel, lo que una vez que se le coge el punto, resulta muy agradable y sorprendentemente preciso.

Así que no es de extrañar el tremendo auge de la edición digital en soportes no tangibles, que no hay que confundir con el negocio de la venta de archivos con libros electrónicos, que está todavía en mantillas. Se multiplican en Internet las páginas webs, los blogs, los wikis, las redes sociales, y los archivos sueltos con contenidos textuales o visuales, muchos de los cuales son creados y difundidos por autores-editores, que son una especie muy diferente de los editores profesionales de libros y revistas impresos.

Pero hay que incluir también en esta explosión textual el correo electrónico, los mensajes de texto sms y, cómo no, la mensajería instantánea o chateo, que son elementos cada vez más importantes de las relaciones sociales de todas las generaciones.

Por otra parte, la gran extensión que ha adquirido la red tecnológica e Internet posibilita la lectura digital casi en cualquier parte, tanto si estamos conectados en línea, mediante red de cable, red wifi o conexión de datos, como si nos encontramos fuera de línea, mediante la portabilidad de los archivos en las memorias.

Asistimos, en consecuencia, al fin del mundo del libro y la lectura tal como lo conocíamos, pero simultáneamente podemos vivir, si conseguimos no ser torpes (clumsy) (BROOKER, 2011), el comienzo de una edad de oro del libro y la lectura, un ecosistema o paradigma nuevo, en el que se puede leer en cualquier soporte, tangible o, sobre todo, intangible, con la posibilidad de acceso inmediato a una multiplicidad de textos, sobre todo digitales, que estén en la nube o almacenados en nuestros dispositivos. Es un auténtico fincipio.

El libro y la lectura del futuro dependerán mucho del impulso incansable de la edición pública, que haga accesibles en línea, mediante la digitalización y el uso de estándares abiertos, los contenidos conservados con gran esfuerzo por las instituciones de la memoria: museos, bibliotecas y archivos, que ahora ven reafirmada su razón de ser en forma incontestable.

De este modo, las bibliotecas digitales, en tanto que editores digitales, podrán recopilar esos materiales culturales y ofrecerlos al público lector general y no solo al especializado. Project Gutenberg, Europeana, Hispana, la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y otros muchos proyectos, públicos y privados, toman como punto de partida los impresos y les dan forma digital.

De ahí que para los editores de hoy en día sea importante simultanear la edición impresa con la digital, ofreciendo ejemplares en papel que se distribuyen y agotan con rapidez, en tiradas ajustadas a la demanda, y difundiendo al mismo tiempo las versiones digitales, que tienen mayor movilidad y también mayor vocación de permanencia que los fugaces impresos.

Sirva como ejemplo la labor editorial de la Consejería de Educación, Juventud y Deporte de la Comunidad de Madrid, que planifica su actividad editorial mediante Planes Anuales de Publicaciones que se publican en el Boletín Oficial y presenta su catálogo en línea en la web Edupubli, la cual cuenta con una Biblioteca Virtual que reúne todos los títulos disponibles en versiones digitales, cuyos originales en papel hace tiempo que se agotaron.

Los libros impresos que atesoramos en las estanterías se ven ahora de forma diferente: aunque sintamos pasión por ellos, ya no son tan imprescindibles, porque para un número creciente de los mismos existen versiones digitales accesibles, que también ansiamos consultar porque en ellas podemos hacer búsquedas, subrayar o copiar párrafos que nos interesan sin deteriorar la obra, aunque interaccionando con las pantallas, y compartir nuestros gustos con otros lectores de manera fácil.

A4.Pantalla.Sony.Xperia.U

Un texto del Quijote visto en la pantalla del modelo Sony Xperia U, que tiene 7,7 cm de alto en tamaño real (3,5 pulgadas) y una resolución de 540x480 píxeles.

No hay inconveniente en que nuestra biblioteca digital crezca a la sombra de la biblioteca física, ni en que se complementen o se superpongan, porque pertenecen a mundos perfectamente compatibles, los de la lectura, como comprueban cada día quienes se adentran en el intento.

En nuestra biblioteca multisoporte, conviene añadir al Quijote de papel un Quijote digital, por lo mucho que puede aportar a su lectura, enriqueciéndola, como se pondrá de manifiesto en estas páginas.

Los pronósticos anuncian para pasado mañana la expansión, hoy aún minoritaria, de la lectura de libros mediante el acceso (instantáneo) al texto electrónico y no por adquisición de las obras en propiedad (descarga), de forma que leamos en la nube mientras estamos conectados y lo hagamos en gran parte mediante suscripción (KELLY, 2011b), en vez de acumular obras físicas en las estanterías.

Además, cada vez con mayor frecuencia, las obras nacen digitales, exclusivamente, sin versiones tangibles, aunque (KELLY, 2011a):

Los actuales custodios de los libros electrónicos –Amazon, Google y las editoriales– se han puesto de acuerdo para mutilar la fluidez de los libros electrónicos al impedir que los lectores copien y peguen el texto con facilidad, o que copien grandes secciones de un libro, o manipulen significativamente el texto de cualquier otra manera. Pero con el tiempo el texto de los libros electrónicos será liberado, y florecerá su verdadera naturaleza [...] El libro aparecerá cuando se lo llame. La necesidad de comprar o almacenar un libro antes de leerlo ha desaparecido. Un libro es menos un artefacto y más una corriente que fluye hacia tu campo visual.

En ocasiones parece preferible dejar de lado, por un momento, el término «libro», que sin pensar identificamos con el libro comercial para la venta, mercancía que tiene un precio y circula por el mercado; la cual, en realidad es un caso particular de un fenómeno más amplio, el de las publicaciones textuales, que comprende todo lo que se puede leer y se publica y difunde para el público, independientemente de cual sea el soporte que lo aloje, sea este papel, pantalla o una pared en la que proyectemos el texto, procedimiento, por cierto, cuya generalización en el móvil está al borde de la esquina.

Verdaderamente da vértigo contemplar cómo se ha ensanchado el panorama de la lectura y se han ampliado, como decíamos al principio, sus fronteras; cómo los términos consagrados se quedan cortos y hay que estirar su significado o buscar otros. Cuánto trabajo les espera a los bibliotecarios y libreros en el nuevo mundo, por no hablar de los profesores.

La actitud social ante todos estos fenómenos que estamos describiendo es decisiva: se puede optar, claro, por ignorar los cambios y las oportunidades, amedrentarse por la piratería en vez de concluir que hay una demanda de lectura que atender, retrasar las novedades (muchos perciben los ebooks como excesivamente caros, para ser objetos que no se pueden tocar), rendirse a la nostalgia o hacer como si nada y seguir igual. Lo peor es no hacerse las nuevas preguntas que exigen estos tiempos (GIL y RODRÍGUEZ, 2011).

Aunque también podemos interesarnos por las novedades, explorar las exigencias de los nuevos soportes y sus posibilidades, incorporarlos a nuestras actividades e investigar e innovar a nuestro nivel.

Este artículo quiere ser un ejemplo de esa actitud, ya que ha sido escrito a tres manos por un padre, editor público, y sus hijos, estudiantes de Secundaria y alumnos del Instituto público Beatriz Galindo de Madrid, donde imparten clase imponentes profesores de Lengua y Literatura, que dejan una profunda huella en sus estudiantes, y cuyas experiencias hemos tenido muy en cuenta en la redacción de estas páginas: Carlos Herrero, Ramiro Ribeiro, Lidia Hernández y Ángela Prieto.

Se nos ha ocurrido que la mejor manera de explicarnos era injertar estas reflexiones en unas experiencias didácticas concretas, que se puedan poner a prueba una y otra vez y que sirvan de ejemplo a quienes deseen adentrarse en el nuevo mundo digital y comprobar qué puede ofrecer.

A5.Pantalla.Samsung.G.III

Un texto del Quijote visto en la pantalla del modelo Samsung Galaxy III, que tiene 10,7 cm de alto en tamaño real (4,8 pulgadas) y una resolución de 1280x720 píxeles.

Buscamos también que en estas experiencias didácticas se reconcilie lo mejor de ambos mundos, el analógico y el digital, y que se desarrollen, por qué no, tanto en el aula como fuera de ella, como nos enseñaron los grandes maestros, posibilidades que la tecnología sin cables ofrece con los brazos abiertos.

Queremos contar unas experiencias imaginarias pero verosímiles, y hacerlo paso a paso, explicando cada detalle y salvando cada escollo, de forma muy práctica y reutilizable por profesores y estudiantes. Se nos perdonará el uso de un lenguaje coloquial y dialogado, esquemático sí, pero también con gran poder didáctico.

Vamos a leer en pantallas como las que se muestran a tamaño real en este prefacio, que ofrecen unas razonables prestaciones lectoescritoras, como comprobaremos, ya que aunque son más pequeñas que las de las tabletas, tienen la enorme ventaja de la movilidad y la universalidad.

Aunque todo esto, concluimos al final, solo puede narrarse apropiadamente mediante un recurso que no es habitual en los artículos académicos, pero que en este caso se ajusta como anillo al dedo: una dramatización pedagógica, que hemos repartido en varias escenas.

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