Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

1.
Máximas y aforismos de Cuadernos de Guardamar

Jesús Diéguez García

Jesús Hilario Tundidor

Unos de los principales representantes de la llamada generación del 60, el autor nació en Zamora en 1935, y reside actualmente en Madrid. Ha recibido premios como el Adonais (1962), el San Juan de Baños (1997), el Premio de la Academia Castellano-leonesa de Poesía (1999), el Premio Internacional León Felipe (2000) o el Premio Castilla y León de las Letras (2013). En el 2010 publica Un único día, que organiza y estructura su obra poetica en dos libros unicos: Borracho en los propileos (Primera época) y Repaso de un tiempo inmovil (Segunda época). Como ensayista ha publicado, entre otros trabajos, Seis poetas de Zamora, Reflexiones sobre mi poesía o El hacer del deshacer. El autor ante su obra.

A continuación nos ofrece una pequeña muestra de su libro aún inédito Cuadernos de Guadarmar en el que se acerca al género de aforismo para darnos, de una manera directa e íntima, su visión sobre el lenguaje y la creación poética.

 

1. El lenguaje como comunicación con el otro es posterior al lenguaje como comunicación con el mundo.

2. ¿El lenguaje es pensamiento o pensamiento es lenguaje?

3. ¿Pero qué es pensar? ¿Qué es experiencia? ¿Acontecimientos o causalidades?

4. Solo hay experiencia personal en la formación de la inteligencia.

5. En el origen del lenguaje está el origen del pensamiento que está en el origen de la inteligencia.

6. La realidad es aprehensible por el conocimiento, pero es diverso su significado en cada individuo.

7. Sin embargo, todo es conocimiento; aun aquello que no se conoce.

8. ¿Por qué es posible aplicar la duda a la verdad?

9. La realidad se da a la percepción y a la experiencia. Lo real a la sabiduría.

10. Hemos perdido el más noble de las herramientas que conforma la sabiduría, el pensar por el puro gozo de pensar.

 

             Arriba                                  Arriba            

2.
Cuatro poemas

Jesús Diéguez García

Felipe Díaz Pardo

El autor (Madrid, 1961) es licenciado en Filología hispánica, profesor de Secundaria e inspector de Educación. Ha publicado numerosos libros de tema educativo y de creación literaria: novelas (La sombra que nos persigue, La humanidad de los dioses, Tanto motivo sin fisura, La casa de las almas soñadas, La factoría de los sueños, Profundo origen, Tardes en El Edén, Vuelo sin retorno) libros de relatos y cuentos. Reproducimos en esta ocasión varios poemas de su último libro, en esta ocasión de poesía, recientemente publicado En paradero desconocido.

fedipar@gmail.com

2.1. Ímpetus y recuerdos

Veo que, cuando la rosa cae,

la tarde se detiene.

 

Veo robar al sol

los últimos rayos de esperanza.

 

Sombras de paja se vuelven contra mí

y alimentan el único fuego que,

dentro de mí,

se esconde.

 

Sigue en vilo

el alma que se arrastra,

que me quiere empujar

hacia el precipicio

que cada día levanto,

disperso,

entre el ramaje de mi existencia.

 

Su sonrisa fue mi sonrisa en

atardeceres y crepúsculos.

 

Nacen luces de piedra entre sus ojos

y la noche.

 

2.2. Resurgir

No hay nada mejor

que reconocer que la vida

son instantes que no vuelven,

flores deshojadas cada mañana

que inicia un nuevo día

imposible de recuperar.

 

No hay nada mejor

que apreciar lo que se tiene

antes de que el velo oculto de la noche

extienda el tul de sus entrañas

a todo aquello que no le es fiel,

a todo aquello que les estorba.

 

No hay nada mejor

que darlo todo por perdido,

como cuando los atardeceres

te acompañan con su ocaso

o cuando un recuerdo

te hace revivir

lo que ya no existe.

 

Pero hay que ser fuerte y resurgir,

buscar entre los restos del naufragio

y encontrar la cuerda que nos une

a ese hilo de ilusión,

a esa brizna de esperanza,

que siempre nos deja el fracaso.

 

2.3. El recuerdo

Las nubes del tiempo pasan

y se repiten,

sin descargar torrentes que todo lo arrasan,

ni rayos que ciegan el horizonte,

ni truenos que asustan

a los que lloran.

 

Las nubes del tiempo mantienen

la calma

de un tiempo muerto que ya no vuelve

aunque la brisa enrede

entre sus brazos, huellas y restos

de la memoria.

 

Las nubes del tiempo solo,

con su silencio inútil,

arrastran penas del aire y sombras

que al sol cubren de oscura bruma

y a aquel que las ve pasar,

desarma.

 

 

2.4. En mi barrio

En mi barrio,

cuando las hijas del churrero

eran princesas en mis sueños,

yo todavía era un príncipe azul

por descubrir.

Y su uniforme de colegialas,

el más hermoso de los vestidos,

envoltorio ya de prometedores carnes

e incipientes redondeces

que me hacían acudir cada tarde

a respirar

el caldo aceitoso y caliente

de mis deseos.

 

En mi barrio,

cuando el tendero de ultramarinos

era ejemplo de éxito y admiración,

yo todavía hacía las sumas

con los dedos de una mano.

Y su chaquetilla de inmaculada blancura,

el signo sin tacha del triunfo

que prometía mayor gloria

a los que le conocíamos.

 

En mi barrio,

cuando la cerillera de la esquina

era el rincón de mis ilusiones,

yo todavía era un ingenuo fumador

de pitillos sueltos y a escondidas.

Y su negra figura de solitaria vendedora,

la más triste imagen de una intermediaria,

que alentaba pequeñas travesuras

a jóvenes rebeldes.

 

En mi barrio,

cuando en la lontananza del horizonte

apenas se distinguía la maraña de edificios lejanos,

yo todavía no sabía de sueños

más allá de sus límites.

Y sus breves manzanas, de cómodas calles,

un laberinto tan simple

que me hacía pensar

que todo era fácil.

 

             Arriba                                  Arriba            

3.
Poemas

Guillem Vallejo

Guillem Vallejo

El autor es doctor en literatura comparada y profesor de Lengua y Literatura castellana. Ha impartido durante más de diez años clases de formación en el Colegio de Doctores y Licenciados de Barcelona. Ha publicado los poemarios, Las verdades imposibles (Seuba ediciones), Perfil sin sueño (Seuba ediciones) y Mirall obert (Columna ediciones), El frutal del adiós (Parnass ediciones), Ahorimos en azul (Parnass ediciones). También ha escrito ensayo de crítica literaria, en libros como Federico García Lorca. Poesía y teatro: La casa de Bernarda Alba (Alhambra Longman), Taller de poesía (Oikos Tau). Coordina la tertulia Ética y poesía en el Ateneo Barcelonés y es colaborador de revistas como Cálamo o El Ciervo. Dirige, como presidente, la asociación Poesía en Acción y la APE Juan Boscán.

3.1. Del libro, inédito, De la nieve en los labios

A veces

A veces

cuando tú y yo hablamos somos cuatro,

los que hablan por nosotros de nosotros,

los que miran sin verse ensimismados,

los que fueron, los que no pudieron ser,

las ideales voces que persisten

hablando de nosotros sin nosotros.

Los que amaron y ya no lo recuerdan,

los que perdieron algo en sus espaldas

y miran las cumbres con nostalgia,

los que siguen hablando en el silencio,

y ocupan el territorio de los besos,

las intrusas voces incrustadas

entre el corazón y la garganta.

A veces

cuando tú y yo hablamos somos multitud

de voces y no hay forma humana de escucharlas.

Faltan oídos, faltan ojos, falta tiento y tiempo

para oír todo lo que no alcanzamos a decirnos.

Por eso a veces

necesito hablarte con las manos, con mi lengua,

que mi discurso sea un curso lento

por la geografía de tu carne, donde reina

el silencio sabio de la tierra, donde los pájaros

aman el cielo que los ampara y los eleva.

A veces

me emociona pensar que me recorres

por la fibra sensible de mis versos,

que puedes escucharme con tus ojos,

que puedes reconocerme en el silencio,

que nos amamos lejos

de los debería y los pudiéramos…

Que hay dos voces sin más que hablan sabiendo

la dicha de encontrarse ellas dos solas.

A veces.

 

Si escribo

Si uno suelta un verso surge un puente.

Una gaviota pasa por encima, y es tu risa.

Un niño me llama por el globo que ha perdido.

Y es mi infancia y yo lo atrapo. Se lo acerco

con el cabo de la cuerda y nos miramos

sin despegar el alma de los labios.

Y yo me quedo absorto con un globo

que quizás me sostiene sin saberlo.

Debajo pasa un río y no es mi llanto.

Si lo fuera, me lanzaría de cabeza

para beber las lágrimas que no logré

verter, para traerte con ellas hasta ti

que vuelas alto, sobre el puente, tras

los pasos que cruzan firmes, en silencio,

con este cuerpo lentamente levantado

con pasión, con la frágil transparencia

del que pone su destino en cada paso,

con tantas voces idas que son mías

y que emergen de su fondo con mis manos.

Si uno suelta un verso surge un puente,

pasa un niño, nace un vuelo, un horizonte

se abre, y te sé, por fin, aquí, a mi lado.

 

3.1. Del libro El frutal del adiós

Dejar estar las cosas; que encuentren su lugar

un poco sin nosotros. Desaparecer justo 

a tiempo.  No agrietarnos el ánimo buscando

ventanas en el viento, solidez en el mar.

Un niño pelea fruta,

marea la merienda,

combate a mano armada

la piel con el cuchillo.

Pela la fruta -dirán,

y se equivocan.

Crecer es siempre una guerra

a muerte con el cuerpo.

Hay que quitarle la piel

a la amarga memoria,

rescatar su dulzor a fuerza

de lides de ternura.

El hueso es la constancia

de que existió esa lucha.

 

             Arriba                                  Arriba            

Letra 15. Revista digital    Créditos | Aviso legal | Contacto | Mapaweb | Paleta | APE Quevedo