Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección NUEVAS VOCES

Cinco reflexiones sobre la literatura en las aulas

Sonia Álvarez Sánchez, Sandra Barrera Martín, Pelayo Chausa Arranz, Mario Leal Olloqui y Antía Navarro Brotons

 

1.
Presentación

Un grupo de estudiantes del Máster de Formación de Profesorado de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid nos ofrecen su visión sobre el tratamiento de la literatura en el aula.

Sonia Álvarez Sánchez, por un lado, propone el recurso de la narración oral para fortalecer el gusto literario; Sandra Barrera Martín invita a trabajar la palabra poética y Pelayo Chausa Arranz defiende la enseñanza de los clásicos en las aulas de secundaria.

Por otro lado, Mario Leal Olloqui sugiere el uso del cómic para motivar a los alumnos y Antía Navarro Brotons destaca la importancia de incorporar la aportación de las mujeres en la literatura.

 

2.
Sonia Álvarez Sánchez:
La narración oral al rescate de la lectura

Desde niños nos gusta escuchar historias, especialmente, a la hora de dormir, ¿quién no le ha pedido alguna vez a un adulto que le contara un cuento por las noches? Entonces lo escuchábamos atentamente hasta que nos dormíamos y continuábamos la historia a través de los sueños. Cuando crecemos encontramos historias en otros lugares, pero nadie renuncia a ellas. En una entrevista, Ana María Matute respondió al porqué de nuestra necesidad de historias:

Los humanos somos máquinas de fabricar sueños

y en ellos nuestra imaginación, el subconsciente, crea historias cada noche.

Imaginemos por un momento la no existencia de historias: lo que se nos viene a la mente es la nada más absoluta. No solo la literatura es prueba de la sed inabarcable por coleccionar historias, sino la abundante producción de películas y series que existen, que son hoy las grandes transmisoras de aquellas. Con esta afirmación, no pretendo desprestigiar a la lectura, ni apartarla de la cotidianeidad humana de nuestro tiempo, pero es cierto que se ha visto sustituida en gran parte por los medios visuales. Si la pasión por las historias no ha disminuido, ¿cómo podemos potenciar la pasión por la lectura?

Una diferencia entre la literatura y el cine o las series es la presencia física de la primera y la no presencia de los segundos. Con la lectura el libro va contigo, lo puedes tocar, oler y ver las palabras escritas de forma directa; mientras que con el cine o series se precisa de un reproductor, una pantalla, un sistema de sonido, etc. Paradójicamente, sucede que la recepción visual es más inmediata a través de la pantalla y la oralidad de los medios visuales, que por un libro.

Las palabras no tienen vida, es la conversión en sonoridad la que aporta su espíritu.

(Abril Villalba, 2002: 70).

Esta afirmación hace referencia al método más tradicional de transmitir historias: la narración oral. Esta es un punto intermedio que se inclina a fomentar la lectura.

Nuestra tarea como profesoras es acrecentar el hábito de la lectura en nuestros estudiantes y para ello la mejor manera es descubrirles las historias que encierran los libros. La narración oral es fantástica para eso. Manuel Abril Villalba recoge un decálogo de reflexiones acerca de esta actividad, trasladables al aula. Entre ellas encontramos una cita de Elena Fortún:

El cuento leído no tiene la sugestión, el encanto original, la frescura de la narración ayudada por el tono de voz, el gesto, la mirada y la vibrante emoción del pensamiento

(1991: 46);

y una constatación:

Se aprende a leer por los oídos.

La hora del cuento, como la llama Montserrat del Amo (1964), se dirige más a alumnos infantiles y de primaria. Pero los alumnos de secundaria pueden obtener gran provecho de ello. Mientras que los pequeños, a través de los cuentos esclarecen miedos y dudas relacionadas con el mundo de los adultos, los mayores pueden hallar en el cuentacuentos un nuevo amor hacia las historias en forma de literatura.

La narración oral potencia la creatividad, pues el oyente se siente creador del cuento junto al narrador. La lectura viene de la mano y la narración oral se encarga de presentarla e introducirla en la vida de los oyentes, poco a poco, como soporte de las historias que tanto nos gusta escuchar. Si leemos, nos enriquecemos de historias que en el futuro contáremos a un público que, como nosotros, se enamorará de la lectura.

 

Bibliografía

  • ABRIL VILLALBA, Manuel. (2002): Oralidad y lectura. Afectos y efectos. Lazarillo, (7), pp.70- 79.
  • FORTÚN, Elena y BRAVO-VILLASANTE, Carmen (1991): Pues señor. [Palma de Mallorca]: J.J. de Olañeta.
  • ARIZALETA, L. (2005): «Narración oral y afición a la lectura: una experiencia de educación literaria en la escuela». Tantágora, (1), 6-13.
  • AMO, Montserrat del (1964): La hora del cuento. Madrid: Servicio Nacional de Lectura.
  • ROS Y VILLANOVA, R. (2008). «El arte de escuchar rima con el de contar». Tantágora, (6), 13-19.

 

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3.
Sandra Barrera Martín:
Poesía eres tú

Ya sea por el carácter ininteligible que habitualmente lleva asociado, por su dificultad para ser explicada por los docentes o por los obstáculos que presenta a la hora de ser comprendida y elogiada por los alumnos, lo cierto es que la poesía suele ser el gran tema «olvidado» en el aula y la explicación del género lírico en la clase de Literatura suele reducirse a

medir versos, sacar métrica y figuras literarias.

(Ramírez Molina, 2006).

Sin embargo, considero que es muy necesario, especialmente hoy en día, reflexionar sobre el papel educativo de la poesía en relación con los distintos ámbitos del desarrollo de la persona y proponer una estrategia didáctica de acción basada en esta misma reflexión.

Así pues, tal y como afirma Isabel Gallardo Álvarez aludiendo al célebre «Poesía… eres tú» de Bécquer,

la poesía es algo más que la percepción que tienen estos estudiantes

y su estudio va más allá de

la medición mecánica de los versos o la disección en figuras literarias.

Para comprender y aprehender poesía, es necesario acudir a

los sentimientos, las emociones, el estado anímico del yo lírico y la respuesta, muchas veces emocional, de los lectores.

(Gallardo Álvarez, 2010).

Gustavo Adolfo Béquer, Obras escogidas, 1868. Edición facsímil en Bibioteca Digital Hispánica.

Lo primero que tenemos que hacer es romper con el falso mito de asociar el rechazo del género poético por parte de los lectores adolescentes con su falta de sensibilidad, pues lo cierto es que sí son capaces de emocionarse ante manifestaciones que son de su interés. Lo podemos observar en todas aquellas declaraciones de afecto o desagrado, frases con las que se sienten identificados o versos de las canciones que les gustan, que con frecuencia recopilan en sus agendas, o incluso comparten en redes sociales.

Por tanto, los estudiantes no son seres incapaces de disfrutar con la poesía, no carecen de sensibilidad, interés o comprensión; sino que, en realidad, lo que necesitan son las claves de la lectura del género poético. Y en el aprendizaje de esas claves debemos profundizar al margen de los currículos que continúan proponiendo diferentes métodos de acercamiento a la literatura, olvidándose de que la poesía es parte de ella y que en realidad consiguen el efecto contrario, alejando a los jóvenes lectores del placer estético y literario, currículos que entienden la literatura como materia de estudio y la poesía como pretexto para la enseñanza de unos contenidos.

Concluyendo, es necesario que aquellas personas que queremos dedicar vocacionalmente nuestra vida a la enseñanza abramos los ojos, la mente y el corazón para poder darnos cuenta del error que supone anteponer «esa educación puramente pragmática» de «saberes útiles» —que en vez de fomentar las potencialidades de los estudiantes, las apaga— a aquella que defiende la necesidad de «perseguir las historias mágicas plenas de belleza y de sentido existencial, nutrir la fantasía» o « buscar la respuesta estética a las grandes preguntas» alimentando día a día la imaginación (Tejerina Lobo, 1993). Porque, en realidad, tú, yo, y todos nosotros, respiramos, vivimos y somos, en esencia, poesía.

 

Bibliografía

 

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4.
Pelayo Chausa Arranz:
Los clásicos y el aula: sobre la pertinencia de la enseñanza de los clásicos en la secundaria

Desde hace demasiado tiempo y en demasiados foros se viene hablando de la necesidad de replantear el canon occidental y su pertinencia en el aula; de las posibilidades que ofrecen los métodos de enseñanza alternativos, las distintas vías de acceso al hecho literario. Desde la aproximación a la literatura oriental hasta la necesidad de la literatura «de género», muchos son los senderos que la nueva pedagogía pretende abrir; pero ¿acaso podrá transitarlos?

Por muy atractivas que puedan parecer en un principio las propuestas de enseñanza alternativa, hay dos motivos por los que llevarlas a cabo sería un absoluto fracaso tanto a nivel moral como intelectual. Estos dos motivos son:

  1. Occidente. Casi produce sonrojo que el primero de los motivos sea una obviedad, pero es necesario indicarlo. Occidente y el canon occidental son la única realidad tratada sistemáticamente desde la Filosofía, concretamente desde la rama de la Estética. Desde Aristóteles hasta Menéndez Pelayo, la historia de las ideas estéticas ha sido un continuo redescubrimiento de la Grecia clásica, esto es, de los conceptos de verdad y belleza. Por ello, todos los adalides de la nueva pedagogía no pueden sino cruzarse de brazos o esbozar una mueca de asco ante estas sencillas preguntas: «¿Cuál es el canon que usted propone?» «¿Qué ideas primarían en él?» «¿La aportación formal y de contenidos es algo indispensable para pertenecer al mismo?» «¿En qué principios éticos y estéticos se debería asentar?» Y así un largo etcétera.
  2. La formación de los profesores. En línea con el punto anterior, otro argumento tan simple que parece ridículo enunciarlo es el de la formación de los profesores. Y es que en las facultades de Filología la enseñanza de los clásicos —con buen criterio, dicho sea de paso— es una obligación; y lo es no por un capricho del poder, como algunos pretenden —aunque las instituciones tengan que ver en la construcción del canon—, sino por un trabajo secular de sabios, académicos y artistas que han ido puliendo su trabajo y el de otros con el paso del tiempo, contradiciéndose y sistematizando lo que hoy en día conocemos como «canon occidental».

    Y ese esfuerzo secular es el que nos llega —el único que nos puede llegar— a los estudiantes a través de los manuales, libros de texto, etc. Por tanto, hablar de la enseñanza de algo que no sean los clásicos es mentir de manera descarada, ya que se incurriría sin remedio en una suerte de fraseología huera donde primaría la opinión frente a la objetividad, los sentimientos frente a la razón y la arbitrariedad frente al sistema.

En definitiva, y como ha quedado demostrado, la enseñanza de los clásicos en el aula no es una opción; es, sencillamente, la única vía razonable. El único debate que merece la pena mantener es cómo hacerlo.

 

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5.
Mario Leal Olloqui:
Escribir con imágenes, ilustrar con palabras: el uso del cómic en la didáctica de la literatura

La conocida máxima que se le atribuye al poeta Rainer María Rilke, la verdadera patria del hombre es su infancia, bien podría servir de catalizador para un pequeño ejercicio de introspección, intentando bucear en nuestros primeros recuerdos asociados a la literatura. Aquí con seguridad encontraremos memorias ampliamente compartidas, ya que en gran medida la primera puerta de entrada al mundo de la narrativa, al de los cuentos y novelas son, han sido y, sin duda serán, los cómics, los tebeos, el manga, los álbumes ilustrados, la novela gráfica, y un largo etcétera de géneros icónico-verbales. Sin embargo, ¿de dónde viene su escaso prestigio como herramienta pedagógica?

Por descontado, el poco valor que se le atribuye al cómic para su uso didáctico no deja de ser multifactorial. No obstante, sí que resulta posible identificar algunos de los aspectos que han hecho de este género uno tan connotado en ciertos ámbitos. En primer lugar no juega a su favor su importante «carácter o componente lúdico» (Alonso Pérez, 2006: 7), que contribuye a situarlo en los rangos más bajos dentro de una supuesta escala de importancia artística. En otras palabras, si se tratase de alta o baja cultura, parece evidente el lugar en el que se tiende a clasificar a esta producción cultural. Pero además, y sobre todo cuando hablamos de cómics o de novelas gráficas que adaptan obras literarias (y son numerosos los ejemplos), se tiende a concebir la obra resultante como una traición, un sucedáneo o, en el mejor de los casos, una mera traducción del original.

Sin embargo, y aún en el supuesto de que se asumiesen como válidas todas esas premisas expuestas, las ventajas y el valor del cómic en el marco de la didáctica son notablemente superiores.

En primer lugar conviene tener en cuenta que el cómic es un lenguaje que suele actualizar los temas, contenidos e historias que trata. Y no es algo baladí, cuando se pretende acercar a un público infantil y juvenil ciertas obras literarias que, en principio, podrían resultar muy ajenas. La narrativa gráfica, presente en todas partes (periódicos, publicidad, etc.), es un lenguaje muy accesible y al que están acostumbradas un gran número de personas, teniendo en cuenta su ubicuidad.

Por otra parte, la narrativa seriada de los cómics y mangas que, de cierta forma remiten a la literatura de folletín, fomenta la lectura porque atrapa la atención del público infantil y juvenil, que interpreta que leer imágenes es un acto más fácil, sencillo y divertido, y que además por este motivo va consolidando, poco a poco, una constancia y un hábito de lectura. Por tanto, todos los géneros icónico-verbales mencionados contribuyen a introducir, o bien ayudan a enriquecer, el conocimiento de los discentes respecto de numerosas categorías narratológicas (la noción de diégesis, la estructura, los personajes, la elipsis, diferenciación entre voz del narrador y diálogo, etc.), de manera que, tal y como señala Jan Baetens, en La novela gráfica (2013: 179)

la contribución de la novela gráfica a la novela literaria puede desarrollarse en dos direcciones: una muy general ─cómo la novela gráfica desafía nuestra idea de literatura─ y otra más específica ─cómo la novela gráfica nos fuerza a adaptar las herramientas metodológicas y teóricas que usamos para estudiar la literatura─.

En definitiva, partir del empleo del cómic como herramienta para la didáctica de la literatura posibilita que los educandos entiendan lo amplio y plural que puede ser el hecho narrativo, ya sea en sus soportes, sus estrategias, en sus públicos o en sus posibles contaminaciones con otras artes. El cómic y todos los otros géneros icónico-verbales se establecen así como un estimulante desafío y una extraordinaria oportunidad para la literatura.

 

Bibliografía

 

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6.
Antía Navarro Brotons:
El género y la literatura: problemas en la construcción de referentes

Si consideramos la etapa académica como «momento cumbre» de estimulación y recepción de ideas del alumnado, creemos pertinente resaltar que una de las claves fundamentales a lo largo de este desarrollo del ideal literario es la búsqueda de referentes capaces de aunar en sí las ideas lanzadas desde las aulas.

En el ámbito escolar de la Lengua y la Literatura castellana, la selección de textos propuestos atiende a unos valores estéticos recogidos por el canon literario. No obstante, a lo largo de las últimas décadas, ante el surgimiento de movimientos como la crítica feminista que

ha mostrado su insatisfacción con el repertorio habitualmente manejado de escritores canónicos

(Díez: 2009)

se ha procurado poner el foco en todas estas escritoras y sensibilidades femeninas desatendidas. Los valores de igualdad e inclusión han hecho replantearse a los investigadores el concepto de canon literario, tanto en relación a los textos que recoge como a los que obvia. El Canon no debe concebirse como una estructura cerrada sino como un organismo vivo capaz de, ante el avance de la historia y el desarrollo de la literatura, tornarse flexible incluyendo nuevas obras, e incluso

revisando la pertinencia de las obras que lo conforman y los criterios estéticos que lo rigen.

(Culler: 2000). 

Una de las grandes problemáticas de la configuración del Canon literario es el papel de la mujer en la literatura y su relevancia en cuanto a la selección de las obras más trascendentes. Las mujeres, relegadas al olvido en gran parte de la historia, no han tenido derechos y privilegios como sí lo tuvieron los escritores masculinos quienes, avalados por su género, nunca vieron cuestionada su «autoridad» o «pertinencia» como integrantes.

El problema de la falta de referentes trasciende al aula; a lo largo de nuestra carrera docente, nos encontramos con alumnas que, pese a las muestras de interés y pasión literarias, se ven anuladas por la escasez de modelos de escritora con que identificarse. Durante su proceso de configuración y maduración del ideal literario y de posibles proyecciones en el terreno profesional (como poetas, dramaturgas, críticas, etc.), se ven exentas de material donde el género femenino sea el foco de representaciones, donde los pseudónimos no sean necesarios para que las mujeres puedan escribir, donde se demuestren que las capacidades no dependen del género; donde, en definitiva, se dignifique el papel de la mujer escritora.

            A pesar del trabajo y dedicación de los investigadores de la teoría de la literatura y la literatura comparada por modificar estas directrices a las que el canon no revisado apunta en tantas ocasiones, el problema puede que se halle también en los propios centros educativos de secundaria, que no siempre actualizan las fuentes de datos y el temario se convierte en un documento acrítico, sin voluntad renovadora e inclusiva con la actualidad literaria. Tal y como explicaba J. Culler

la misión de la enseñanza de las Humanidades no es transmitir una serie de textos y valores heredados, sino mostrarlos junto con un ofrecimiento de los hábitos del pensamiento crítico.

(Díez: 2009).

Así, consideramos que como docentes no podemos seguir comportándonos como meros transmisores de la literatura «pactada»; el aula de literatura debe

evitar convertirse en un lento desgranar de nombres masculinos y textos e interpretaciones heredadas: hemos de redescubrir autoras y textos desde nuestra sensibilidad actual, lo que implica una renovación

(Ibid.)

capaz de ofrecer un amplio abanico de referentes que representen y satisfagan hasta el/la ultimo/a de nuestros alumnos/as.

 

Bibliografía

  • CULLER, Jonathan. D., y GARCÍA, Gonzalo. (2000): Breve introducción a la teoría literaria. Crítica.
  • DÍEZ, C. S. (2008). «Canon literario, educación y escritura femenina». Ocnos: Revista de estudios sobre lectura, (4), 7-20.

 

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7.
Créditos del artículo, versión y licencia

VARIOS AUTORES. (2020): «Cinco reflexiones sobre la literatura en las aulas». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año VII. Nº 10. ISSN 2341-1643 [URI: http://letra15.es/L15-10/L15-10-21-Nuevas.voces-Cinco.reflexiones.sobre.la.literatura.en.las.aulas.htmll]

Recibido: 9 de abril de 2020.

Aceptado: 17 de abril de 2020.

 

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