Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección ARTÍCULOS

Nunca llueve a gusto de todos: la Semana Santa y los refranes del tiempo

María del Carmen Ugarte García

María del Carmen Ugarte García

Licenciada en Económicas y Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, trabajó como economista en el campo de la informática para la empresa IBM. En paralelo se interesó por la terminología informática colaborando en distintos medios y coordinando distintos grupos de trabajo en asociaciones profesionales. Interesada además por las culturas populares, inició en 2004 el doctorado en Fraseología y Paremiología en la Universidad Complutense doctorándose en 2012 con una tesis sobre la cultura popular en la Ribera de Duero burgalesa. Tras su prejubilación en 2010 se dedicó a la investigación paremiológica y otros aspectos de la cultura popular.

Entre sus las publicaciones destacan Lírica popular en la Ribera del Duero (2006), Pintadas y fraseología (2012), Paremias y otros materiales de tradición oral en la Ribera del Duero. Estudio etnolingüístico y literario (2012), Creencias y supersticiones canarias: testimonios orales (2014) y La Semana Santa de Gumiel de Izán (2018).

lacarmenu@gmail.com

Resumen / Abstract

Resumen.

La predicción del tiempo ha motivado siempre, por razones obvias, a los hombres del campo y a los hombres de la mar. Modernamente, a estos sectores tradicionales se han sumado otros, como la hostelería o el hombre de la calle en época de vacaciones. La previsión del tiempo en las vacaciones de Semana Santa, por coincidir con un periodo de cambio y por lo tanto inestable, siempre suscita controversia. El refranero no ayuda mucho, pues como podemos ver en las líneas que siguen lo único que hace es constatar este tiempo cambiante propio de la estación. No obstante, nos deja una buena muestra de la cultura tradicional a la que siempre merece la pena volver.

Palabras clave: Semana Santa, Pascua, refranes, paremias, meteorología.

You can´t please all of the people all of the time: Easter Week and weather sayings

Abstract.

Weather forecasting has always motivated, for obvious reasons, farmers and sea people, but today new sectors have also come into play: hotel business and people in the street in holiday season. Weather forecasting in Easter holiday season provokes always some controversy due the changing and inestable weather. Proverbs do not help much in this matter, because the only thing they do is to verify this changing weather in the season, as we can see in the examples recorded below. Nevertheless they leave us some pieces of traditional culture to which it is always worthwhile returning.

Keywords: Holy Week, Easter, proverbs, paremias, meteorology.

 

1. Introducción

A principios de la Semana Santa del 2017, a la tradicional polémica acerca de las previsiones sobre el tiempo, se unió una voz más a las ya habituales —cofrades, viajeros, hosteleros...— la del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que acusó a los hombres y mujeres del tiempo de ser los culpables de que la ocupación hotelera en su comunidad hubiera sido inferior a la esperada, cuando todo el mundo sabe que «aquí con sur no llueve», insistió arriesgándose en un directo hecho en mangas de camisa el día de Jueves Santo.

Este gesto de Revilla, cuando apenas terminábamos de salir de uno de los periodos más largos de sequía, puede parecernos insolidario, eso sin contar con que la sequía es algo cuanto menos cíclico en buenas partes de España, y endémico en algunas de ella; pero lo cierto es que Cada uno lleva el agua a su molino, y este enfado del político cántabro no era en absoluto el único. No eran pocas las voces que se habían quejado de que no paraba de llover, que ya estaba bien con la guasa, como si el llover o no llover dependiera de la voluntad de alguien con mando en esa plaza de la meteorología. Los meteorólogos son los primeros conscientes de ello, como lo muestra el principio del prólogo que Mónica López escribió para Los refranes de El Tiempo:

El tiempo no tiene piedad. Así como todos somos iguales ante la ley, la meteorología no hace distinciones. El problema radica en que Nunca llueve a gusto de todos; mientras que para unos toda el agua se hará simiente, otros se afanarán en capear el temporal. En medio del berenjenal estamos los meteorólogos, sembrando tempestades y recogiendo pocas calmas. Haciendo pronósticos para Semana Santa, a diez días vista, jugándose el pellejo, compitiendo con la sabiduría popular que vaticina que «Si llueve en la Purísima Concepción, llueve en carnaval, Semana Santa y Resurrección»

(Barniol et alii, 2014: 11).

En este párrafo concentró su autora, no solo lo que vendría en las páginas siguientes del libro, sino también la razón por la que nos preocupa tanto el tiempo, por preverlo, por saber qué tiempo hará en los próximos o lejanos días. Antes eran las cosechas, y ahora son las vacaciones, pero el tiempo, la temperie, como bien nos recuerda Calvo Roy (2015), es nuestra charla preferida para el ascensor. Los refranes, sobre todo los muy conocidos, están presentes en esas conversaciones y son en ocasiones recordados por esos hombres y mujeres del tiempo. Con ellos tratan más de constatar, de respaldar lo ya sabido, que de hacer previsiones a medio plazo, pero los refranes siguen estando ahí, siguen siendo vigentes en alguna medida, y a estudiar los que están relacionados con la Semana Santa van dedicadas las siguientes líneas.

 

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2. De la necesidad de predecir el tiempo

El hombre, que ha vivido casi siempre en contacto con la naturaleza, ha necesitado pronosticar qué tiempo iba a hacer, sin duda en los días más próximos, pero también a más largo plazo para saber cuál era la mejor época para realizar las faenas agrícolas o cuándo tenía que hacerse a la mar, o incluso cuándo era el momento más aconsejable para entrar en batalla o emprender una campaña, que de todo ha habido. Se servía para ello de la observación de la propia naturaleza, interpretando las señales que esta le enviaba, aunque tampoco desdeñaba, si se ponían a su alcance, los consejos de los sabios que han ido apareciendo a medida que el conocimiento científico avanzaba.

Es de destacar en pleno Renacimiento la obra de Jerónimo de Chaves (1523-1574) que fue matemático, cosmógrafo y astrólogo, traductor de obras científicas y catedrático de la Casa de Contratación de Sevilla. Su Chronographia (1576) fue obra ampliamente reeditada y consultada, siempre con privilegio real, pues se consideraba provechosa y necesaria para la gente, especialmente para los hombres de mar (Gozalo de Andrés, 2002). La lectura de sus páginas es aún hoy no solo curiosa sino también de interés a la hora de observar los fenómenos naturales. Dividida en cuatro partes o tratados, en las tres primeras habla de la creación del mundo y los astros, de la tierra y de los ciclos y calendarios, mientras que reserva la última para la mudanza de los tiempos (Chaves, 1576: 500-542). Se basa para ello en la atenta observación de los astros, la atmósfera, los animales, las piedras u otros objetos.

Los llamados almanaques, publicaciones en las que siguiendo el calendario se facilitan datos astronómicos, movimientos del Sol, fases de la Luna, festividades, ferias y otros datos relevantes, son conocidos desde la Antigüedad, recibiendo en el Renacimiento un buen impulso al ser dotados de un cierto carácter científico. Rodrigo Zamorano (1542-1620), cosmógrafo de Felipe II, publicó en 1585 su Cronología y Repertorio de la razón de los tiempos, obra de gran prestigio, que sin embargo alcanzaba solo a una parte de la población interesada. .

Los días nublados en Semana Santa nos llevan a caminar por playas solitarias.

Fue en el siglo XIX cuando estas publicaciones dejaron su carácter elitista para pasar a ser tremendamente populares, ya que pasaron a editarse y distribuirse como un tipo más de literatura popular o de cordel, siendo imprescindibles en las cocinas de todas las casas de labradores. Destacó entre todos ellos el Calendario Zaragozano, que sigue publicándose al día de hoy. Si tenemos en cuenta que el Instituto Central Meteorológico de España (actual Agencia Estatal de Meteorología, AEMET) no se creó hasta 1887 y que solo en los últimos años es cuando los modelos matemáticos meteorológicos se han desarrollado plenamente, es fácil entender el éxito que tuvieron estos almanaques, que además de lo obligado —fases de la Luna, predicciones, fiestas y ferias— vinieron a incorporar otra serie de elementos como refranes, oraciones, información sobre productos de temporada, etcétera.

A medida que el hombre se fue haciendo más urbano, alejándose del medio natural, y los avances científicos y tecnológicos fueron notables en el campo de la meteorología, la labor de los llamados hombres del tiempo fue creciendo en importancia; la llegada de la televisión hizo su presencia imprescindible en nuestros hogares. No obstante, y a pesar de los avances científicos, si en algo coinciden científicos y comunicadores es en la dificultad de hacer pronósticos fiables más allá de tres días.

No obstante, vemos cómo con frecuencia los meteorólogos echan mano a menudo del refranero popular, obviamente no para realizar sus pronósticos, pero sí para respaldar sus constataciones, pues no debemos obviar una buena parte de los refranes del tiempo hablan de generalidades, fenómenos constantes que se dan en determinadas épocas del año, como por ejemplo el que en mayo haya flores en los campos, o que las mayores heladas se produzcan en las primeras semanas de enero. En 1986, el Instituto Nacional de Meteorología publicó una interesante recopilación realizada por el meteorólogo Sánchez Egea basándose sobre todo en fuentes escritas. Otros le han seguido con distintas orientaciones, como el mencionado arriba (Barniol et alii, 2014) que proporciona un refrán para cada día, más su correspondiente explicación.

Hurtado González (2017: 18) da un paso más en esta reivindicación de los refranes tradicionales y dice de ellos que

son una fuente de información meteorológica más, a tener en cuenta, si bien no exenta de limitaciones y problemas.

Pensamiento que completa a continuación:

O dicho de otro modo, puesto que El mejor profeta del futuro es el pasado, no sería correcto prescindir de la información que han dejado los hombres del campo y los marinos en los refranes; si bien hay que proceder con prudencia.

Martín-Vide (2011) desmonta mediante contraste estadístico la mayoría de las previsiones contenidas en los refranes más populares, por ejemplo Cuando marzo mayea, mayo marcea, aunque da validez a las más generales que contienen constataciones relativas a las distintas estaciones, por ejemplo Marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso, refrán que puede trazarse en la mayoría de las culturas europeas, donde independientemente de la latitud, la primavera en el mes de mayo se presenta llena de flores en los prados.

Por su parte, el paremiólogo Benítez Rodríguez (2011: 32) resalta el carácter científico que muchos de los primeros refraneros tenían, recogiendo de alguna forma el saber científico de la época, y se detiene especialmente, aunque no trate de forma directa la meteorología, en la recopilación del médico Sorapán de Rieros, Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua, publicada en 1616 con explicaciones rigurosas de los refranes.

¿Qué validez pueden tener, entonces, al día de hoy publicaciones tan populares como los almanaques, calendarios o el mencionado Calendario Zaragozano?

Por ejemplo, si miramos la predicción para la Semana Santa del 2018, en la que el Domingo de Ramos cayó en 25 de marzo, casi con un año de antelación nos decía el mencionado almanaque:

[Luna] creciente en CÁNCER a las 16,35 hora.

— Girará el tiempo a borrascas, con vientos destemplados. Tiempo revuelto, borrascoso y desapacible, con tendencia a lluvias, y en las alturas, nieves; los vientos entrarán del NE. y SE., girando por fin al SO, con aumento de la humedad.

(Calendario Zaragozano 2018).

Una mirada curiosa a ediciones anteriores nos darán pronósticos parecidos para los días de Semana Santa, que podríamos resumir en «tiempo cambiante con tendencia a lluvias y tormentas que alternarán con claros». No arriesga mucho el Calendario Zaragozano y podríamos decir que si bien no plenamente acierta, rara vez se equivoca, pues sus pronósticos son generales. Aunque todos hayamos conocido Semanas Santas con «buen tiempo», es decir con ausencia de lluvias, hay que tener en cuenta que estamos en época de cambio, próxima o coincidente con el cambio de estación, y por regla general los cambios de estación suelen caracterizarse por grandes mudanzas en cortos espacios de tiempo, más acentuadas en los equinoccios que en los solsticios.

De predicciones a largo plazo aún más peregrinas, como son las de las cabañuelas, no vamos a hablar, pero dejaremos dicho que según este ancestral arte de predecir el tiempo, lo que haga en los primeros doce días de agosto marcará el tiempo que vaya a hacer en los doce primeros meses empezando en el propio agosto, que como puede verse no tiene ninguna base ni científica ni tan siquiera estadística para saber cómo va a ser el año. En cualquier caso, y si nos vamos a las previsiones a principios del año, un refrán nos advierte de que Navidad al sol, Pascua al tizón, que pone de relieve el sentido antitético de muchos de nuestros refranes, presente incluso en los propios refranes. A todo refrán se le opone uno igual de signo contrario, dice una máxima totalmente espuria que parafrasea la conocida tercera ley de Newton: Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria.

En cualquier caso, intentar saber con antelación qué tiempo va a hacer es un anhelo universal: Aborrecéis los spoilers pero bien que miráis la predicción meteorológica, escribía un tuitero a primeros de mayo.

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3. Sobre la variabilidad de la Semana Santa

Cuando hablamos de tiempo hablamos de dos cosas, en primer lugar del paso inexorable del reloj, y en segundo del estado de la atmósfera. Para medir el primero nos fijamos en la posición de los astros, del Sol y de la Luna principalmente, y la observación durante largos periodos de tiempo de los astros nos ha hecho ligar su posición a la aparición de fenómenos atmosféricos, de tal modo que en nuestro esquema de conocimientos, unos y otros están ligados, y así sabemos que en invierno descenderá la temperatura y en el verano aumentará y ya no necesitaremos ni encender el fuego ni tanto abrigo, que en la primavera todo empezará a brotar y en otoño empezará a caerse la hoja, tras habernos entregado sus frutos los árboles que florecieron en primavera.

Después del Sol, la Luna será para nosotros el astro más importante y durante mucho tiempo creímos que dirigía también nuestros destinos. Hoy se sabe que su influjo es bastante menor que el que se creía, si hacemos excepción de las mareas, aunque no nulo. Las distintas fases de la Luna y su paso de una a otra suelen tomarse como señales para predecir ciertos cambios a corto plazo: el tiempo parece mudar con las diferentes lunas, sigue siendo la creencia popular.

Establecidas estas ideas básicas, los cambios de estación son estadísticamente más proclives a los cambios de tiempo, así como los cambios en las fases de la Luna, aunque estos en bastante menor medida, vemos que la Semana Santa se celebra de forma variable, pero cerca de estos dos fenómenos. .

Los nubarrones de mañana anuncian lluvias por la tarde.

 

Conviene recordar, pues no es generalmente conocida, la razón por la que la Semana Santa se celebra en fecha variable. Hay que remontarse al concilio de Nicea (325), aunque sufrió algún ajuste posterior, en el que se estableció que la Pascua de Resurrección se celebraría el domingo inmediatamente posterior a la primera luna llena tras el equinoccio de primavera, pero si coincide en domingo se retrasará aún una semana para no hacerla coincidir con la Pascua judía. Por todo ello no será antes del 22 de marzo ni después del 25 de abril; estamos, por tanto, ante un mes largo de posible variación. Como curiosidad añadiremos que para la mayoría de los vivos cuando este artículo vea la luz, la Pascua más temprana que habrán vivido será la del 2008, ya que la luna llena coincidió con el propio día del equinoccio, el 21 de marzo, Viernes Santo. La siguiente será en el 2228 con lo que, como dice el refrán, lo más probable es que para entonces todos estemos calvos. En cuanto a las fechas más tardías, en el 2011 vivimos una de ellas, pues cayó la Pascua el 24 de abril, pero más lo será la del 2038 pues caerá un día más tarde, es decir el 25 de abril, y ya veremos más adelante qué es lo que ocurre cuando la Pascua cae el día de San Marcos. Si miramos para atrás, fue en 1943 cuando se dio esa circunstancia, es decir que la Pascua cayó a finales de abril.

En cualquier caso, la Semana Santa viene a coincidir en el primer mes de la primavera, y el refranero, siempre tan acomodaticio, nos recuerda que Altas o bajas, en abril son Pascuas, con referencia al tiempo litúrgico pascual que abarca cincuenta días.

Volviendo estrictamente a la Semana Santa, vemos que esta caerá en marzo o caerá en abril, por lo que deberemos fijarnos en cómo trata el refranero estos meses, si no hace referencia explícita al periodo que nos ocupa.

 

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4. Refranes de Semana Santa

Un grupo de refranes se refiere directamente en su enunciado a los días de Semana Santa, independientemente de la fecha del calendario en que caiga. Por lo general vemos que anuncian lluvias, o al menos tiempo variable. En cuanto a si las lluvias en esta época son buenas o malas, podremos decir que hay para todos los gustos, aunque predominan los que consideran que llover en esta época es bueno, porque evidentemente los refranes atendían más a las necesidades de los labradores, que a los gustos del hombre urbano moderno para el que por lo general las lluvias son malas y más si se producen en vacaciones.

Los primeros los encontramos en la colección de Gonzalo Correas (1627 = 2001: 705): Ramos mojados, esos mejorados; y anota: es bueno que llueva en la semana de Ramos. O este otro: Ramos mojados, siempre fueron loados, que aclara que se refiere a las lluvias de abril. Por lo general, las lluvias de primavera traerán buenas cosechas: Semana Santa mojada, cuartilla de trigo colmada.

Los labradores esperan las lluvias en tres épocas del año coincidentes con la sementera o con la hora de crecer y engordar: El buen año ha de llover en tres santos: Semana Santa, Ledanías y Todos los Santos. Las llamadas Ledanías fueron instituidas por el papa san Gregorio para librar a las poblaciones de la peste, y consistían en una serie de procesiones en las que se recitaban una serie de oraciones breves: ledanías o letanías. Las principales y mayores se hacían coincidiendo con la festividad de San Marcos (25 de abril), que como hemos visto coincide con la fecha más tardía en la que se puede celebrar la Pascua. Es preciso hacer notar que estas Ledanías derivaron pronto en las rogativas que por este tiempo, de San Marcos en adelante, se hacían en muchos pueblos para invocar la lluvia tan necesaria entre abril y mayo.

Fijémonos ahora en un curioso refrán, con algunas variantes en buena parte del ámbito románico que habla de los días más propicios para hacer la colada en esa época del año: La Semana de Ramos lava tus paños, porque la de Pascua quema como ascua, o bien: La Semana de Ramos lava tus paños, que la Semana Mayor lloverá o no.

En algunos pueblos son más precisos, como nos recuerda un testimonio llegado por Whatsapp de un pueblo de Burgos, cuando se aproximaba la Semana Santa de 2018: Domingo de Ramos, lava tus paños, que en Semana Santa son vientos y aguas.

Muchos de estos refranes ya los encontramos recogidos por el maestro Correas, pero en cualquier caso vemos que muy probablemente las matizaciones provengan de la experiencia acumulada durante años. .

La semana de Ramos lava tus paños...

No obstante, el refranero no descartaba la posibilidad de una Semana Santa con sol, como vemos en este refrán recogido también por Correas: La Semana de Ramos lava tus paños, porque la Semana Mayor, o lloverá o hará sol.

La posibilidad de que algunas procesiones no pudieran realizarse por las calles era un inconveniente mínimo para el labrador, que en general esperaba con supersticiosa expectación que lloviera en Semana Santa, ya que eso era señal de que venía una buena cosecha: Semana Santa mojada, cuartilla de trigo colmada y Ramos mojados, esos mejorados; Ramos mojados, siempre fueron loados, de los que Correas aclara que es bueno que llueva en la Semana de Ramos y que el segundo se dice por el «temporal de abril».

Arriesga el refranero bastante cuando hace pronósticos a medio plazo, con refranes clasificados por la mayoría de los autores como supersticiosos o carentes de base científica; sin embargo, a este respecto Benítez Rodríguez (2011: 150) insiste en la necesidad de no desecharlos totalmente, pues seguramente tratarían de dar respuesta a algo que la ciencia no había podido explicar hasta el momento y por lo tanto deben ser tratados desde la correspondiente perspectiva temporal: Lloviendo en carnaval, Semana Santa hace igual, o Como es San Blas, es Semana Santa y Carnaval.

En otras ocasiones el mal tiempo está asegurado como si el maligno quisiera interferir en estos días sagrados: Cuando el Señor muere y nace, tiempo de los demonios hace.

 

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5. Semana Santa en marzo

La Pascua en marzo nunca ha gozado de buena fama, se considera precursora de malas cosechas, Pascua en marzo, señal de mal año, dicen los labradores por tierras del sur de Burgos (Sevilla Muñoz y Ugarte García), pero sin duda el refrán más conocido, muy presente en todos los recopilatorios desde antiguo es Pascua marzal, o hambre o mortandad, que en sus numerosas variantes anuncia todo tipo de desgracias. Más allá de esta superstición generalizada, bien estudiada por Pedrosa (2006) en un artículo cuya lectura recomendamos, existe toda una serie de refranes que hablan del buen o mal tiempo, y ya sabemos que esto de bueno o malo es subjetivo, en la última semana de marzo.

Por lo general, al labrador no le gustan las lluvias en marzo, Agua de marzo, peor que la mancha en el sayo, porque la tierra necesita ir drenando las aguas del invierno, y porque estas lluvias suelen producir muchas malas yerbas: Lluvias en marzo, hierbas en los sembrados. Sin embargo, sí son bienvenidas en la última semana pues ya es el comienzo de la primavera y el campo necesita de las lluvias de esa estación, según recoge este poco conocido refrán: Marzo, ni el mur mojado; las tres semanas que no las cuatro (Martínez Kleiser, 1945: 209). En cuanto a Semana Santa enmarzá, año de lluvias será, Hurtado González (2017: 227) opina que enmarzá no debe entenderse tanto como el que la Semana Santa caiga en marzo, como que en la Semana Santa haga un tiempo más propio de marzo que de abril, es decir con más frío y menos lluvia que la correspondiente a abril, entonces es que se anuncia un régimen de lluvias abundante para lo que queda de primavera e incluso para el resto del año. Lo entendamos en un sentido o en otro, resultaría un buen año, si entendemos la lluvia como un bien necesario.

Volvamos a fijarnos en el calendario y en la fecha del 25 de marzo, que coincidió con el Domingo de Ramos en 2018, fecha en la que la Iglesia católica celebra la festividad de la Anunciación del ángel a la Virgen y también, siguiendo una cierta lógica, la Encarnación de Jesucristo, nueve meses antes de su nacimiento. Esta fecha es conocida popularmente como la Virgen de Marzo y también en algunos pueblos como la Mariona, siendo celebrada en más de uno con curiosas reminiscencias que evocan un cuento tradicional por el que un pastor encomienda su rebaño a la Virgen para protegerlo de los últimos rigores del invierno, pero al no cumplir su promesa, el pastor es castigado perdiendo todo su rebaño (Pedrosa, 1995).

Nubarrones al atardecer amenazan lluvia sobre las procesiones.

Este relato presente en numerosas culturas ha dado una serie de refranes dialogados, recogidos desde antiguo por numerosos autores, pero que nosotros resumiremos en: Cuando marzo tuerce el rabo no queda oveja con pelleja ni pastor enzarramado. Lo completaremos con este refrán en forma de copla, también recogido en Pedrosa (1995), que por abarcar también parte del mes de abril, es decir la quincena en la que cae la Semana Santa muchos años, nos justificaría, si es que estos refranes pueden justificar algo, el mal tiempo que suele acompañar a estas primeras vacaciones con las que sueñan muchos españoles:

Ocho días que me quedan

y otros ocho que me acompañe mi hermano abril

te dejaré sin ovejas en el cuadril.

Algunos refranes de la Ribera del Duero (Ugarte García, 2012: II) se hacen eco también de estos cuentos de pastores con San José (19 de marzo), pero sobre todo la Encarnación (Mariona) como fechas paremiológicamente marcadas: San José y la Mariona se llevaban la mitad de los corderos y De San José a la Mariona muchos corderos a su cargo.

En cualquier caso, podríamos señalar que en el calendario popular del labrador ribereño, la Encarnación es la primera de las fechas temidas por las heladas extemporáneas, la primera a la que se sucederán otras muchas durante la primavera, pero esta nada más iniciada, es la que nos interesa a los efectos de ver si podemos prever cómo será el tiempo cuando la Semana Santa cae en marzo.

La climatología popular ribereña también acopla los refranes vistos al principio sobre la conveniencia de lavar o no lavar a estas fechas marcadas (Ugarte García, 2012: II): Entre San José y la Mariona lava tus paños, porque el Domingo de Ramos estarán mojados.

Resumiendo podríamos decir que acorde con el refranero y las creencias populares, cuando la Semana Santa cae en marzo es muy poco probable que haga buen tiempo, o al menos que no llueva, eso por no hablar de las desgracias que según la tradición supersticiosa acarrea la Pascua marzal.

 

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6. Semana Santa en abril

Abril, aguas mil. No hay español que al llegar el mes de abril no repita varias veces durante el mes este conocido refrán, cuya popularidad y presencia va más allá de nuestras fronteras y de nuestro idioma, como lo demuestra el siguiente comentario espontáneo en Facebook (18-04-2018) de un amigo colombiano residente en Francia:

Abril lluvias mil, se dice por aquí (Colombia). En Francia, En avril, ne te découvre pas d'un fil. Este mes ha sido lluvioso en Colombia. Espero que a mi pronto regreso a Francia el tiempo sea más agradable.

[Los usuarios de Facebook pueden recuperar el comentario a través del siguiente enlace.]

Es frío y agua lo que pide el labrador para este mes, porque Abril frío hincha el silo, y mojado, silo y campo.

No obstante, las aguas han de ser mansas y no de turbión, y así se matiza el refrán más conocido: Abril, aguas mil, cernidas por un mandil. A pesar de ello, abril no es mes que tenga buena fama en el refranero, que por lo general le tiene como traicionero: Abril abrileño, de ciento uno bueno; y la vieja que lo decía tenía ciento uno y no conoció ninguno. Y pese a los que se alegran y esperan que la primavera les sonría en este mes no podemos olvidar lo que el siempre conservador refranero advierte: El invierno no es pasado mientras abril no ha terminado (Cantera, 39). Con esta perspectiva es difícil que se pueda pronosticar buen tiempo, ausencia de lluvia y de frío, para la Semana Santa, ya caiga esta alta o baja, pues No hay abril que no sea vil, al principio, al medio o al fin.

Si en marzo teníamos una fecha señalada, la Encarnación, y otra secundaria, San José, como hitos en los que fijarse y aun temer, la fecha paremiológicamente marcada de abril es sin lugar a dudas San Marcos, que se celebra el 25 de abril y coincide con la fecha más tardía en la que puede caer la Pascua. San Marcos, rey de los charcos, dice el refranero, y es que de las lluvias no nos libramos en este mes. .

Los devotos bailan a san Marcos el día de su romería.

Y, por si fuera poco, la superstición viene a cerrar el ciclo con este refrán que Rodríguez Marín recogió en Andalucía (Pedrosa, 2006): Pascua enmarcá, muerte o esterilidad.

 

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7. Conclusión

Si hacemos caso a la tradición y a lo que nuestra memoria, sin duda selectiva, recuerda, es difícil encontrar una Semana Santa, ya caiga en marzo o en abril, que no presente un tiempo inestable, tal como corresponde a la época, el comienzo de la primavera. Los refranes de esta época del año refuerzan esta idea, pues vienen a anunciar normalmente lluvias en unos u otros días.

Los hombres y mujeres del tiempo seguirán arriesgando a hacer pronósticos, bajo la atenta mirada no solo de los españoles que cogen vacaciones en estos días, sino también de los que regentan comercios, ya que Calle mojada, caja cerrada, pero debemos pensar que la lluvia es un bien necesario, y que en definitiva El que en lloviendo no gana, no pierde nada.

 

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8. Referencias

8.1. Bibliografía

 

8.2. Créditos del artículo, versión y licencia

UGARTE GARCÍA, María del Carmen(2019). «Nunca llueve a gusto de todos: la Semana Santa y los refranes del tiempo». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año VI. Nº 9. ISSN 2341-1643 [URI: http://letra15.es/L15-09/L15-09-11-M.Carmen.Ugarte.Garcia-Nunca.llueve.a.gusto.de.todos.html]

Recibido: 4 de julio de 2018

Aceptado: 21 de septiembre de 2018.

 

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