Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección ARTÍCULOS

La Lozana andaluza, camafeo renacentista

Luis Cañizal de la Fuente

Luis Cañizal de la Fuente

El autor es catedrático de Lengua española y Literatura del Instituto San Isidro de Madrid, donde ha sido docente desde 1976 hasta 2006. Ha escrito y pronunciado conferencias sobre la obra de Manuel Azaña, Eça de Queirós, Pérez de Ayala, Galdós, Torrente Ballester. Ha publicado reseñas en Ínsula y en Quaderni di Letterature Iberiche e Iberoamericane.

Poemario en Poesi.as

luiscanizaldelafuente@gmail.com

Descargas:  PDF

Resumen / Abstract

Resumen.

La recepción de La Lozana andaluza en literatos españoles de los siglos XIX y XX. La protagonista, una prostituta española en la Roma del XVI. El autor, Francisco Delicado, desdoblado en un alter ego que asoma en unos cuantos mamotretos (= capítulos) de la obra. Ese alter ego y narrador, en una de sus apariciones, lo hace como convaleciente del mal francés: igual que el narrador cervantino en la transición de una novela ejemplar a otra. Estudio de La Lozana andaluza en sus aspectos expresivos. Obra enteramente dialogada (pero no pieza teatral: sigue a La Celestina). La acción, en Roma, hacia 1520. El castellano hablado con italianismos. Recursos artísticos de Delicado: las fórmulas rimadas v otras repeticiones. Italianismos léxicos e italianismos sintácticos.

Otra obra de Francisco Delicado: El modo de adoperare el legno de India... Es el palo guayaco, remedio contra el mal francés, enfermedad de la que se había curado el autor. Publicación del Retrato de la Loçana andaluza (Venecia, 1528) y de El modo de adoperare... (compuesto en Roma, 1525), Venecia: 1529. En Venecia: Delicado, corrector de libros españoles y autor. Inserción de latín, macarrónico o no, en la prosa delicadiana. Los manieristas italianos (Pietro Aretino) y Delicado. La edición crítica de La Loçana andaluza por Damiani y Allegra. Final con canción obscena.

Palabras clave: andaluz, clérigo, enfermedad, Roma, mal francés, curación, escabrosidades, novela, mamotreto, puta, retrato, castellano, italiano, arte verbal, fórmulas rimadas, refrán, judíos, anadiplosis, italianismos, lectura, alcahueta, leño guayaco, Venecia, latín, manierismo, canción.

La Lozana andaluza, a Renaissance cameo

Abstract.

The article deals with La Lozana andaluza (Portrait of Lozana: The Lusty Andalusian Woman) reception by Spanish writers in the 19th and 20th centuries. The main character is a Spanish prostitute in 16th century Rome. The author, Francisco Delicado, splits into an alter ego that appears in several mamotretos (chapters) of the novel. That alter ego and the narrator appear in one of the chapters as pox convalescents, similarly to the Cervantine narrator when changing from one of his Novelas ejemplares to the other. The article studies La Lozana andaluza in its expressive aspects as it is a novel written mainly in dialogue, but it is not a theatre play because it follows La Celestina. The action takes place in Rome, c. 1520, and Castilian is spoken mixed with Italian, with lexical and syntactical Italianisms. Delicado uses rhetorical resources such as rhymed forms and other repetitions.

Another work by Francisco Delicado is El modo de adoperare el legno de India... It depicts the Guayacan log (palo guayaco) as a remedy against pox (known in Spain as the French disease), an illness from which the author had previously recovered. The publication of Retrato de la Loçana andaluza was in Venice in 1528 and of El modo de adoperare... (written in Rome in 1525) was in the same city in 1529, where Delicado worked as writer and corrector of Spanish books. The paper deals on the usage of macaronic (or not) Latin by Delicado in his prose, the influence of Italian Mannerists (such as Pietro Aretino) and the critical edition of La Loçana andaluza by Damiani y Allegra. The article ends with an obscene song.

Keywords: Andalusian, clergyman, illness, Rome, Pox, recovery, salaciousness, novel, mamotreto (chapter), prostitute, portrait, Castilian, Italian, verbal art, rhymed form, proverb, jews, reduplication, Italianism, lecture, accomplice, Guayacan log, Venice, Latin, Mannerism, song.

             Arriba                                  Arriba            

 

Frontispicio de la edición príncipe (Venecia, 1528, folio 1r).
Fuente: edición digital facsímil de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (BVCM).

 

§ 1 Entrada a la obra sin excesivo aparato bibliográfico

No es mi propósito rodear el Retrato de la Lozana andaluza de un aparato crítico y bibliográfico como el que pone sitio a una ciudad: porque me da la impresión de que con esa táctica podría asfixiar la frescura de un texto al que se ve respirar y palpitar tranquilamente cuando se lee. Con eso tampoco quiero decir que haya poesía en esta obra, pero sí que su espíritu es libre y tranquilo, y un asedio y asalto al mismo con excesivo aparato bibliográfico quizá marchitaría la naturalidad con que fluye.

1.1. La recepción. Los noventayochistas

No en vano quienes más sagazmente lo abordaron lo hicieron por el camino del sentimiento más que por el de la sabihondez: Azorín y Antonio Machado. El primero, suavemente, prefiere fabular sobre la vida del autor, Francisco Delicado, desentendiéndose de las batallas que libró en Roma y Venecia contra la enfermedad, el destierro y la nostalgia, y lo sitúa antojadizamente en su Andalucía natal, de cura de pueblo ─lo que nunca fue: cura sí, pero rural no─  y ya desentendido él también de las batallas de la carne:

...Y por eso dio vuelta [Delicado] al cabo a su gentil ciudad de Andalucía. Y aquí mora feliz y satisfecho. El día él lo pasa de casa en casa. Y tal vez durante estas siestas andaluzas tan ardientes, o bien a prima noche en las del invierno, él coge la pluma y va escribiendo estas páginas soberbias, únicas en nuestra literatura picaresca, estas páginas ─un tanto libres─ en que nos ofrece [...] y que se titulan La Lozana andaluza.

(Azorín, 1959: 25-27).

¿Se ve? No podía Azorín, en su fabulación, dejar de aludir al enorme contenido erótico de la obra. Pero lo hace sin aspavientos: estas páginas un tanto libres.

En cuanto a Antonio Machado, también él elige la vía del sentimiento para acercarse íntimamente a la persona de este otro andaluz, sin siquiera nombrarlo, y fabulando por el registro lírico y misterioso, como corresponde a un poeta:

Ese hombre que ha muerto ─decía mi maestro─, en extrañas circunstancias un tanto misteriosas, llevaba una tragedia en el alma. Se titulaba La Peña de Martos

(Machado, 1957, II: 48).

¿La Peña de Martos? Pues ese corazón no puede ser sino el de Francisco Delicado. ¡No, no en el corazón: en el alma! Y Juan de Mairena fabula también ─como Azorín─ con la biografía y la geografía íntima del autor lozanesco.

Ni una mención de su obra: y para eludir además lo escabroso de esas páginas, nos da a entender que lo más importante en la persona de ese andaluz es el sentimiento por su tierra natal (mamotreto XLVII de La Lozana andaluza; entero), siempre  desde lejos; y lo más importante de su biografía es su muerte en extrañas circunstancias un tanto misteriosas.

Este es un Francisco Delicado apócrifo. Y las procacidades de La Lozana andaluza... no son para escandalizarse... ni siquiera para mentarlas.

1.2. La recepción en el siglo XXI: Antonio Prieto

Más adentro de la persona y de la obra (y de la realidad histórica) nos lleva Antonio Prieto en ese libro suyo tan desconcertante que se titula Una y todas las guerras. Pero desconcertante no se dice en sentido peyorativo, sino, si acaso, al contrario: en el sentido de que quizá es bueno que nos desdibuje un poco, enigmáticamente, la Roma de 1524-26, para que el humo de las batallas y el polvo de las callejas dejen paso y sirvan de fondo a un Francisco Delicado sin embargo más real, más de carne y hueso que los propios personajes inactuales del libro. No me atrevo a llamar novela a Una y todas las guerras, porque es una especie de galopada por las guerras, los países y los siglos, en perfecto desorden cronológico, y mezclando los hechos históricos comprobables y las figuras históricas... con toques de ficción. Y ahí lo dejaré, porque pudiera meterme en un jardín (con zarzas), mientras que lo ya urgente es decir que Antonio Prieto presenta y hace hablar a un Francisco Delicado como en la realidad de esos años debió de ser: acogido en el Archihospital de Santiago, en Roma; clérigo convaleciente del mal francés (que le ha dejado sus huellas en la cara, y en el cuerpo), hablador y simpático a pesar de los altibajos de desánimo que todavía le causa la enfermedad; y, sobre todo, recordador entusiasta de una paisana suya que ejerció de puta en Roma, y cuya vida y milagros ha escrito (Prieto, 2003: 198-203).

1.3. Transición hacia un narrador cervantino

Por cierto que algunas pinceladas que da Antonio Prieto para describir el ambiente del Archihospital de Roma para incurables, y a Delicado en él, pueden evocar la situación del narrador cervantino en el Hospital de la Resurrección de Valladolid, en el tránsito de El casamiento engañoso hacia El coloquio de los perros: ambos narradores enfermos del mismo mal, en un medio poblado por olores y sonidos non sanctos, muy deprimente todo. (Solo que Francisco Delicado estaba en vías de curación total con otro remedio menos angustioso que el del alférez Campuzano de Cervantes: Delicado había descubierto las virtudes del palo guayaco y se las había aplicado a sí mismo el primero. Ya volveremos sobre esto: 7.2.

             Arriba                                  Arriba            

§ 2 La Lozana andaluza como retrato

2.1. Delicado, convaleciente en su casa de Roma. Autorretrato

En La Lozana andaluza, Francisco Delicado se describe a sí mismo convaleciente pero todavía con muchos dolores y tristezas, en un camaranchón que no parece del Archihospital, sino de su casa en Roma: una casa muy descuidada y con escaleras peligrosas. Es en el mamotreto XVII de la novela. Muy interesante la operación literaria: el escritor se incluye en su Retrato de la Lozana: se autorretrata mientras está dedicado a la tarea de retratar a su personaje (bueno, en este caso puntual al criado de la Lozana, Rampín, que ha ido a visitarle); se autorretrata como en una pintura: retrato del autor en trance de pintar su cuadro, pero como esto no es un retrato pictórico sino verbal, pues es con palabras como hace aparecer, en su conversación con Rampín, a su heroína:

Dezí a la Loçana ... que no quiero yr, que el tiempo me da pena

(ibidem).

2.2. Sensación de oír hablar en Roma. Español e italiano

Y con esto ya estamos nosotros también en la Roma... no de 1524-26, que es la de los personajes de Prieto en las páginas dichas, sino en la Roma de no mucho después de 1513, que es cuando transcurre la acción de la Lozana. Ya estamos allí y en aquel entonces. ¿Qué oímos? Oímos hablar mucho italiano, claro, pero también mucho español con italianismos: no tantísimos como acusa Menéndez y Pelayo en esas páginas llenas de malhumor que dedicó a Delicado. Y oímos hablar dialectos italianos, cómo no, y también catalán, valenciano y mallorquín.

«Campo de Flor» lo llamaban los españoles.

2.3. Se oyen muchas palabras rimadas

Pero no nos dejemos arrastrar por la impresión de vida bullidora que el libro da. La Lozana andaluza es una obra de arte, y de arte verbal lo primero. ¿Cuál es la especialidad de Francisco Delicado en ese aspecto? Las fórmulas rimadas en la prosa. Y las hay de varios tipos.

             Arriba                                  Arriba            

§ 3 Rimas de canciones y rimas de refranes

Manuel Criado de Val habló del terrible defecto de la prosa rimada disertando sobre Cervantes, y ello pese a que conocía bien, por otra parte, la novela de Francisco Delicado. En este, las fórmulas rimadas no son un  defecto, sino una emanación natural de sus personajes, que están atiborrados de leer y cantar cancioneros, sobre todo si son verdes, y por ellos, por los cancioneros, empezaremos.

3.1. Incrustación de refranes truncados

La virtud literaria de Delicado reside en no empotrar mostrencamente el refrán o el verso de canción, sino en truncarlo e incrustarlo en la conversación de sus personajes, confiando en que el lector, que sin duda conoce el refrán (muchas veces, obsceno), lo reintegrará. Y, al mismo tiempo, el trozo de refrán que Delicado deja da apresto al habla del personaje; le da apresto y sabor popular, castizo. Ejemplo:

Dale si le das, que me llaman en casa.

mitad del estribillo de una canción... tabernaria, por suavizar el adjetivo (Alín, 1968: 363). Extraído de la canción e inserto en el nuevo contexto delicadiano (una escena de cópula ─vamos, de varias cópulas─ perfectamente explícita), tiene la extraña virtud de aligerar y dar viveza a ese nuevo contexto.

LOÇANA.- [...] ¡Ay, qué miel tan sabrosa! ¡No lo pensé! ¡Aguza, aguza, dale si le das, que me llaman en casa!

(mamotreto XIV).

Dice la Lozana: «¡A Puente Sisto t'he visto!».

3.2. Transición hacia refranes de circulación reducida

Por dar también un ejemplo concreto de refrán truncado y sacado de contexto, tomemos este entre muchos que se podrían traer: la frase proverbial «por donde pasa, moja», que todavía usamos hoy, con frecuencia dicha (por antífrasis) del vino con cuerpo, al parecer circula(ba) como refrán entre los judíos de Esmirna: «Por do pasa moja, que así hace Oja» (Lida, 1958: 22). Pues véase cómo aparece en la Lozana: un pajecillo de apariencia inocente y aniñada, ante las burlas de la alcahueta (que de tal está oficiando aquí) se enardece y solivianta y se emplea a fondo con ella; reacción de la mujer:

LOÇANA.- ¡Ay, ay, que me burlava! Paresce píldora de Torre Sanguina, que ansí labora! ¿Es lagartixa? ¡Andar, por do passa moja!

(mamotreto XVI).

             Arriba                                  Arriba            

§ 4 Refranes para uso de descreídos

Y ya que sin buscarlo en Delicado hemos ido a parar a un refrán de uso entre judeo-españoles, vengamos a uno que sí era propio y archisabido por ellos: hasta el punto de que es en la judería de Roma donde lo oyen la Lozana y Rampín en boca de Trigo, el judío que les va a proporcionar casa y ajuar (pagándoselo ellos bien pagado, claro: véase el tratillo en el mamotreto XVI). Pero es muy curioso el refrán elegido, porque en España en ese mismo momento era muy expuesto el pronunciarlo:

JODÍO.- Procurá vos de no haver menester a ninguno, que, como dize el judío, no me veas mal pasar, que no me verás pelear.

(mamotreto XVI).

4.1. En la judería de Roma

Incluso sabiendo que era un refrán usado por judíos, es sintomático que Trigo (o sea, el propio Delicado) le haya quitado los elementos más peligrosos, las cláusulas distributivas con las que también circulaba:

En esta vida  no me veas mal pasar, que en la otra no me verás penar.

entiéndase 'porque... total... no hay otra vida'.

Es equivalente de ese otro «refrán de judeoconverso averroísta»:

Después de muerto, ni viña ni huerto.

«Son locuras dezir eso», pone la tapadera la Lozana (ibidem). ¿Hasta en Roma, ya no en España, tenían que curarse en salud los judeoconversos? (Delicado era uno de ellos, o sea, ex illis).

4.2. Truncar un refrán escéptico

Y, sin embargo, extrañamente, nadie protesta en la novela cuando un hablante maneja este refrán, de un sarcasmo brutal, acentuado por una rima que no es sino machacar sobre la misma palabra:

Tanto es Pedro de Dios que no le medra Dios.

Lo que sí hacen entre los dos hablantes es disfrazarlo y trocearlo, según la antedicha receta estilística delicadiana:

AUCTOR.- ¡Andá, puerco!

RAMPÍN.- ¡Tanto es Pedro de Dios!

AUCTOR.- ¡Que no te medre Dios!

(mamotreto XVII).

Claro: disfrazarlo y trocearlo, esto último según la costumbre continua en la prosa de Delicado: truncarlo e incrustarlo en la conversación, como decíamos arriba. Y con el mismo efecto que ahí señalábamos (3.1).

             Arriba                                  Arriba            

§ 5 Otras repeticiones: cierto tipo de anadiplosis

Relacionada con esta receta estilística personal de Delicado está otra práctica que, sin embargo, tampoco era ajena a los escritores de nuestros Siglos de Oro: la usa incluso Cervantes, y no es extraña (ella o algo muy parecido) en el castellano coloquial de hoy mismo. Se trata de montar el diálogo sobre una misma palabra: la dice un hablante al final de su parrafada y la recoge su interlocutor al principio de la suya, pero cambiándole el sentido o la connotación. (¿Se ve?: también aquí estamos ante una creatividad consistente en ‘cambiar el matiz’ de una misma palabra o fórmula.) Acaso habría sido mejor llamarlo como en la retórica antigua: una especie sui generis de anadiplosis, que otros u otras veces llaman leixa-prén [‘deja-y-toma’, en galaico-portugués], lo cual puede ser más descriptivo. Ejemplo, entre muchísimos que hay en la Lozana:

LOÇANA.- ¡Ay, ay, por el siglo de vuestro padre, que no me hagáys mal, que ya basta!

PATRÓN.- ¡Mal le haga Dios a quien no’s lo metiere todo, aunque sepa ahogaros!...

(mamotreto XXXVII).

5.1. Ejemplos de leixa-prén

Quiero detenerme un poco más en la ejemplificación de este recurso estilístico que ahora preferiría describir de modo impresionista como un recoger la última palabra del interlocutor y hacerla valer para otro sentido, como el que recoge una moneda y la prueba golpeándola contra la baldosa. Deseo extenderme un poco más diciendo que esta fórmula también le sirve a Delicado (y servía en aquella España tan reverenciosa) para cortesías al interlocutor:

LOÇANA.- Este mançebito me dize que os conosçe y que soys muy bueno y muy honrado.

JODÍO.- Honrados días biváys vos y él.

(mamotreto XVI).

5.2. La misma anadiplosis, en La Celestina y el Quijote

Pero ha de saberse, en fin, que la fórmula con esa estructura la usaban en español hablantes de todo estado o estamento social, si juzgamos por los personajes literarios que la emplean en la literatura realista ─a veces, crudísima─ de los Siglos de Oro. Así que baste para encerrarla entre dos muestras memorables, una de La Celestina y otra del Quijote:

CELESTINA.- ...Pues burla o di por verdad lo falso y cree lo que quisieres: que él es enfermo por acto y el poder ser sano es en mano de esta flaca vieja.

PÁRMENO.- ¡Mas, de esta flaca puta vieja!

CELESTINA.- ¡Putos días vivas, bellaquillo!...

(Rojas, 1983: 67).

Y, por fin, Cervantes:

─...Él me sacó de mi casa con engañifas, prometiéndome una ínsula que hasta agora la espero.

Malas ínsulas te ahoguen ─respondió la sobrina─, Sancho maldito...

(Cervantes, 1994; II: 641).

5.3. Parecida anadiplosis, en el español coloquial de hoy

En fin, para llegarnos hasta nuestros días con este vehículo expresivo, presentaré esta muestra de El Jarama, confiando en que se convendrá conmigo sobre la calidad de espejo del habla cotidiana del español en la segunda mitad del siglo XX que la novela de Ferlosio tiene:

Schneider colocaba las fichas muy delicadamente, pero Coca-Coña pegaba unos fichazos como disparos de escopeta.

─¡Ahí está el firme!─ gritaba después.

─¿Pero qué firme? ─le  dijo don Marcial─. Hasta los firmes de la casa te vas a cargar tú...

(Sánchez Ferlosio, 1964: 171).

             Arriba                                  Arriba            

§ 6 Italianismos

Al cabo de todo esto, llegamos a lo más característico en el español que escribe Delicado: los italianismos.

6.1 ¿Italianismos en la restante literatura celestinesca?

En La Lozana andaluza parece que son más porque muchas construcciones del español áureo eran rigurosamente iguales que las correspondientes del italiano del mismo siglo, cosa que puede pasarle desapercibido al lector de nuestros días, aunque sea medianamente ducho en el manejo de nuestros clásicos del XVI: sería muy largo y engorroso demostrarlo con pruebas extraídas de la Segunda Celestina, de la Tercera Celestina ¡y hasta de las cartas de santa Teresa!, por mencionar solo los extremos sociales del habla de la época. Casi siento pudor al aventurar que puede creérseme por la palabra ya que tengo despojadas y colectadas innúmeras muestras procedentes de todas esas obras. Así que dejemos a un lado ese asunto (ya digo: predominantemente sintáctico) y vengamos a casos más sencillos de italianismos léxicos. Y me complace presentar dos que demuestran cómo la novela crece y madura, en el habla de sus personajes, y sirven de testigos del tiempo que ha pasado entre el mamotreto XIII y el mamotreto LV; tiempo en el que la Lozana ha ido ganando en sabiduría de todo tipo: desde pericia en su oficio hasta pericia en el dominio del italiano.

6.2. La Lozana cae en la trampa de un falso amigo

A poco de estar en Roma la Lozana, y nada más conocer a Rampín (que pronto llegará a ser su factótum), ella y él entran a una especie de sauna (stufa) de las que al parecer había unas cuantas en la ciudad. Después de tomar el vapor caliente y el agua fría, se relajan más bebiendo un poco de vino y comiendo una rosquilla. Antes de salir, hay que dar propina al estufero, que ha hecho esos recados:

ESTUFERO.- Señora, tomad, beved, bevé más.

LOÇANA.- Beve tú, que torrontés paresçe.

RAMPÍN.- Vamos fuera prestamente, que ya son pagados estos borrachos.

ESTUFERO.- Señora, das aquí la mancha.

LOÇANA.- Si tú no me la has echado, no tenía yo mancha ninguna.

RAMPÍN.- No dize esso el beodo, sino que llama el aguinaldo mancha, que es usança.

LOÇANA.- Pues dalde lo que se suele dar, que gran vellaco paresçe.

RAMPÍN.- Adío.

ESTUFERO.- ¡Adío, cavallieros de Castillos!

(mamotreto XIII).

Como se ve, la Lozana todavía es poco diestra en el manejo del italiano, así que comete un quiproquo típico de españoles novatos en Roma: interpretando mancia como suena en español también, le da al estufero una respuesta airada para que no se tome confianzas. Pero tiene que acudir Rampín a desengañarla. Ella, de todos modos, sigue haciendo de menos al estufero. El cual, por su parte, tampoco se muerde la lengua, y despide con una ironía a los forasteros, porque le ha parecido escasa la propina.

6.3. Una novelería de la Lozana, a vueltas con el castellano y el italiano

Ahora, al otro extremo  de la novela. El mamotreto LV es un extraño episodio que demuestra entre otras cosas cuánto ha ganado la Lozana en el manejo del italiano sin olvidar el castellano, en el que se muestra siempre ágil, sabia y experta en los matices afectivos: el del cariño y el halago, y el de la burla suave. Hay que leerlo entero. Es una versión libre (y magistralmente montada) de la Fábula de Vertumno y Pomona, acaso procedente de alguna traducción de las Metamorfosis de Ovidio que le hayan leído a la Lozana (sabemos por el mamotreto XLVII, al final, que a la Lozana le leen libros en español, no necesariamente porque ella no sepa leer, sino porque se la lee «vos, que tenéys graçia», mientras que otros «no me la leen a mi modo como haréys vos», ibidem). Coridón, el protagonista de ese mamotreto LV, tiene mal de amores, y va a consultar a la Lozana el remedio para curarse. Pero mal de amores auténtico, lírico, sentimental, tierno y doliente. La Lozana demuestra que se ha hecho experta en el alcahueteo poético también (digámoslo así), no solo en el alcahueteo práctico, que es su oficio más cursado. Y que se ha hecho experta en el italiano del registro lírico-melodramático. Para terminar con una prueba en el registro bufo del castellano: a ver cómo pronuncia Coridón en castellano tales y tales palabras que habrá de decir; al otro no se le escapan más que balbuceos alusivos a la palabra alcahueta. Pero lo que nos lleva  al último italianismo es el final del mamotreto:

CORIDÓN.- ¿Qué podría dezir como ignorante?

LOÇANA.- Di que sanarás del mal françés y te judicarán por loco del todo, que ésta es la mayor locura que uno puede dezir, salvo qu’el legño salutífiero.

(mamotreto LV).

6.4. El italianismo sintáctico

Vamos a cuentas. El último italianismo que comentaremos no es judicarán, el cual, aun siendo un calco del italiano giudicheranno, no tiene tanta miga como el que viene después: el que necesitamos analizar es salvo, que aunque podría introducirnos en la selva del italianismo sintáctico, merece la pena. Se empieza por el hecho de que no podemos saber si  lo subrayado hay que entenderlo como «salvo quel legno salutifero», y entonces es todo italiano, o como «salvo que el leño [es] salutífero», pero en ese caso hay que integrar una letra más (e) y una palabra más (es). En ambos casos, la construcción sintáctica se hace a la italiana con salvo, y en ambos casos se acerca mucho a los usos sintácticos de salvo en italiano actual y en español actual. De modo que, como hemos prometido no meternos en la sintaxis, cambiemos el rumbo para explicar por qué hemos elegido esta última muestra de La Lozana andaluza.

             Arriba                                  Arriba            

§ 7 Entre castellano e italiano: el legño salutífero

7.1 El tratado que Delicado escribió y publicó sobre el legno de India

Es porque ella nos lleva a ventilar la cuestión de la cronología delicadiana, de su vida y de sus obras. Pero hemos de empezar por lo último: el leño salutífero. Con estas palabras, Delicado (por boca de la Lozana) está apuntando a un remedio contra el mal francés que él había descubierto, aplicado a sí mismo y descrito en un pequeño tratado que publicó probablemente en Roma, en 1526 o 27 (primera edición, desaparecida) y en Venecia, (segunda edición, 1529: se conservan dos ejemplares). (Luisa Orioli en Delicado 1970: 288, 322).

7.2. Cronología delicadiana entre Roma y Venecia. Publicaciones y ediciones

El leño salutífero era un cocimiento de palo guayaco, que Delicado llama el leño de India, que el propio autor había aplicado a sí mismo y que, si se me permite el excursus, todavía adoptaba la farmacopea en el siglo XX: he encontrado una etiqueta artística para tarro de botica que reza: «Polvo Guayaco». Por este lado no sé más, ya que etiquetas como esa, sueltas, más un tarro  y un par de farmacopeas, me fueron regaladas procedentes de la almoneda de una farmacia de pueblo en 1970. (Ya sé que parece la pieza inicial antepuesta a La familia de Pascual Duarte, pero esto fue rigurosamente cierto.) Pero por el lado delicadiano, ordenemos los datos cronológicos:

  • La acción de La Lozana andaluza puede transcurrir entre 1513 y 1524. Eso, la acción. El escribir Delicado la novela pudo ser entre 1524 y 1526, año este último en que dice él mismo haberla acabado. Pero manuscrita. En 1527, ante el que vendría a llamarse Saco de Roma, huye a Venecia, se instala como corrector en la oficina de unos renombrados impresores, añade algunos pormenores y retoques a la Lozana y la publica en 1528.
  • Como hemos visto por la reconstrucción de Antonio Prieto (1.3), Delicado, hacia 1526, ya había aplicado en su propia persona la decocción del palo guayaco: uso interno, y reposo alternando con paseo por el mismo cuarto, bien caldeado y cerrado, todo para favorecer el sudor. En el mismo 1527, Delicado describe su experimentación y la historia del palo guayaco. Parece que fue en una primera edición de este tratado, en Roma: El modo de adoperare el legno de India occidentale :Salutifero [!] remedio a ogni piaga e mal incurabile, et si guarisca el mal Francese. Pero después de huir a Venecia, y ya instalado allí, hace algunos pequeños retoques y añadidos a su tratado y publica una segunda edición (1529). Ya se vio que en la Lozana hace decir a la protagonista que es locura ufanarse de haber curado el mal francés, salvo si se trata con el legño salutífero. (Luisa Orioli en Delicado 1970: 289-323.)

Frontispicio de El modo de adoperare el legno de India occidentale: salutifero remedio a ogni piaga & mal incurabile, 1525 composuit.
Fuente: The Wellcome Library

             Arriba                                  Arriba            

§ 8 Incrustaciones latinas, en la prosa de la Lozana

Me parece que, a través de las muestras traídas y llevadas de La Lozana andaluza hasta este punto, puede haberse formado una idea de cuál es el jaez literario y el estilo característico de Delicado en su obra. Para completar esa visión, todavía faltarían por decir dos palabras sobre las incrustaciones en latín que Delicado hace en el discurrir de su prosa.

8.1. Por qué en este trabajo se hacen la citas con solo indicación de mamotreto

Enseguida pasaremos a ello, pero antes, como descansadero previo sobre el que tomar impulso para lo que nos falta, querría insertar aquí una consideración acerca de mis pretensiones sobre quienes esto lean: si todas las citas que he hecho de La Lozana andaluza van ubicadas al final diciendo, nada más, número de mamotreto en que se encuentran, ello obedece a que quiero provocar en mis lectores el deseo de leer el mamotreto entero, y, así, de cita en cita, llevarlos a que lean la obra entera, aunque sea revolviendo unos mamotretos con otros. Creo que no importa mucho para la intelección total de la obra ese saltar de uno en otro capítulo, en desorden. Creo. Pero no puedo hacerme una idea clara de las dificultades que pueda encontrar un lector culto de hoy para leer de corrido ─con calma y paciencia, eso sí─  la prosa de Francisco Delicado. No puedo hacerme una idea equilibrada y justa: llevo muchos años recorriendo el texto de La Lozana arriba y abajo, y ya me es perfectamente familiar. Pido disculpas si he obrado un poco despóticamente al citar con solo número de mamotreto, y pido más disculpas todavía si esa última confidencia sobre mi familiaridad con el texto delicadiano puede saber a fanfarronada impertinente. Nada más lejos de mi ánimo.

8.2. Latín macarrónico, como en los anticlassicisti

Y ya es el momento de abordar el asunto de las... citas en latín unas veces, y otras veces latinajos mondamente, de Francisco Delicado en su obra. Pero seré breve en el citar: solo deseo con ello dar el último toque para caracterizar el arte de Francisco Delicado, que es, por adelantarlo en una sola palabra, manierista, o sea, lo que un tratadista italiano de nuestros días ha llamado Gli anticlassicisti del Cinquecento (Borsellino, 1973: 15-16).

La prosa de Francisco Delicado está mechada de cuando en cuando por frases en latín, de las que no merece la pena mostrar ejemplos, sino solo agavillarlas en una caracterización conjunta: tienen un sabor ligeramente pedantesco y a la vez levemente burlón, como si quienes hablasen fuesen estudiantes de latinidad cuando están relajados y van conversando por la calle; pero muchas veces son putas las que manejan esas muletillas latinas. Ejemplo:

LOÇANA.- [...] ¡Quántos he visto enfermos de los riñones por miseria de no espender [‘gastar’]! Y otros que piensan que por cesar [de joder] an de bivir más, y es al contrario, que semel in setimana no hizo mal a nadie.

ALCAYDE.- ¡Por mi vida, señora Loçana, que yo semel in mense y bis in anno!

(mamotreto XXXVIII).

Desde luego, a lo que no se parecerían esas incrustaciones es a los latines que oíamos saltar de cuando en cuando en la charla de los curas de antaño (nuestro antaño). No: Delicado como un cura de pueblo que no puede dejar de entremeter las frases del oficio en su habla sería una imagen falsa. No se olvide que en el siglo XVI, en toda Europa, la gente medianamente culta (putas incluidas; sobre todo si italianas) empedraba de latines su fabla. Delicado es un humanista. Pero de esos humanistas que hubo en Italia que se sentían inclinados a dissacrare el latín. ¿Cómo se diría en castellano: desacralizar? Pues eso: lo que hacían gli anticlassicisti del Cinquecento: eran renacentistas, pero que le habían perdido el respeto al latín. La muestra más clara ─y divertida, creo─ de esto que digo la encuentro un poco más allá de mediada la obra, cuando la Lozana ya empieza a sentir el peso de los años: es un pasaje un poco melancólico en el parlamento de la andaluza, y la cita regocijada a que me refiero no la hace ella, sino su interlocutor Blasón:

LOÇANA.- [...] No tengo quien se duela de mí, que vosotros soys palabras de presente y no más.

BLASÓN.- ¡O señora Loçana! Sabe bien vuestra merçed que yo soy palabras de pretérito y futuro servidor vuestro. Mas mirando la yngratitud de aquella que vos sabéys, diré yo lo que dixo aquel lastimado: patria ingrata, non habebis ossa mea, que quiere dezir, puta ingrata, non intrabis in corpore meo.

(mamotreto XXXV).

Esa etimología popular, que podríamos llamarla, es del mismo corte que las que hace el más egregio (y canalla, que en él es virtud) de los anticlassicisti: Pietro Aretino, si es que de él es el Ragionamento del Zoppino:

ZOPPINO.- Puttana è un nome composto di vulgare e di latino. Perché ano in latin si dice quel che in nostra lingua si chiama culo; dove che si compon di potta e ano: e in vulgar nostro puttana vuol dir che li pute la tana, e cortigiana, cortese dell’ano.

(Zoppino 1969: 32).

             Arriba                                  Arriba            

§ 9 Virtudes y solo un par de carencias en una edición crítica de la Lozana

No quisiera terminar sin expresar mi admiración y agradecimiento a los autores de la edición por la que he hecho todas las citas y tomado muchas sugerencias (y, en la última cita, la aclaración y procedencia): de La Lozana andaluza, la edición de Damiani y Allegra es seguramente la mejor que se haya hecho, por lo menos hasta 1975 (que es mucho decir) y esto quiere ser un homenaje a la ingente labor que encierra ese libro (Damiani y Allegra en Delicado 1975: 267, nota 10).

9.1. Vuelve el estribillo truncado de 3.1

El único traspiés que he encontrado en esa obra formidable ha sido que, entre cientos de refranes y canciones que localizan los autores con mano segura y acertando, no lo consiguen con aquel famoso «Dale si le das, que me llaman en casa» (mamotreto XIV). Solo intentan encontrarle el sentido explicando: «Al parecer, hazlo pronto, que tengo prisa» (1975: 144). Esta objeción que me he permitido (véase a continuación) no es la flecha del parto: no quisiera pasar por ingrato.

9.2. Despedida con una canción obscena

Lo que me he propuesto al enmendar esa carencia es terminar mi trabajo con una estampa y evocación que puede resultar chusca; como el que hace un volatín y da una zapateta de despedida. Y fue que en la exposición El arte en la época del Tratado de Tordesillas, que tuvo lugar en esa ciudad en 1994, el hilo musical desgranaba canciones del siglo XV para crear ambiente también con eso. Los que recorríamos la exposición estábamos encantados. Y en un momento dado, rompió a sonar un coro muy acordado que, con ritmo de fornicio, la emprendía con este estribillo:

Dale si le das, mozuela de Carasa.

Dale si le das, que me llaman en casa,

y a continuación venían las estrofas (la glosa, que se llama técnicamente), cuyo contenido... ardía en un candil. El transcriptor que me ilustró hace años se niega a reproducirlas:

La glosa, que no transcribo, es, más que nada, grosera.

(Alín, 1968: 363).

Le cuenta Rampín al Auctor (para animarle a ir) describiendo vívidamente lo divertido que se lo pasaron el otro día en casa de la Lozana :

Dixo ella: ‘ Traeré una agujeta o una escofia? ’  La Loçana: ‘ Sí, sí ’. Y sorraba mi perrica. Hera el mayor deporte del mundo vella como estava hecha una estatua...

(mamotreto XVII).

¿No parece esa figura un camafeo esculpido por Cellini? El cual, por cierto, es otro de los anticlassicisti que dice Borsellino.

Aquella tarde, en Tordesillas, en el ambiente aterciopelado de la exposición y sobre las figuras respetuosas de los que recorríamos las vitrinas, ¡era el mayor deporte del mundo oílla, a la solista!, cómo se despepitaba cantando el estribillo con voz de oráculo o de sibila enloquecida.

             Arriba                                Arriba            

§ 10. Referencias

 

10.1. Recursos digitales

10.2. Bibliografía de autores citados

  • ALÍN, José María. El cancionero español de tipo tradicional. Madrid. Taurus («Sillar. Estudios Literarios», nº 4). 1968. Pág. 363, nº 88: del Cancionero Musical de Palacio.
  • [ARETINO, Pietro]. Ragionamento del Zoppino fatto frate... attibuito a Francisco Delicado. Milano. Longanesi (collezione «Olimpia», volume 16). 1969. 54 páginas.
  • BORSELLINO, Nino. Gli anticlassicisti del Cinquecento. Roma-Bari. Laterza («Letteratura Italiana Laterza», nº 20). 1973. 149 páginas.
  • CERVANTES, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Edición, introducción y notas de Martín de RIQUER. Barcelona. RBA. 1994. 1203 páginas.
  • DELICADO, Francisco. Retrato de la loçana andaluza. Edición crítica de Bruno M. DAMIANI y Giovanni ALLEGRA. Madrid. Ediciones José Porrúa Turanzas. 1975. 467 páginas. Nota preliminar de los dos editores, págs. 1-3. Introducción de Bruno M. DAMIANI, págs. 5-65. Índice analítico, págs. 455-67.
  • DELICADO, Francisco. La Lozana Andalusa, a cura di Luisa ORIOLI. Milano. Adelphi («Numeri Rossi», nº 12). 1970. XV + 340 páginas.  En las páginas numeradas con romanos, Prefazione  de Luisa ORIOLI. Hasta la pág. 286, texto de La Lozana andaluza traducida al italiano. Págs. 287.305, texto original, en italiano, de El modo de adoperare el legno de India Occidentale. Siguen las notas a todo el libro; muy valiosa la nº 80, págs.322-23.
  • LIDA, Dina. Refranes judeo-españoles de Esmirna. En Nueva Revista de Filología Hispánica, XII, 1958, págs. 1-35. El número 217, en pág. 22.
  • MACHADO, Antonio. Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo [1934-36]. Buenos Aires. Losada («Biblioteca Contemporánea», núms. 17 y 18). Tercera edición: 1957. En el t. II.
  • MARTÍNEZ RUIZ, José [seud., «AZORÍN»]. España [en el epílogo: 1909]. Madrid. Espasa-Calpe («Austral», nº 1202). Segunda edición: 1959.
  • PRIETO, Antonio. Una y todas las guerras. Barcelona. Seix Barral («Biblioteca Breve»). 2003.
  • ROJAS, Fernando de. La Celestina. Introducción de Stephen Gilman. Madrid. Alianza Editorial («El libro de Bolsillo», nº 200). Décima edición en «El libro de Bolsillo», 1983. 272 páginas.
  • SÁNCHEZ FERLOSIO, Rafael. El Jarama [1956]. Barcelona. Destino («Áncora y Delfín», nº 121). Sexta edición: 1965.

 

10.3. Créditos del artículo, versión y licencia

CAÑIZAL DE LA FUENTE, Luis (2016). «La Lozana andaluza, camafeo renacentista». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año III. Nº 6. ISSN 2341-1643 [URI: http://letra15.es/L15-06/L15-06-14-Luis.Canizal.de.la.Fuente-La.Lozana.andaluza.camafeo.renacentista.html]

Recibido: 21 de octubre de 2016.

Aceptado: 31 de octubre de 2016.

Índice completo del artículo

             Arriba                                Arriba            

Letra 15. Revista digital    Créditos | Aviso legal | Contacto | Mapaweb | Paleta | APE Quevedo