Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección ARTÍCULOS

El Ministerio de la Felicidad Suprema o el uso perverso del lenguaje

Carmelo Chillida

Carmelo Chillida

Carmelo Chillida nació en Caracas, Venezuela, en 1964. Ha publicado El sonido y el sentido (Grupo editorial Eclepsidra, 1997), Versos caseros (Fundación para la Cultura Urbana, 2005), ¿Un poema de amor? (edición del autor, 2011) y Desde el balcón (Kalathos Editorial, 2013), así como ensayos, crónicas, notas sobre libros y traducciones del inglés en diversas revistas y periódicos. Fue coordinador editorial del suplemento cultural Literales, publicado en el diario TalCual (2010-2015). Estudió en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, donde ejerce la docencia desde 1995 en la Cátedra de Poesía, así como en talleres de lectura y escritura, entre otros.

cchillidam@gmail.com

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Resumen / Abstract

Resumen.

Algunos gobiernos pretenden hacer realidad la ficción ideada por Orwell. El uso perverso del lenguaje falsifica la realidad. La distorsión de la palabra dificulta nuestro pensamiento y el último escalón de esta clase de ideologías es el fanatismo.

Palabras clave: lenguaje, dogmas, totalitarismo, ideología, fanatismo.

The Ministery of Supreme Happiness or the perverse use of language

Abstract.

Some governments seem to be trying to turn Orwell’s fiction into reality. The perverse use of language fakes reality. Distortion of words makes it difficult for us to think. The last step in this kind of ideologies is fanaticism.

Keywords: language, dogmas, totalitarianism, ideology, fanaticism.

 

 

1. La literatura se hace realidad

En un país del norte de Suramérica, cuyo nombre aparece todos los días en los noticieros, el gobierno creó hace algún tiempo (y no es un chiste) un Viceministerio para la Felicidad Suprema del Pueblo. No debería sorprendernos en absoluto, ya que ese mismo gobierno ha incluido entre sus prioridades la tarea de «salvar el mundo», humildemente.

Uno imagina a los empleados, uniformados, requetefelices, llegando temprano en la mañana a la oficina, decorada con un afiche gigante donde ríe el Gran Hermano, pero es difícil adivinar qué diablos pueden hacer para llevar a cabo los altos fines que se les han encomendado.

En todo caso nos encontramos ante un acto de falsificación de la realidad por medio de un uso perverso del lenguaje. Hace recordar a Orwell y su siempre actual novela 1984. Allí existe un «Ministerio de la Verdad», cuyos funcionarios se dedican a escribir y reescribir la historia para adaptarla a los intereses del Estado totalitario. Y también existe un «Ministerio del Amor», en el cual se tortura a los disidentes.

Obras

Lejos, muy lejos estamos de la China de Confucio, para quien la primera condición de un buen gobierno era justamente la correspondencia precisa entre las palabras y lo que estas nombran. O en líneas del poeta Rafael Cadenas:

Que cada palabra lleve lo que dice.

Que sea como el temblor que la sostiene.

Que se mantenga como un latido.

 

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2. La palabra al servicio de la política

En su novela Orwell nos presenta también un personaje que trabajaba incansablemente en la creación de un diccionario que redujera al mínimo el lenguaje (el newspeak), de manera que resultara imposible el pensamiento individual y quedaran solo las palabras suficientes para repetir los dogmas, el «saber» petrificado de una ideología.

Sí, mediante el lenguaje pensamos y nos expresamos, así que cuando nos lo hurtan y distorsionan, en nombre de Dios sabe qué, nos privan de algo esencial para la vida, y lo cambian por los ruidosos dogmas y Verdades absolutas de su doctrina. Y así, quedan los ciudadanos reducidos a entonar los cánticos y loas de los peores criminales que podamos hallar.

El problema no es que un gobierno haya encontrado la ruta infalible hacia la Felicidad. El problema es que pretendan encaminar como borregos a todos los miembros de una sociedad por esa ruta. A los que quieren y a los que no quieren. Y esto lo hacen recurriendo siempre a la labor sistemática de destruir el lenguaje, trastocando las palabras hasta hacer que signifiquen algo completamente distinto a lo que significan.

Obras

Conciencia del lenguaje, atención consciente al modo en que recibimos y entregamos las palabras de todos los días, tal parece ser la vía de escape del hombre al que le toca vivir en un Estado totalitario y su aplastante ideología, cualquiera que sea, y romper su círculo infernal, pues de la ideología al fanatismo no hay sino un paso, y del fanatismo a dispararle a alguien un tiro en la cabeza, otro pequeño paso.

 

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3. Créditos del artículo, versión y licencia

CHILLIDA, C. (2016). «El Ministerio de la Felicidad Suprema o el uso perverso del lenguaje». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año III. Nº 5. ISSN 2341-1643 [URI: http://letra15.es/L15-05-14.Carmelo.Chillida-El.Ministerio.de.la.Felicidad.Suprema.html]

Recibido: 6 de mayo de 2016.

Aceptado: 10 de mayo de 2016.

 

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