Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Tres edificios literarios

Carlos Alcorta

Jorge Mateos Enrich

Nace en Madrid (1962). Realizó estudios de arquitectura y se licenció en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Ejerce como funcionario de carrera del Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria, en la especialidad de Dibujo, y como profesor del Máster de Educación en la Universidad Autónoma de Madrid en el módulo Historia del arte y la arquitectura. Es miembro de la «Sociedad española de Historia de la construcción». En 2013 obtuvo el Doctorado (E.T.S. de Arquitectura) en la U.P.M. con su tesis Persistencia de Santa Sofía en las mezquitas otomanas de Estambul. Siglos XV y XVI. Mecánica y construcción.

Ha publicado artículos en revistas especializadas como Informes de la construcción (CSIC) y ha pronunciado conferencias sobre los temas de Historia, Arquitectura y Construcción, una de ellas recogida en las Actas del VIII Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Instituto Juan de Herrera. ETSAM (Madrid). En 2014 publicó el libro Persistencia de Santa Sofía en las mezquitas de Estambul (Editorial ACCI = Asociación Cultural y Científica Iberoamericana. Visionnet).

jme1962@hotmail.com

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1.
Literatura y Arquitectura

Partiendo de allá y caminando tres jornadas hacia levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas en bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de oro, que canta todas las mañanas sobre una torre. Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades. Pero es propio de esta que quien llega una noche de septiembre, cuando los días se acortan y las lámparas multicolores se encienden todas juntas sobre las puertas de las freiduras, y desde una terraza una voz de mujer grita: ¡uh!, se pone a envidiar a los que ahora creen haber vivido ya una noche igual a esta y haber sido aquella vez felices.

Las ciudades invisibles.

Así comienza el libro de Italo Calvino, en el que el escritor italiano nos ofrece una deliciosa muestra de cómo el mundo físico de las ciudades, su arquitectura, puede entrelazarse con la literatura para crear espacios de sueño y magia de una belleza absorbente, ambientes en los que los espacios de las ciudades descritas por el autor se vuelven metáforas sobre la creación y el modo en que los humanos habitamos en ellas. Como señala un crítico de la obra: 

Las ciudades, con sus sistemas arquitectónicos, sociales e ideológicos entrecruzados, son lo que los hombres se hacen a sí mismos, su manifestación. Es por esta razón que se podría afirmar que una vez que se conocen las reglas de una ciudad es fácil de imaginarla.

Esas 55 ciudades imaginarias a las que Italo Calvino da nombre de mujer, pueden verse también como un ejemplo magnífico de la riqueza que emana de la confluencia entre disciplinas aparentemente dispares. Es en este territorio de extrañas y enriquecedoras sinergias en el que pretende penetrar el presente trabajo. Como el Marco Polo de Calvino, permítaseme llevarle de la mano por un camino que, a buen seguro, les deparará tantas sorpresas como a mí me ha deparado.

Si bien la arquitectura es la mera plasmación física de una idea, la literatura es la disciplina que nos describe y evoca la idea. El lenguaje gráfico y la representación pueden ser suficientes para el experto, pero el no iniciado debe acudir a la ayuda de la literatura como medio para la comprensión de la propia arquitectura materializada.

Es difícil interpretar una idea ya que esta es patrimonio del que la posee. La literatura puede, sin duda, describir las partes, las relaciones entre las partes y la forma del elemento que plasmará la arquitectura. Por así decirlo es el complemento al espíritu de la obra arquitectónica.

La arquitectura define, pero con la ayuda de la literatura evoca. La evocación tiene que estar alimentada por experiencias vividas o, en su caso, contadas o leídas. Es, por tanto, que cuando la literatura viene a complementar a la arquitectura se obtiene el disfrute pleno de la obra producida.

En el presente artículo se va a realizar un viaje por un mundo siempre enigmático y maravilloso, por un Oriente desconocido que necesita emerger. Se va a viajar al momento en el que fueron alumbradas una serie de obras arquitectónicas sin par. Monumentos que definen por sí solos una época de la Historia, del Arte y de la Arquitectura.

Se va a tratar de desentrañar el significante y el significado de una serie de monumentos erigidos en la actual ciudad de Estambul, otrora Constantinopla y en sus orígenes Bizancio.

La Literatura se va a poner al servicio de la Arquitectura.

La Arquitectura ya ha dado sus frutos: Santa Sofía, la mezquita del sultán Solimán «El Magnífico» y la mezquita del sultán Selím. Estos frutos van a ser descritos, definidos y apoyados por la Literatura.

Los tres edificios responden a ideas, anhelos y significados propios de los patronos que los impulsaron y que, gracias al excelente hacer de los arquitectos que interpretaron estos deseos, fueron plasmados en estos monumentos únicos.

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2.
Santa Sofía de Constantinopla

 

Justiniano Magno, duodeçimo emperador de Constantinopla, edificó el templo de Sancta Sofía, el más magnífico, sumptuoso y soberbio edificio que pienso haber en Asia, África ni Europa; y quando soltán Mahameto tomó a Constantinopla, hízole hazer, quitando todas las imágenes y figuras, mezquita suya, adonde el Gran Señor va todos los viernes a su oración, y quedóle el nombre de Sancta Sofía.

Del capítulo XVIII de Viaje de Turquía.

A los contemporáneos de Justiniano Santa Sofía debió parecerles una locura; para las generaciones posteriores se convirtió en una leyenda y un símbolo. La «primera» Santa Sofía (gran Iglesia, Megalê Ekklêsia) fue construida bajo el mandato de Constancio II sucesor de Constantino. Era una basílica con techumbre de madera que se consagró en el año 360 y se incendió en el 404. La «segunda» Santa Sofía, reconstruida tras el incendio, fue consagrada en el 415 y al igual que la anterior sucumbió pasto de las llamas en el 532 en la insurrección de Nika. Por último la Santa Sofía del emperador Justiniano se consagró en el 537, solo cinco años después de su inicio sobre las cenizas de su predecesora. Esta gran catedral del Imperio fue sufriendo transformaciones, reconstrucciones, consolidaciones y añadidos hasta la misma época de la conquista de la ciudad por las huestes otomanas capitaneadas por Mehmet II «El Conquistador», la madrugada del martes 29 de mayo de 1453. Este quedó tan admirado que la catedral fue tomada como referencia para la posterior producción arquitectónica del Imperio de la Sublime Puerta.

Vista actual de Santa Sofía en Estambul.

El diseño de Santa Sofía no tenía precedentes próximos. Está construido por elementos corrientes de la época, pero estos elementos, en cuanto sabemos, jamás habían sido conjuntados en combinación semejante; como tampoco fue imitada Santa Sofía en los siglos siguientes, es decir no hasta que aparecen las mezquitas otomanas del siglo XVI. El mayor problema de Santa Sofía está en sus dimensiones. Los arquitectos bizantinos tenían gran experiencia en la construcción de cúpulas, pero una cúpula de 31 metros de diámetro (unos 100 pies bizantinos) y, aún más, una cúpula de este tamaño que no apoya sobre muros sólidos sino que está «suspendida en el aire» es algo que nunca se había hecho antes.

Ese prodigio fue llevado a cabo no por arquitectos en sentido estricto, sino por un matemático y un geómetra y astrónomo; Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, ambos de origen griego. Es adecuado decir que Santa Sofía se trató más de una obra de constructores que de arquitectos. El conocimiento y el valor de la construcción y la ingeniería lo hicieron posible.

Fig.1. Planta de Santa Sofía, sin el patio pero con el nártex y el exonártex (dibujo del autor).

 

…no puedo decir con verdad cómo estaba primero, porque yo no la vi, sino de oídas; mas viendo los cimientos por donde iba y lo que hagora hay, se puede sacar lo que estonces era. Las dos claustras son todas de mármol blanco. Suelo y paredes, y la techumbre de obra musaica; tienen diez y ocho puertas de metal. El mármol no está asentado como acá, sino muy pulido, a manera de tablero de axedrez

Del capítulo XVIII de Viaje de Turquía.

 

Formalmente Santa Sofía responde a una planta basilical rematada por una cúpula central. No responde, en ningún caso, al tipo de planta centrada como puede leerse en algunos textos. Responde al tipo de planta que se tenía en la cristiandad para una basílica, esto es, nave central con naves laterales. Esto se adecua al culto cristiano y la liturgia propia. La exclusividad de la cúpula se debe, sin duda, al contacto que siempre ha tenido la cultura bizantina con la cultura sasánida. Seguía conservando el atrio el nártex y el exonártex, así como el ábside. En Santa Sofía la conexión romana está descrita en la fábrica del edificio, en los sellos de los ladrillos, en el eje procesional, en el ábside derivado de las basílicas, conexión excepto porque la Gran Iglesia es un monumento urbano capitolino, el vehículo del Emperador por su tamaño y localización.

Si consideramos las vicisitudes sufridas por Santa Sofía en el curso de los casi quince siglos de su existencia, su estado de conservación es poco menos que milagroso. El respeto que los turcos han demostrado hacia este templo y las periódicas reparaciones (la última llevada a cabo entre 1847 y 1849 por los arquitectos suizos Gaspar y José Fossati) han contribuido a ese feliz resultado.

Fig.2. Sección longitudinal de Santa Sofía (dibujo del autor).

Aunque la construcción original de Santa Sofía, la de Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, solo estuvo intacta durante veinte años, y dado que el derrumbe de la cúpula se debió a que la iglesia estaba cimentada parte en terreno rocoso y parte en terreno arenoso y al producirse el terremoto de 557 se produjeron asientos diferenciales que hicieron que parte de la misma colapsara, nada indica que las medidas de precaución que se llevaron a cabo por Isidoro «el Joven» fuesen tan necesarias. Posteriormente hubo otros movimientos sísmicos, pero la gran Iglesia sobrevivió a ellos.

 

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3.
La mezquita del sultán Süleyman (Estambul)

—Estambul hoy no es más que lo que no ha sido nunca —decía sonriendo todavía—. Los rascacielos son ya tan Estambul como Santa Sofía, la Mezquita Azul y el Topkapi, que es lo que ustedes han venido a ver. Está a caballo entre dos mundos, entre dos mares, entre dos continentes. Los turcos decidimos llamar a la antigua Constantinopla con tres palabras griegas: eis ten polin, Istanbul, que significa dentro de la ciudad, donde ya estamos, como ven. Aunque hay quien asegura que Estambul fue la torpe manera de pronunciar los romanos Constantinopla: torpe y apresurada...

En el segundo cuaderno de La pasión turca.

 

Con la inspiración de Santa Sofía la mezquita de Süleyman proclamó la perfecta concordancia entre estado y religión en la persona del sultán. La construcción de la Suleimaniye se produjo en el lapso ocurrido entre dos campañas militares otomanas contra los Safávidas. Una crónica anónima explica que el sultán decidió construir el complejo de la mezquita en marzo de 1548.

Complejo de la mezquita Suleimaniye.

El complejo de Süleyman fue diseñado como un gran centro de estudios superiores dominado por cinco «madrasas» dedicadas al estudio de la religión y sobre todo de la ley coránica; la sharía. El geógrafo e historiador Mehmet Asik compara las cinco «madrasas» con los cinco pilares del Islam.

Fig.3. Planta de la mezquita de Suleimaniye de Mimar Sinán. Estambul, 1567 (dibujo del autor).

De forma similar al complejo de Mehmet II, Süleyman escogió una gran explanada para la mezquita y la flanqueó por filas de «madrasas» y escuelas elementales en los lados más largos, con edificios de servicios sociales como un hospicio, un comedor y un hospital agrupados en un tercer lado.

Las tiendas y habitaciones de alquiler que están tras la cerca del complejo encarnan una simbiosis entre religión, comercio y educación. La mezquita está rodeada de un muro horadado por varias puertas. Tres de los lados de este muro presentan ventanas con rejas metálicas invitando al público a la visión del santuario y su jardín funerario.

 

…el placer que me produce contemplar, sintiéndolas dentro de mí, la mezquita de Suleymaniye, sus líneas, la elegancia de los espacios bajo la cúpula principal, el grado de apertura de las cúpulas laterales, la proporción de los muros y los vacíos, las voces opuestas que, como si se tratara de una pieza musical, producen los pilares y los arbotantes, su forma de asentarse en la colina y en el espacio que ocupa, su blancura y la pureza del plomo de las cúpulas no es el placer que se obtiene al contemplar un paisaje pintoresco…

Del capítulo 27 de Estambul. Ciudad y recuerdos.

 

La Suleimaniye está asentada en una meseta y situada en una proximidad dramática con el Cuerno de Oro.

Aunque tenga cierta relación con el complejo de Mehmet II por su disposición planimétrica, la mezquita invita a una comparación directa con la de Bayaceto II y Santa Sofía por su coronación en cúpula central flanqueada por dos semicúpulas. La Suleimaniye integra cuatro minaretes en el conjunto, en la fachada de la mezquita y en la fachada del patio. Sinán acentúa el eje norte-sur y da una sensación piramidal haciendo más bajos los minaretes del patio con dos galerías que los de la mezquita con tres galerías en su base. La superestructura dominante de las cúpulas de la Suleimaniye se integra con la zona de los muros del cubo con una imperceptible balaustrada de piedra que ayuda a disolver la rigidez del encuentro cubo-cúpula con una integración armoniosa de formas curvilíneas. Esta mezquita eleva dos contrafuertes por cada lado de forma que sobresalen de la línea superior de los muros, algo similar, aunque mucho más contenido que en Santa Sofía.

La estructura del espacio interior es perfectamente legible desde el exterior. Los arcos de la cúpula central están perfectamente definidos por sus colosales soportes viéndose los paños calados de ventanas por los que se ilumina la mezquita en la dirección este-oeste. Estos paños calados también están presentes en Santa Sofía.

El «tema central» de la mezquita ha sido definido como una revisión estructural y una racionalización de Santa Sofía, pero con una concepción espacial más centralizada. En contraste con el misterioso interior de Santa Sofía cubierto por mosaicos dorados hasta la parte más alta, el interior de piedra blanca de la Suleimaniye se caracteriza por una rigurosa geometrización y articulación de las formas arquitectónicas para expresar un crecimiento estructural. Se puede considerar que la mezquita de Süleyman estaría dentro del lenguaje clásico de la arquitectura otomana.

Fig.4. Sección de la mezquita de Suleimaniye. Mimar Sinán. Estambul, 1567 (dibujo del autor).

Sinán albergaba un fuerte deseo de superar a Santa Sofía, que era muy admirada por los turcos. Quizá su planteamiento fue a requerimiento del propio sultán ya que Solimán

…intentó aventajar a la Iglesia de Santa Sofia. A cuya causa hizo traer columnas antiguas, y piedras de gran valor de Athenas, y de todas las ciudades destruydas que fueron ricas y famosas, de todas la partes de su dominio, assi del Asia, como del Africa, y Europa, para este intento. Hizo destruyr muchas Iglesias de Christianos, assi en Constantinopla, como en otras ciudades de su Imperio: despojandolas de quantas cosas preciosas cadauno tenia, para engrandecer fundacion con tantos despojos

En el folio 9r del Nuevo tratado de Turquía con la descripción del sitio y ciudad de Constantinopla.

Por ello si los dos edificios son similares en su planteamiento general la Suleimaniye es superior en términos de proporción, racionalización del espacio y sistema estructural. La diferencia entre las dos religiones y su aprovechamiento espacial son un factor determinante para ello. En cualquier caso hay que tener presente algo ya repetido cual es la diferencia de mil años entre el edificio cristiano y el islámico.

La mezquita de Süleyman comprende una amplia sala multicupulada de 61 metros de longitud por 70 de anchura. La cúpula central de 26.20 metros de diámetro y 49.50 de altura en la corona se eleva por encima de cuatro pilares gigantes y está respaldada en el eje longitudinal por dos medias cúpulas, flanqueada cada una de ellas por un par de hexaedros. A ambos lados de esta zona central cinco unidades cupuladas completan el sistema espacial. De las cinco cúpulas que lo flanquean, las de los extremos y la del centro son de 9.90 metros de diámetro, mientras que las de en medio son de 7.20 metros. Las oscuras columnas de granito rojo de la zona delantera tienen una altura de 10.20 metros. Las más cortas de la zona trasera son de mármol blanco. La función de las últimas es la de dar soporte a las cúpulas menores y otra la de mantener las galerías laterales.

Fig.5. Volumetría de la mezquita de Suleimaniye (construcción 3D del autor).

A diferencia de Santa Sofía el volumen exterior de la mezquita de Süleyman es mucho más armonioso y fluido. Ya se ha visto, si no la relación, sí la referencia que Sinán hace en la Suleimaniye a Santa Sofía, acaso forzado por las apetencias del propio sultán en su obsesión de seguir el esquema de la iglesia cristiana convertida en mezquita y buscar su superación.

El gran paño que queda bajo los arcos torales posibilitaba su calado por multitud de ventanas ya que estos paños no tenían función sustentante alguna. Pero al igual que en Santa Sofía, pero sin la deformación que sufrió su cúpula, la disposición asimétrica del sistema de contrarrestos obligó a Sinán a disponer de sendos pares de contrafuertes en la dirección de los arcos torales de semejante manera a los que levantó Isidoro «el Joven». La mesura en la ejecución y volumen que tuvo Sinán contrasta con las grandes moles que se construyeron en Santa Sofía.

Las mezquitas de Sinán evolucionaron en técnica y en material. La fábrica de piedra es, evidentemente, menos deformable. En cualquier caso hay que insistir una vez más que Sinán contaba con mil años de experiencia constructiva y tecnológica acumulada. De cualquier manera el espíritu de Santa Sofía estaba latente en la mezquita de Süleyman.

El horizonte de la enigmática Estambul se va viendo rasgado con cúpulas y minaretes en una sorprendente sinfonía formal. Pero todo ello subordinado acaso a Santa Sofía, la primera gran cúpula, la que fue la primera gran mezquita otomana. Santa Sofía permaneció en su colina quizá esperando que alguna otra obra acompañase su silueta en el horizonte. Tuvieron que pasar casi mil años hasta que se empezaron a atisbar «compañeras cupuladas»; Fatih Camii, y la mezquita de Bayaceto empezaron a trazar el sendero, pero no fue hasta la aparición del insigne arquitecto del sultán Süleyman, «el viejo Sinán» o «el maestro Sinán» que se trazó el camino definitivo. La Suleimaniye bebió en las fuentes de Santa Sofía quizá más por deseo de su mecenas que del propio arquitecto, pero en cualquier caso el logro está ahí.

 

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4.
La mezquita del sultán Selim (Edirne)

Llegados a la mezquita que el propio Sinán definió como su obra maestra, los historiadores de arte siguen discutiendo los méritos de las tres grandes: la Sehzade, la Suleimaniye y esta del sultán Selim II: la Selimiiye. Pero la verdadera evolución reside en la emancipación del arquitecto frente a la voluntad del sultán. Así resume Sinán:

…la Sehzade es la obra de aprendiz, la Suleimaniye es la obra de un buen obrero, y la Selimiye la obra maestra.

De la Autobiografía

 

Vista de la mezquita Selimiiye, en Edirne.

La obsesión imperial dejó de ser una preocupación para Selim II, quien inauguró la larga lista de los sultanes que se encerraron en su harén. Ahora es el arquitecto el que afronta el desafío de la mayor cúpula posible. No resultaría equivocado afirmar que fue Sinán quien impulsó a Selim a realizar, desde el primer año de su reinado, una mezquita mayor que la de sus antecesores.

Textos otomanos del siglo XVIII lo afirman con toda claridad y el propio Sinán escribe en su autobiografía que con la Selimiye pretendió igualar la cúpula de Santa Sofía y situarse al mismo tiempo en un contexto de competición internacional.

 

Aquellos que pasan por arquitectos entre los infieles pecadores habían pretendido ser superiores a los musulmanes, puesto que no se había edificado en tierras del Islam ninguna cúpula igual a la de Santa Sofía. Vuestro siervo conserva en la memoria la afirmación de que es muy difícil sostener una cúpula semejante. Yo he intentado esa hazaña en la construcción de la mencionada mezquita, y con la ayuda de Dios Todopoderoso y gracias al sultán Selim Han, he demostrado mi poder y he hecho esta cúpula seis codos más ancha y cuatro codos más profunda que la de Santa Sofía.

De la Autobiografía.

Ello significaría respectivamente 4 y 3 metros más, lo que no se corresponde con la realidad. Los esfuerzos de Sinán o de su portavoz el poeta Sa´i por convencer a sus coetáneos de la apuesta demuestran la importancia a sus ojos de lo que estaba en juego.

Fig.6. Planta de la mezquita del sultán Selim, de Mimar Sinán. Estambul, 1575 (dibujo del autor).

¿Sinán y Selim II adoptaron otra precaución de orden simbólico o apotropaico? Cabría preguntarse, en efecto, por qué esta mezquita, cuya cúpula iba a igualar por fin a la de Santa Sofía, se realizó en Edirne; y por qué en paralelo con la construcción de la Selimiye, Selim II decidió emprender importantes restauraciones en Santa Sofía, encargando por supuesto a Sinán esa tarea. Esta decisión coincide curiosamente con la finalización de la cúpula de la Selimiye, cuyos trabajos comenzaron en agosto de 1572 y terminaron un año más tarde, hacia el 20 de agosto de 1573, con la fase final de cerramiento del casquete, la más delicada. Ahora bien, la decisión de consolidar Santa Sofía data de junio de 1573. Por último, Selim II, fallecido en diciembre de 1574, fue enterrado en un mausoleo… detrás de Santa Sofía.

Situada en una pequeña colina en el centro de Edirne el complejo está constituido por la mezquita, una «madrasa» para estudios elementales, otra para estudios superiores y un colegio. Con la cúpula y los cuatro minaretes la mezquita se podía avistar desde la lejanía y se constituyó en un símbolo de la ciudad. Su monumental cúpula y sus cuatro magníficos alminares la han convertido en una de las obras más significativas del arte otomano. La adición de un prominente mihrab y los contrafuertes y pequeñas torres que flanquean el octógono suman una perspectiva extra al edificio.

Fig.7. Sección de la mezquita del sultán Selim. Mimar Sinán. Edirne, 1575 (dibujo del autor).

La mezquita de Selimiye representa el culmen de los conocimientos arquitectónicos de Sinán. Se trata también de un monumento que estimuló la visión creativa del arquitecto otomano. Lo importante para Sinán no fue nunca el hecho de ser capaz de construir una cúpula mayor y más elevada que la de Santa Sofía. Su intento era el de conducir la arquitectura otomana hacia una conclusión lógica por medio de la inspiración aportada por Santa Sofía. La Selimiye debió ser un orgullo para Sinán, no tanto por el hecho de que su cúpula igualara las dimensiones de la iglesia bizantina, sino porque, por medio de ella, había conseguido una expresión totalmente sorprendente y llena de significado de la integridad espacial y la cohesión estructural. Sin ningún género de duda constituyó el clímax de su carrera arquitectónica. Durante años ha aprobado el examen de constituir la quintaesencia del arte otomano.

Como la mezquita de Sehzade Mehmet, la Selimiye consiste en dos unidades sucesivas de dimensiones similares, una abierta y otra cerrada, con la diferencia que en este caso las dos unidades no son de planta cuadrada, sino con rectángulos dispuestos lateralmente de 60 metros de anchura por 40 metros de longitud.

Fig.8. Volumetría de la mezquita de Selimiye (construcción 3D del autor).

Las paredes externas de la Selimiye están reforzadas por contrafuertes en los cuatro laterales. Los que sobresalen en las paredes este y oeste se elevan como pilas monolíticas en los ejes de los pilares internos y como en tres escalones alcanzan las torres sobre las cuatro esquinas de la cúpula central y se sostienen en ellas. Este sistema de contrafuertes no va en dirección norte-sur. Para preservar la unidad de la fachada del pórtico, los contrafuertes del norte se han introducido en el interior del edificio. Este planteamiento ya se observó en la Sehzade Mehmet donde los contrafuertes de la fachada de la sala de oración están hacia su interior. Por otra parte seis contrafuertes que refuerzan la pared del mihrab son trasladados al exterior. Dos de ellos flanquean el mihrab, dos caen en el eje de los pilares y dos fortalecen las esquinas. En el lado opuesto, la función de los contrafuertes de las esquinas se desarrollan en la base de los minaretes y los cuatro contrafuertes internos están integrados en las «maksuras» que hacen descender considerablemente el pesado efecto visual de la estructura de piedra.

Como Aslanapa señala correctamente, la Selimiye de Edirne es una mezquita

que combina todas las innovaciones introducidas en aquella época por el propio Sinán y por la arquitectura turca en su conjunto.

Su cúpula monumental sobre la base octogonal constituye el apogeo de la arquitectura cupulada, representando la articulación del espacio interior y la forma externa.

En la Selimiye ocurre como si la cúpula hubiese perdido la solidez de la albañilería para convertirse en una cubierta ligera. En la de Sehzade Mehmet crea en el observador la impresión de un movimiento visual que fluye desde el centro de la cúpula hasta sus cimientos. Mirando hacia la Selimiye se tiene la sensación de un movimiento que se eleva desde la tierra hacia arriba. Esta sensación se produce principalmente mediante las ocho torres con las cúpulas apuntadas y los cuatro elevados alminares. Un factor tan importante como la acentuación del sentido visual de la verticalidad es la secuencia rítmica de espacios ocupados y espacios vacios. Esto moldea el interior, creando una sensación de ligereza que desafía a la gravedad. También es significativo el control de la luz que alivia aún más la pesadez de la estructura de albañilería.

La cúpula de la Selimiye de unos 31.32 metros de diámetro se sitúa sobre ocho pilares. A diferencia de los de la Sehzade Mehmet y de los de la Suleimaniye, se trata de pilares poligonales de 12 lados, que están enlazados por arcos. Dos de ellos, a ambos lados del mihrab, se unen a los muros y configuran la base de la semicúpula que antecede a dicho mihrab; los otros soportan las bóvedas de cañón perimetrales, y en las diagonales aparecen semicúpulas. Detrás de los ocho arcos principales existen muros con dos filas de ventanas en cuatro laterales y medias cúpulas que hacen de trompas con filas sencillas de ventanas en los ángulos. En la zona superior de la base circular, creada mediante estructuras triangulares sobre ocho arcos, se sitúa la cúpula ceñida por un grueso tambor y contrafuertes de arcos dobles que ejercen presión contra las torres que lo rodean. Más hacia abajo, otra fila de contrafuertes arqueados ayuda a distribuir la carga de los muros externos de la mezquita y los pilares sobre los cuales se han establecido las torres.

Aunque en la figura posterior se aprecia en Santa Sofía y la Selimiye que las cúpulas son prácticamente iguales en diámetro, sí se aprecia que el peralte es distinto. La forma de Santa Sofía es más contundente, más pesada, más maciza. La Selimiye es más estilizada, más vertical, más dinámica y los dos minaretes que se aprecian en la sección contribuyena ello.

Sinán consiguió, al fin, superar a la cúpula de Santa Sofía…

Fig.9. Sección longitudinal comparativa de la Selimiye (arriba) y de Santa Sofía (abajo). Dibujo del autor.

 

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5.
Sobre las citas literarias

Se han seleccionado e intercalado breves citas de obras literarias.

En primer lugar del libro Viaje de Turquía. Se trata de un libro anónimo, escrito hacia 1558, también conocido por otros títulos, como Diálogo o La odisea de Pedro de Urdemalas y se ha adjudicado a Cristóbal de Villalón, a Andrés Laguna y a Juan Ulloa Pereira. Edición digital en línea de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999.

La Autobiografía de Mimar Sinán, el más sobresaliente arquitecto otomano, nacido hacia 1490, describe su nacimiento en una familia cristiana y, alistado al ejército, dirige obras de ingeniería militar: puentes, murallas, acueductos… Solimán el Magnífico le nombra arquitecto imperial y con este título dirige el diseño de mezquitas (se le atribuyen 81), escuelas, palacios, hospitales, mercados, baños públicos, etc., etc.

Octavio Sapiencia escribe un tratado de largo título, publicado en 1622: Nuevo tratado de Turquía con una descipción [sic] del sitio y ciudad de Constantinopla, costumbres del gran Turco, de su modo de gouierno… martirios de algunos martyres, y de otras cosas notables.

Italo Calvino muy admirado por la trilogía de estilo fantástico, reunida bajo el título Nuestros antepasados, escribió en 1972 Las ciudades invisibles, una original reescritura del Libro de las maravillas de Marco Polo.

La novela La pasión turca fue escrita por Antonio Gala. En 1994 fue llevada al cine por Vicente Aranda. Refleja el enamoramiento de una española, en un viaje turístico, con el guía que les muestra Estambul y otros lugares.

El libro Estambul. Ciudad y recuerdos es una obra editada en 2003 (traducida al español en 2006) del escritor turco Orhan Pamuk (Premio de la Paz, otorgado por los libreros alemanes en 2005, y Premio Nobel de Literatura de 2006).

Además de los libros de Orhan Pamuk, Bizancio/Constantinopla/Estambul es una ciudad muy atrayente para los escritores. Baste el siguiente listado:

  • Agatha Christie: su novela Asesinato en el Orient express se inicia cuando el protagonista logra un billete en Estambul para hacer el recorrido de ese famoso tren.
  • Kenize Mourad: De parte de la princesa muerta (1987) es una novela histórica sobre la princesa Selma, exiliada en Turquía y ambientada en varios lugares en la época de la segunda guerra mundial.
  • Emine Segvi: la protagonista de El Puente del Cuerno de Oro (Editorial Alfaguara, 2000) es una chica turca que viaja por Europa y conoce los fallos de las democracias europeas así como algunos hechos de mediados del siglo XX. Regresa a Estambul y consigue hacerse actriz. Pero ahora el régimen es totalitario y el Puente del Cuerno de Oro une/separa a las dos turquías.
  • Elif Shafak: su novela, La bastarda de Estambul, (versión castellana de 2010) ambientada en esta capital, cuenta el genocidio que sufren los armenios a manos de los turcos y lo hace a través de una familia gobernada por las mujeres.

 

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