Sección ENCUENTROS
Entrevista de
Silvia Eva Agosto
La entrevistadora es profesora de Lengua Castellana y Literatura en el IES «Francisco Giner de los Ríos» de Alcobendas (Madrid) y del Máster Universitario en Formación del Profesorado de la Universidad Complutense de Madrid.
seagosto@ucm.es
El 24 de febrero de 2021 se celebró en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) una nueva entrega de los Diálogos literarios, en esta ocasión el X, con la participación del escritor Benjamín Prado. Esta iniciativa, realizada en conjunto con el Máster en Formación del Profesorado de la UCM, busca acercar a los profesores y a los futuros docentes con autores contemporáneos cuyas obras despiertan interés en los lectores jóvenes.
Pese a las restricciones sanitarias, el encuentro pudo realizarse en la modalidad semipresencial y un nutrido grupo de profesores y estudiantes pudo escuchar al autor de Siete maneras de decir manzana y realizar preguntas y comentarios sobre su obra.
En esta entrevista, el escritor reflexiona sobre la escritura, la lectura y la formación del lector. Además, opina sobre el tratamiento de los clásicos en el aula y brinda un adelanto de su próxima obra, que se dará a conocer en octubre.
─Por suerte, muchos: como lector sí que le echo un pulso casi a cualquiera y siempre he tenido cuidado de leer desordenadamente, todo lo que iba cayendo en mis manos. Tal vez como poeta sí pueda citar algunos nombres: Neruda, Lorca y Alberti, al principio. Luego Anna Ajmátova, Auden, Alejandra Pizarnik... Pero la poesía, de Góngora a Paul Eluard y de Idea Vilariño a Edmonde Jabés, por citar a los primeros que se me ocurren en este instante, digamos que la he leído toda y que una gran parte de ella me ha iluminado y corregido.
─Imagino que disfrutándolo primero como lector y luego teniendo la intuición necesaria para reconocerlo en las ideas que se tienen: quiero decir que es trascendental que cuando se te ocurre algo sobre lo que crees que sería interesante escribir, sepas de inmediato si puede dar lugar a un poema, un relato, un aforismo, una canción... A mí, al menos, me ocurre así: las cosas se me ocurren ya con el género literario incluido.
Raro es el título de la primera novela de Benjamín Prado, publicada en 1995.
─Las mismas de siempre: tratar de seguir el camino de mis maestros, que en ese territorio son los poetas de mi predilección que además han reflexionado sobre nuestro oficio: el Octavio Paz de El arco y la lira; el Auden de La mano del teñidor; el Jaime Gil de Biedma de El pie de la letra; el T. S. Eliot de Función de la poesía y función de la crítica... Creo que es uno de los libros que más he disfrutado escribiendo y llevo años tratando de hacer otro parecido, aunque nunca encuentro la calma necesaria. Curiosamente, me ha echado una mano esta época de confinamiento, porque al hacer varios talleres de poesía vía Zoom, he vuelto a ese proyecto.
─No tengo una favorita, ni tampoco un género predilecto, la verdad. Lo paso bien y pongo el mismo entusiasmo con las novelas que con los libros de poemas, por ejemplo, y saltar de unas a otros me ayuda a esquivar el peligro de repetirme.
─Considero a las y los lectores las medias naranjas de mis libros. Son quienes me dan las satisfacciones más grandes y les estoy realmente muy agradecido por mantener vivas mis obras, propiciar continuas reediciones, no dejarme solo en los actos públicos. Tras casi diez años intentándolo, al fin he conseguido acabar un poema dedicado a esa gente maravillosa. Saldrá, espero que en octubre, en el nuevo libro que sacaré para entonces..
─Es enriquecedor, te lleva por caminos que no habrías tomado solo, y es también divertido, una especie de deporte literario del que, como mínimo, he sacado muchas noches de risa. También hice un experimento, en el libro de cuentos Jamás saldré vivo de este mundo, que consistió en colaborar en cuatro relatos con Juan Marsé, Almudena Grandes, Javier Marías y Enrique Vila-Matas, en calidad de artistas invitados, algo muy normal en la música y nuevo en la narrativa, hasta donde yo sé. Fue muy emocionante.
─Todo lo que escribes te enseña a escribir, también tener que leer cinco libros semanales para hablar de ellos en la radio e incluso sentarte a pensar qué puntos de vista vas a exponer en un programa televisivo de actividad política. Trabajo con alegría y doy las gracias a quienes me proporcionan espacios donde explicarme.
─Seguramente una mezcla de lo que ellos quieren leer y lo que nosotros creemos que deben leer. Hay que crear lectores, no especialistas, porque una vez asumido el hábito, es más fácil saltar de un libro de Elvira Sastre, que además es estupenda, a uno de Quevedo que de nada a Quevedo.
─Bueno, yo siempre digo que a mí me hizo lector un profesor que entró en clase explicando a Garcilaso de la Vega con tal pasión que lo leí con otros ojos: ya no era una obligación, sino un placer. Todos nacemos lectores, no existe un niño al que no le guste que le cuenten un cuento, es la vida la que nos quita, de una manera u otra, esa querencia.
─Lecturas infatigables, fe en sí mismo, enseñar lo que haga a otras personas que le puedan dar su opinión y un indicio de si lo que hace conmueve, interesa, suscita preguntas... Si realmente tiene la necesidad de escribir y el tesón que hace falta para hacerlo, aunque sea contra viento y marea, que lo haga: yo soy feliz con mi trabajo, aunque me cueste mucho hacerlo a mi gusto y ser quien soy ha cambiado mi vida, no quiero ser otra persona. Merece la pena no rendirse.
Diálogos literarios es una iniciativa que promueve hace diez cursos la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» junto con la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). El objetivo de estos encuentros es acercar a los socios y a los futuros docentes a ciertos escritores cuyas obras motivan a los alumnos a la lectura.
Hasta el momento se han realizado los siguientes diálogos situados en los últimos cursos: