Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Breve antología de Emilia Pardo Bazán

Selección a cargo de

Jesús Diéguez García

Fotografía de

Agustín Neira Calvo

 

Ocupa la portada de este número de Letra 15 y, por primera vez, una mujer: la escritora y poetisa Emilia Pardo Bazán, nacida en A Coruña, en 1851. Contrae matrimonio muy joven y, un año después, en 1869, se traslada a vivir a Madrid. Lectora asidua de los clásicos españoles, se dio a conocer con un Estudio crítico de Feijoo y varios poemas publicados por Francisco Giner de los Ríos. Fallece en Madrid en 1921.

Mujer polifacética. Es una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres y de la femineidad, abogando por la necesidad de la educación de la mujer como medio de su liberación. Aunque sin éxito, propuso a Concepción Arenal, a Gertrudis Gómez de Avellaneda y a sí misma (en tres ocasiones) para ser miembro de la Real Academia Española.

 

1. Prosa

Entre sus obras son de destacar las novelas de corte naturalista La tribuna (sobre una huelga obrera promovida por una mujer: 1883), Los pazos de Ulloa (sobre el enfrentamiento de las clases sociales gallegas contra el caciquismo: 1886) y La madre naturaleza, (su continuación, sobre amores incestuosos de dos hermanos; 1887).

Se separó amistosamente de su marido y, tras la muerte de su padre, sus obras se tiñeron de espiritualismo: Una cristiana (1890), Doña Milagros (1894), La sirena negra (1908) y Dulce dueño (1911). Es autora también de mas de quinientos cuentos y relatos, recogidos en diversas colecciones. Hemos seleccionado breves fragmentos en los que destaca la exclusión de la mujer en la vida real o su defensa. El primero pertenece al relato breve El indulto.

Así que Antonia supo que había recaído indulto en su esposo, no pronunció palabra, y la vieron las vecinas sentada en el umbral de la puerta, con las manos cruzadas, la cabeza caída sobre el pecho (…) Era bien tonta en afligirse así. ¡Ave María Purísima! ¡No parece sino que a aquel hombrón no tenía más que llegar y matarla! (…) Antonia se resolvió a intentar algo, y sin levantar la sesión, acordóse consultar a un jurisperito, a ver qué recetaba. Cuando Antonia volvió de la consulta, más pálida que de costumbre, de cada tenducho y de cada cuarto bajo salían mujeres en pelo a preguntarle noticias, y se oían exclamaciones de horror. ¡La ley, en vez de protegerla, obligaba a la hija de la víctima a vivir bajo el mismo techo, maritalmente, con el asesino! —¡Qué leyes, divino Señor de los cielos! ¡Así los bribones que las hacen las aguantaran!—clamaba indignado el coro.—¿Y no habrá algún remedio, mujer, no habrá algún remedio? —Dice que nos podemos separar... después de una cosa que le llaman divorcio. —¿Y qué es divorcio, mujer? —Un pleito muy largo. Todas dejaron caer los brazos con desaliento: los pleitos no se acababan nunca, y peor aún si se acababan, porque los perdía siempre el inocente y el pobre. —Y para eso—añadió la asistenta—tenía yo que probar antes que mi marido me daba mal trato. ¡Aquí de Dios! ¿Pues aquel tigre no le había matado a la madre? ¿Eso no era mal trato, eh? ¿Y no sabían hasta los gatos que la tenía amenazada con matarla también? —Pero como nadie lo oyó... Dice el abogado que se quieren pruebas claras...

Los siguientes pertenecen a la novela Los pazos de Ulloa. En ellos se describe el Sometimiento al padre, Amenazas a la esposa y la Opinión del médico.

¿Para qué le aguanta a Primitivo que le dé tanta bebida? Es obligación de usted el impedirlo. Sabel fijaba pesadamente en Julián sus azules pupilas, siendo imposible discernir en ellas el menor relámpago de inteligencia o de convencimiento. Al fin articuló con pausa: —Yo qué quiere que haga… No me voy a reponer contra mi señor padre. Julián calló un momento atónito. ¡De modo que quien había embriagado a la criatura era su propio abuelo!

***

Para octubre, el tiempo de las castañas, esperaba el mundo un Moscoso, un Moscoso auténtico y legítimo… hermoso como un sol además.

—¿Y no puede ser también una Moscosita? —preguntó Julián, después de reiteradas felicitaciones.

—¡Imposible! —gritó el marqués con toda su alma. Y como el capellán se echase a reír, añadió—: Ni de guasa me lo anuncie usted, don Julián… Ni de guasa. Tiene que ser un chiquillo, porque si no, le retuerzo el pescuezo a lo que venga. Ya le he encargado a Nucha que se libre bien de traerme otra cosa más que un varón. Soy capaz de romperle una costilla si me desobedece.

***

A las mujeres se les da en las ciudades la educación más antihigiénica: corsé para volver angosto lo que debe ser vasto; encierro para producir la clorosis y la anemia; vida sedentaria para ingurgitarlas y criar linfa a expensas de la sangre… Mil veces mejor preparadas están las aldeanas para el gran combate de la gestación y alumbramiento, que al cabo es la verdadera función femenina.

Otro, muy breve, es de La dama joven y trata sobre la función del vestuario femenino:

Ustedes dicen que visten así por comodidad e higiene. Pues nosotras, con atender a la higiene y a la comodidad... despachadas. ¿Qué obligación tenemos de recrearles a ustedes la vista? ¿Somos odaliscas, somos muebles decorativos, somos claveles en tiesto?

En otro relato breve titulado Un destripador de antaño se describe la desesperada situación de una mujer por la desidia y maltrato de su marido borracho. Para lograr dinero ofrece al boticario el «unto» de su sobrina pues cree que una medicina está fabricada con la grasa de chicas jóvenes.

¡Aquí entra lo mejor! Resulta que viene a ofrecerme el unto de una muchacha, sobrina suya, casadera ya, virgen, roja, con todas las condiciones requeridas, en fin, para que el unto convenga a los remedios que yo acostumbro hacer... A tal punto hemos llegado. Es por ahí cosa corriente y moliente que yo destripo a las mozas, y que con las mantecas que les saco compongo esos remedios maravillosos, ¡puf!, capaces hasta de resucitar a los difuntos.

La mujer me lo aseguró. ¿Lo está usted viendo? ¿Comprende la mancha que sobre mí ha caído? Soy el terror de las aldeas, el espanto de las muchachas y el ser más aborrecible y más cochino que puede concebir la imaginación.

En un artículo contra el machismo incluye el término mujercidios (sinónimo del actual feminicidios):

Los anales de la criminalidad abundan en mujercidios, impunes muchas veces por razones espaciosas, mejor dicho por sofismas que sirven para alentar el crimen.

Ellas eran mujeres, seres humanos, que transitan por una calle y que tienen pleno, absoluto derecho a no ser molestados, a cruzar como los demás transeúntes, libremente y tranquilamente. La barbarie primitiva, intacta en lo que se refiere a la mujer, es la única causa de ese acosón feroz, inhumano…

Fuente: Diario La Opinión, de A Coruña.

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2. Poesía

Se conservan bastantes poesías de la autora, aunque ella no las valoraba en exceso y muchas quedaron inéditas en vida, sobre las que destacan las de influencia de la literatura sánscrita. Reproducimos dos de las poesías publicadas, un soneto y otra escrita en redondillas:

 

 

Considera que en humo se convierte

el dulce bien de tu mayor contento,

y apenas vive un rápido momento

la gloria humana y el placer más fuerte.

 

Tal es del hombre la inmutable suerte:

nunca saciar su ansioso pensamiento,

y al precio de su afán y su tormento

adquirir el descanso de la muerte.

 

La muerte, triste, pálida y divina,

al fin de nuestros años nos espera

como al esposo infiel la fiel esposa;

 

y al rayo de la fe que la ilumina,

cuanto al malvado se parece austera,

al varón justo se presenta hermosa.

 

 

Álbum de ignorado origen,

¿por qué mi firma reclamas?

firma y versos a las damas

son cosas que no se exigen.

 

De la mujer en la vida

es la inspiración secreta,

como pálida violeta

que no quiere ser cogida,

 

y que cuando se propasa

dulce perfume a exhalar,

solo debe embalsamar

las paredes de su casa.

 

Pero haciendo concesiones

a este tiempo de locura,

alteraré tu blancura

con desiguales renglones

 

y entre firmas de valía

que guardas ya con empeño,

echa la culpa a tu dueño,

de que figure la mía.

Emilia Pardo Bazán

 

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3. Recursos digitales sobre Emilia Pardo Bazán

 

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