Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección ENCUENTROS

Presentación de la novela «Vuelo sin retorno», de Felipe Díaz Pardo


«Un relato delirante, irónico y evocador, donde nada es lo que parece»

novela «Vuelo sin retorno»

Crónica de

Jesús Diéguez

Fotografías de

José Rodríguez Portero

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1. Lugar, fecha e intervinientes

En la página inicial de la WEB de la APE «Francisco Quevedo» de Madrid se informaba de la presentación de la novela Vuelo sin retorno de nuestro socio Felipe Díaz Pardo. Tuvo lugar el miércoles 6 de abril, a las 7 de la tarde en la Casa del Libro de la calle Fuencarral, nº 119 (Madrid).

Manel Loureiro

Inició el acto, con unas breves palabras de acogida y agradecimiento a los asistentes, don Carmelo Segura Martínez, editor de «Entrelíneas». Tomaron la palabra sucesivamente la filóloga doña Sandra Vega Martín, el presidente de la APE «Quevedo» don Pedro Hilario Silva y cerró el acto el propio autor.

 

2. Palabras de Sandra Vega

Doña Sandra Vega Martín es especialista en Filología semítica y trabaja en la Editorial Entrelíneas.

Manel Loureiro

Sandra comenzó haciendo una sinopsis de la novela que resumió como un viaje con más de un destino, un viaje-compendio de varias vidas, un viaje-crónica de la vida del protagonista.

Prosiguió analizando la estructura lineal de la obra, la temporalidad casi siempre en presente (también en pasado para las abundantes escenas retrospectivas) la riqueza del vocabulario descriptivo, el perfil psicológico del protagonista y los variados escenarios en que transcurre la novela.

Terminó exponiendo los temas más relevantes tratados por el autor:

  • La amistad encarnada por los cuatro personajes, que, en la pubertad, entablan una relación que el paso del tiempo irá deteriorando.
  • El amor protagonizado por Roberto y Nora. Es uno de los pilares que sustenta la trama de la novela. Debe ser el lector el que descubra todos los vericuetos de la relación.
  • La crisis que inicia la trama y recorre todo el argumento.
  • La política como inicio de una incertidumbre socioeconómica que azota la realidad de un país supuesto pero reconocible.

Finalizó su exposición deseando a los asistentes que disfruten de la lectura de la novela.

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3. Presentación de Pedro Hilario

Don Pedro Hilario Silva es doctor en Filología. Trabaja como profesor de Instituto y de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. Preside también la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid.

Don Pedro comenzó explicando el proceso curioso en el que su lectura de la novela se fue entremezclando con sus vivencias de manera harto gratificante. Acababa de pasar las vacaciones de Semana Santa en Marsella. Las idas y regreso fueron un tanto accidentados; le desviaron a varios aeropuertos y dedicó mucho más tiempo del que estaba previsto. La espera en terminales o estaciones de tren, o durante los trayectos o vuelos, es un excelente tiempo para disfrutar de un buen libro. Cuando el texto consigue enganchar, el lector se desliza dentro del relato, se abstrae del entorno y circunstancia y ese tiempo tedioso y cansado se vuelve una experiencia única. La novela de Felipe posee varios elementos que hicieron que esta, no sé, especie de milagro lector, fuera especialmente grato.

Manel Loureiro

A la hora de analizar la novela, destacó los siguientes aspectos. En primer lugar es una obra magníficamente escrita. Disfrutamos de tal o cual historia, sea leída o vista, porque nos la han contado bien, porque el autor ha utilizado los instrumentos necesarios para conseguir que sintamos lo que sentimos de ese modo y no de otro. Felipe Díaz ha sabido crear tensión, ha construido unos personajes, no solo verosímiles, sino capaces de generar esa empatía tan necesaria a la hora de entrar en una historia, de emocionarte con ella. Como en otras novelas anteriores, el autor posee un perfecto dominio de la técnica y de recursos narrativos tan necesarios para contar aquello que quiere contar del modo en que desea hacerlo y lograr que esa relación empática con lo narrado se produzca.

Además, la novela está salpicada de toques de humor inteligente y una sutil ironía que va desde algunas situaciones y ciertos comportamientos, hasta la misma construcción del relato. Basta recordar el delirante detonante sobre el que se construye la historia: se ha formado en España un nuevo gobierno, que está coaligado con los representantes parlamentarios de un partido surgido de la «nada» debido a la crisis (nada que ver con la realidad española actual). Dicho gobierno plantea como medida estrella la puesta en marcha de un plan de ahorro para la crisis (PAC), consistente en realizar determinados servicios gratuitamente. El protagonista, Roberto Bracamonte, alto funcionario del Estado, se verá en la obligación inesperada y sorprendente de pilotar el avión en el que tiene que viajar a Argentina, como un simple pasajero más. Este punto de partida recuerda el arranque de la trama de otra de sus novelas La humanidad de los dioses, configurada también a partir de las actuaciones que uno de los personajes ha de llevar a cabo a partir de un también sorprendente decreto gubernamental, dirigido en esta ocasión a sanear la economía del Estado: la creación de un estatus de nuevas personas VIPs. La carga irónica no se queda únicamente en esto (el autor me corregirá si estoy equivocado) también la novela se construye como un homenaje intertextual a una película que seguramente muchos recuerden: Aterriza como puedas. Este filme estadounidense, dirigido por Zucker y Abrahams estrenado en 1980, aparece citado en varias ocasiones a lo largo del relato.

La principal línea narrativa del relato lo compone un delirante y en muchas ocasiones surrealista viaje en avión, algo similar, salvados los registros, intenciones y motivaciones sobre los que se asientan novela y película. Vuelo sin retorno no es una comedia bufa y paródica como sí lo era el exitoso filme al que hemos hecho referencia. Un viaje durante el cual se intenta también recomponer una historia de amor rota. En ambos textos además, la estructura diegética, la de la historia contada, se desarrolla no solo en una línea narrativa sino en varias. Como en Aterriza como puedas, el relato de este enloquecido viaje, entre cosas surrealistas, implicará que el protagonista aprenda aceleradamente, y en no pocas ocasiones humorísticamente, a comandar más que pilotar un avión (aquí viene una de mis posibles preguntas al autor: cómo y dónde realizó el proceso de documentación, y si ha tenido algún tipo de comentario acerca de la manera en que el protagonista aprende a pilotar y manejar el avión desde el cuerpo de pilotos), se verá salpicado de diferentes analepsis o saltos temporales retrospectivos. Flashbacks que cumplen, además de la función de ampliar el marco espacio-temporal y descargar tensiones, otra clara función: ofrecernos el relato de las vivencias que marcarán el carácter y modo de ser del protagonista y contarnos las vicisitudes que lo han llevado a la situación personal y vida actual. Es decir, a lo largo de la novela el narrador va construyendo una segunda línea narrativa que nos permite acceder como lectores a la construcción y destrucción vital del protagonista, al tiempo que justifica, además de ser la base para entender muchos de los comportamientos presentes de los personajes, el sorprendente final del relato.

Esta narración retrospectiva se configura, además, en un doble nivel temporal: por un lado, los flashback que nos retrotraen a la adolescencia del protagonista cuando conoce a la que será su mujer y posterior exmujer, y a los personajes que serán fundamentales en el inicio, desarrollo y deterioro de la relación; por otro, los saltos temporales muestran la relación de Roberto con su tripulación que, para sorpresa del protagonista y mosqueo del lector, estará formada por personas sin formación, extraña y sorprendentemente conocidas del protagonista, coincidencia que, además de permitir al narrador dinamizar el relato y acercarnos a la vida más actual del personaje, funciona como otros datos repartidos a lo largo del texto, para crear una peculiar atmósfera de misterio, para generar en el lector la duda de que nada es lo que parece ser… porque en efecto nada es lo que parece.

Otro elemento admirable de la novela es el modo en que el autor trata en ella la relación entre realidad y ficción. Con los diferentes marcos temporales se suscitan a lo largo de la novela la presencia de varios cronotopos. Recordemos que, como decía Mijail Bajtin, hemos de entender cronotopo como la unidad espacio-tiempo, indisoluble y de carácter formal expresivo, es decir, no hablamos únicamente del marco espacio temporal, sino de lo que el mismo implica y posibilita. El mundo real no puede incorporarse al mundo representado, pues por lógica se encuentra fuera de él, es el mundo del autor y del intérprete, de los oyentes y lectores, pero de ese mundo real surgen los cronotopos, reflejados y creados, el mundo representado en la obra. De manera que los cronotopos novelescos, que sirven para la asimilación de la verdadera realidad temporal, permiten reflejar e introducir en el plano artístico de la novela momentos esenciales de la realidad reflejada. Este hecho plantea una serie de posibilidades diversas y establece niveles de relación entre ficción y realidad no solo con el modo en que inciden en el desarrollo de la historia contada, sino también de acuerdo con el modo en que cada cronotopo se establece, toma cuerpo, a partir de la vivencia y del proceso de reelaboración creativa de cada lector. Según esto, la lectura de la obra no provocará las mismas evocaciones en una persona de 30 años que de 50 aunque ambas puedan entender y seguir el desarrollo sin problema alguno.

Manel Loureiro

 

En su reflexión sobre la compleja relación entre ficción y realidad, el conferenciante se explayó con ejemplos sugeridos en el análisis de un ensayo del recientemente fallecido Umberto Eco. No son pocos los personajes que salen de la obra y se adueñan de un territorio o lugar. Recordó la prisión situada en el Castillo de la isla de If, donde Alejandro Dumas hace pasar años de cárcel al protagonista de El conde de Montecristo. Esta prisión existió y hoy todavía son muchos los que hacen la pequeña travesía que separa el viejo puerto de Marsella de la isla para intentar encontrar el agujero por el que el prisionero escapó. No es un caso aislado: la casa de Melibea en Salamanca, la de Julieta en Verona, o el modo en que la figura de nuestro hidalgo manchego se proyecta como si hubiera vivido en ellos de forma real sobre algunos lugares de nuestro territorio. Este salto desde la ficción a la realidad puede traer consigo consecuencias trágicas, como la obra del propio Umberto Eco, Los protocolos de los sabios de Sión, que acabó creyéndose real y que provocó la muerte de numerosos judíos. Procesos que suponen algo más que una anécdota y nos hablan del modo en que ficción y realidad se asimilan, a la postre, como constructos ambos de la psiquis humana.

Pero en la novela Vuelo sin retorno la relación se proyecta en la otra dirección: de la realidad a la ficción, el modo en que el mundo real se dircursiviza y da forma a los mundos posibles mediante diversas maneras y niveles de producir este proceso. Recordó ejemplos como Coto vedado de Juan Goytisolo, que resulta difícil de calificar como novela pero hablar de ella como de un documento autobiográfico resulta igualmente simplificador, o Soldados de Salamina, de Javier Cercas, donde la distinción entre ficción y no ficción se convierte en un ejercicio retórico de construcción narrativa. Aquí la confusión entre ficción y realidad es un recurso narrativo intencionalmente manejado por el autor. Otro recurso ya lo encontramos en muchos de nuestros autores clásicos: los Episodios Nacionales de Galdós, las Memorias de un hombre de acción, de Baroja, o las novelas de la serie inacabada El ruedo ibérico, de Valle-Inclán; en ellos la realidad mostrada es una especie de tapiz en el que se inscriben figuras, personajes o escenas en los que jamás repararía la Historia. Los sucesos, personas o elementos del mundo real, son deformados de modos diversos: deformación sobre la que el autor crea su mundo de ficción.

Vuelo sin retorno imita el quehacer del escritor Paul Auster. Como en sus obras, no solo se presenta una ficción en donde se inserta la realidad, sino que la ficción surge desde la sutil distorsión de la realidad, es decir, el marco realista sobre el que se asienta la novela se deforma y en esa manipulación se crea el mundo posible de la ficción. Así, en línea con el autor norteamericano, se recurre a procedimientos de juego metaficcional o a la creación de mundos oníricos o fantásticos que se viven con la naturalidad de lo real. El mundo de la fantasía y cierto surrealismo de las situaciones sirven como base a tramas sorprendentemente próximas, cotidianamente reales, sobre todo, gracias a un procedimiento aparentemente sencillo: el lector puede identificarse plenamente con las situaciones vividas por los personajes. No olvidemos que un texto de ficción narrativa gusta más o menos dependiendo del grado de complicidad que manifestemos con tal o cual personaje. Si esto no existe, si no hay conexión, uno de los niveles y engarces con el texto se rompe. Por último, más allá de los posibles datos biográficos del autor que no alcanzamos a conocer, el mundo de lo real se introduce en la novela a través del modo en que se ensamblan intertextos diversos. A lo largo de la obra existen numerosas referencias culturales o librescas. Como sucede en Auster, en esta novela el amor que siente el autor por los libros hace que muchos de sus personajes escriban o hablen de ellos o lleva al autor a incluir numerosas citas y alusiones a obras de distinto tipo y género, que entre otras cosas permiten introducir el mundo real en el mundo de la ficción.

La conferencia se cerró con estas palabras:

No sé, Felipe, cuánto tiempo podrás disfrutar de lo que has denominado «las ventajas de un escritor desconocido». Méritos, les aseguro, no le faltan para dejar de serlo, y a mí me gustaría que ese tiempo fuera corto; no tanto porque, como amigo, deseo que disfrutes de las mieles de un éxito y reconocimiento mediático que por tu buen hacer mereces, sino porque ese reconocimiento supondría que muchos más lectores podrían acceder a tus libros. Todo llegará, estoy seguro; por ello, no abandones Felipe tu vocación de componedor de textos, y no solo por ti, sino sobre todo por quienes a buen seguro harán algún día suyos tus libros y te agradecerán que hayas dedicado una parte de tu tiempo a crearlos. Yo ahora, en representación de todos ellos, entre los que ya sabes que me incluyo, así lo hago.

4. Cierre del acto por el autor

Don Felipe Díaz Pardo, antes de proceder a la firma de ejemplares vendidos, agradeció las intervenciones anteriores y destacó los siguientes aspectos de su novela:

Manel Loureiro

  1. La trama juega con dos elementos argumentales: la actualidad (situación política y social, uso de las nuevas tecnologías, etc.); y la peripecia existencial del protagonista (situación y profesión, vida pasada, etc.). Utilizando el absurdo en algunos momentos del argumento, lo que se pretende es conseguir un distanciamiento del narrador y del lector sobre lo que se cuenta, con cierta intención crítica en algún momento.
  2. La intriga se fundamenta en esas dos vías argumentales que corren paralelas y al final se entrecruzan dando lugar a un desenlace. Distintos elementos de las vías argumentales van proporcionando pistas que darán lugar a la intriga que se resolverá al final. Esa intriga pretende mantener el interés del lector.
  3. En función de esas dos vías argumentales se utilizan también dos estilos fácilmente identificables. Por un lado, un estilo desenfadado, lleno de humor e ironía, en la línea argumental que tiene que ver con la historia que se desarrolla en el avión; por otro, un estilo basado en un lenguaje más poético y evocador, que alude al pasado del protagonista.
  4. Los personajes también se dividen en dos grupos, basados en esa dicotomía que estamos manteniendo: los personajes del tiempo actual de la historia y los personajes del tiempo evocado. Algunos de ellos confluirán al final.
  5. A pesar de la situación un tanto insólita, se pretende conseguir la verosimilitud de lo contado creando situaciones que aun siendo absurdas pueden ser creíbles.

 

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