Sección CARPE VERBA
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Marijose Tobal
Zamora 1959. Diseñadora gráfica y artista multidisciplinar. Barbería Lin es su primera novela, publicada en 2022 por la editorial Salto al vacío. Eolas ediciones publica en 2023, en la colección De la belleza, su libro La belleza de las cosas. Ocasionalmente poeta visual. Soy la reina es la última aventura literaria en la que se encuentra inmersa.
Al final de la tarde, justo antes de la caída del sol, algunos días toca tormenta. Nubes amenazantes llegan por el noroeste empujadas por un viento cada vez más fuerte, y de pronto, una gota aquí y otra allá van dibujando lunares en la carpa del cenador, que no la quitamos porque, total, van a ser cuatro gotas, y qué bien que caigan porque refrescarán el ambiente; nos quedamos el escultor y yo bajo la carpa. El aire atiza por mi lado —estamos uno frente a otro en la mesa bajo el cenador— y empuja el agua contra mi espalda. Pues no van a ser cuatro gotas, yo ya me estoy empapando. Que vaya a su lado, me dice el escultor, que a él no le llega el agua, y yo le creo y coloco mi silla junto a la suya. Mientras tanto, la carpa, que no es del todo impermeable, ya se está calando, y el agua, más de cuatro gotas, se acumula en los bordes. Y entonces empiezan a sonar las hojas del olmo y de la higuera, porque allá arriba, a sus tantos metros de altura, el viento está sacudiendo las ramas y las mueve con furia de un lado a otro. Quiere impresionarnos la tormenta. El escultor y yo, que estamos literalmente pegados, ya no tenemos refugio porque el agua nos acorrala y, con sillas y todo, corremos a refugiarnos en el taller.
El taller es el refugio de las tormentas, siempre lo ha sido. Soy la artista y siempre ha sido refugio de tormentas el taller.
Soy la musa. Un día lo fui para el artista de la kipá como ahora la parra y la higuera y hasta el lisiadito ciprés lo son para mí. Los artistas inventan a sus musas y algunos son tan raros que hasta yo, como el ciprés lisiadito, he sido musa.
El artista necesita a la musa y por eso la cuida, hace que le preparen zumos de naranja natural para soportar las agotadoras sesiones de posado. La musa se queda inmóvil mientras el artista la observa tratando de desentrañar su esencia para plasmarla sobre el lienzo.
El artista, inspirado por la musa, se vuelve loco y pinta hasta cinco cuadros de gran formato a la vez, no necesita zumo de naranja porque se alimenta de arte, de su propio arte. Al final de la sesión él está eufórico de tan vitaminado mientras que la musa, a pesar del zumo, se siente agotada.
Hay facetas de la musa que le quedan al artista por explotar y pacta con ella el siguiente empeño. El artista, que está obsesionado con la reina Juana, quiere transformar en ella a la musa, y la musa, dócil, se presta a sufrir la metamorfosis. No andaba muy bien de la cabeza la reina Juana, la musa entonces tampoco. La reina encerrada en el castillo y la artista encerrada en la musa.
Soy la musa y soy la artista, y siempre ha sido un refugio de tormentas el taller. Soy la
escritora, la que escribe de la musa y de la artista.