Sección ARTÍCULOS
Enrique Ortiz Aguirre
El autor es Catedrático de Lengua Castellana y Literatura en Educación Secundaria y Bachillerato, y Doctor en Lengua española y sus Literaturas por la Universidad Complutense de Madrid; ha obtenido el Diploma de Estudios Avanzados en Literatura hispanoamericana y es Profesor Asociado en la misma Universidad. Ha publicado ediciones críticas, artículos (sobre Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Manuel Reina, Federico García Lorca, Pedro Salinas o Cervantes y la Literatura comparada) y monografías (Literatura hispanoamericana, Literatura Universal y comparada). Su ámbito de investigación se enmarca en la Literatura finisecular española, en la Literatura comparada, en las relaciones entre Literatura y erotismo, entre Literatura y Cine, y en la Didáctica de la Lengua y Literatura. Comisario de la Exposición Salinas recuperado: una pasión sublime (1951-2021).
Resumen.
Figuras como la de Antonio de Nebrija ─cuyo V Centenario desde su fallecimiento celebramos ahora, en 2022─ permiten replantear críticamente el papel que desempeñó la Edad Media en el Humanismo y recuperar el perfil del humanista, que prefigura al del intelectual moderno, ya que conlleva tanto la reivindicación de la libertad de expresión como la de pensamiento. Además, resulta ineludible su aportación filológica (no solo por su desempeño como gramático ─lúcido, brillante y didáctico─, sino también como lexicógrafo), sobre todo en cuanto promotor de un adecuado uso de la forma lingüística (y de su reflexión crítica) en virtud de la precisión y claridad de ideas, y como impulsor de medidas que, desde la simplificación y el normativismo ─sin rechazar la extensión de uso─, pretendieron simplificar el sistema para garantizar cierta unidad (en este sentido, junto a la unificación política de los Reyes Católicos y la unificación geográfica o territorial que lleva aparejada el descubrimiento de América, nos encontraríamos con los esfuerzos unificadores de Nebrija) y la supervivencia de la lengua.
Palabras clave: Antonio de Nebrija, Humanismo, Edad Media, Lingüística, gramática.
Abstract.
Figures such as Antonio de Nebrija ─whose 500th anniversary since his death we are now celebrating in 2022─ allow us to critically rethink the role played by the Middle Ages in Humanism and to recover the profile of the humanist, which prefigures that of the modern intellectual, since it involves both the vindication of freedom of expression and freedom of thought. Furthermore, his philological contribution is inescapable (not only for his work as a grammarian ─lucid, brilliant and didactic─ but also as a lexicographer), above all as a promoter of an appropriate use of linguistic form (and of its critical reflection) by virtue of the precision and clarity of ideas, and as a promoter of measures which, without rejecting the extension of usage, sought to simplify the system in order to guarantee a certain unity (in this sense, together with the political unification of the Catholic kings and the geographical or territorial unification brought about by the discovery of America, we would find Nebrija's unifying efforts) and the survival of the language.
Keywords: Antonio de Nebrija, Humanism, Middle Ages, Linguistics, grammar.
Siempre la lengua fue compañera del imperio.
Aelius Antonius Nebrissensis / Antonio de Lebrija.
Como es sabido, en este 2022, entre otras efemérides, se ha declarado el V Centenario de Antonio de Nebrija en nuestro país como «Acontecimiento de Excepcional Interés Público». No deja de resultar extraño el hecho de que este evento haya suscitado el consenso político, de no ser por una explicación que pueda considerar esta conmemoración desde ópticas inocuas. Nada más lejos, sin embargo, de la figura de este insigne sevillano que desbordó la faceta de filólogo (de la que siempre se sintió orgulloso, singularmente con la figura del gramático) para habitar la del humanista.
A pesar de la impresión inane del evento, ya podemos dar cuenta de ciertas consecuencias de diferente interés: entre ellas, podríamos destacar la reciente publicación (2022) de la novela de Eva Díaz Pérez, El sueño del gramático. La aventura humanista de Elio Antonio de Nebrija, publicado por la Fundación José Manuel Lara, una obra extensa y bien documentada de estilo sobrio; congresos internacionales, simposios, conferencias, exposiciones, biografías… Entre las exposiciones, merece la pena mencionar la que tendrá lugar en la Biblioteca Nacional de España, entre noviembre de 2022 y febrero de 2023, a cargo de la comisaria Teresa Jiménez Calvente, y con el título: Antonio de Nebrija (1444-1522). El orgullo de ser gramático. «Grammaticus nomen est professionis».
Hay que destacar la completa biografía publicada, también en este 2022, por José Antonio Millán: Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad, en Galaxia Gutenberg, una obra ensayística de grata lectura que incluye las principales fuentes bibliográficas sobre la figura del humanista.
Además, se acaba de publicar el cómic Nebrija del autor argentino Agustín Comotto, en Nórdica Libros (2022), cuyas viñetas remedan episodios trascendentales de la vida del sevillano, como el de las injerencias inquisitoriales frente a los quehaceres humanistas, de las que nos ocuparemos después. Le aconteció al profesor de filosofía moral que tuvo Nebrija en la Universidad de Salamanca durante su época de estudiante, con el que trabaría amistad, y al propio Elio Antonio (una denominación que él no usó nunca), quienes en su incansable búsqueda del rigor filológico y del espíritu crítico humanista hubieron de confrontar con estrechas miras teológicas en las exégesis y traducciones de los textos bíblicos; Nebrija salvaría la situación gracias a los reemplazos inquisitoriales y a la intercesión definitiva del Cardenal Cisneros. Sea como fuere, esta publicación incide en la necesidad de contextualizar la vida y obra de Nebrija con el nacimiento de la imprenta y el papel determinante de esta en la difusión del Humanismo y del conocimiento (Comotto, 2022).
Por otra parte, no pretendemos dejarnos arrastrar por el sentido positivo de los fastos ─que es indiscutible─, sino contrabalancear también los halagüeños resultados con el hecho de que, hasta la fecha, la mayoría de la obra de Antonio de Nebrija (casi toda en latín) permanece inédita. En todo caso, Juan Gil, presidente de la comisión interadministrativa del V Centenario del recuerdo del fallecimiento de Antonio de Nebrija, advierte de que la Universidad de Cádiz irá publicando toda su obra con el aparato crítico correspondiente, precisamente gracias al acicate de las celebraciones, lo cual celebramos con entusiasmo.
En general, la visión sobre la Edad Media tiende a ser especialmente despectiva, incluso si nos detenemos en su propia denominación, ya que se pretendió nombrar un periodo intermedio entre dos momentos de esplendor: la Antigüedad Clásica y el Renacimiento (Baura, 2012). Tanto es así que incluso al siglo XV, Baja Edad Media, se le ha venido considerando como un periodo de transición, una suerte de Prerrenacimiento que no podría confundirse con el periodo medieval. Todo ello parece relacionarse con los prejuicios que se asocian a esta época medieval (guerra, epidemias, oscuridad, retroceso, superstición, analfabetismo…), y que transcurre desde el siglo V (con la caída del Imperio romano) hasta el XV (fin, en 1453, del último reducto del Imperio romano de Oriente). Además, en el caso español, no se habla de Renacimiento hasta las propuestas italianizantes de Juan Boscán y Garcilaso, pero no antes, ni siquiera con los rígidos intentos del Marqués de Santillana y sus Sonetos fechos al itálico modo, colmados de endecasílabos de gaita gallega, muy alejados de la riqueza y de los matices semánticos que con el uso de todo tipo de endecasílabos dinamizarán Boscán y Garcilaso en la Literatura española. (Ynduráin, 1980).
En todo caso, los prejuicios sobre la Edad Media encuentran fundamento en el régimen feudal (muy lejos de los sistemas democráticos actuales, y en consonancia con la sociedad estamental monolítica), el teocentrismo (cierta imposición del dios del temor), y el progreso científico escaso y lento (que cristalizaría con la invención de la imprenta, un invento absolutamente revolucionario sin el que sería imposible comprender el Humanismo), aunque sí se abundará en el estudio de animales y plantas. (Rodríguez; Rigueiro, 2015).
Pero durante la Edad Media también hubo avances, y no solo la imprenta o el descubrimiento del continente americano para el mundo, sino la Escuela de Traductores de Toledo, con los esfuerzos de Alfonso X el Sabio o el surgimiento de las lenguas vernáculas europeas. En este sentido, preferimos alinearnos con el medievalista Le Goff, que defendió una Edad Media poliédrica y liberada de prejuicios; tanto es así que lo consideró un «periodo luminoso y lleno de risas» o ─en parafraseo de algunas de sus consideraciones─ una noche, pero plagada de estrellas luminosas (la metáfora de la noche para el periodo medieval se ha convertido en lugar común para aquellos que la reducen exclusivamente al oscurantismo) (Le Goff, 2003b).
Es posible que entendamos el siglo XV como un periodo de transición, pero es difícil que lo consideremos también así para el siglo XIII, un momento de honda preocupación por la lengua en virtud de la cual, además de difundir la lengua española en los textos prosísticos (reservados para el latín), la labor del Alfonso X el Sabio constituyó un avance decidido por normalizar una lengua que presentaba demasiadas vacilaciones y que precisaba de una fijeza en la escritura; sin estos esfuerzos, resulta imposible comprender el trabajo de Nebrija, cuyos objetivos pasaban por la concientización de los usos lingüísticos y por valorar la importancia tanto del fondo como de la forma en la emisión de un mensaje, sin olvidar la tarea de simplificación de una lengua para lograr su perdurabilidad y su supervivencia. Baste el perfil humanista lebrijano para cuestionar las ideas preconcebidas, en este caso acerca de la Edad Media y tratemos de analizar críticamente y de manera dinámica un periodo capaz de potenciar el didactismo en la literatura, de valorar las manifestaciones artísticas como fruto de un pueblo a quien ─de alguna manera─ pertenecen, a hermanar la Historia y la Literatura, a promover lecturas socializadas y a valorar la oralidad como fuente de enriquecimiento cultural y de entretenimiento (Le Goff, 1999).
Con todo ello, no se pretenden ocultar las muchas sombras del medievo ni mucho menos escamotear la rémora que constituía en la enseñanza la trasnochada escolástica, ya formulística y rígida, pues precisamente contra ella trabajaron los humanistas, pero tampoco podemos tildar a todos los medievales como bárbaros, pues incurriríamos en un reduccionismo. Sin pretender ningún tipo de idealización, sí se trata de sugerir que, en la proporción que consideremos oportuna, la propia Edad Media detonó ─y no solo en los intersticios del Renacimiento (ese siglo XV al que casi nadie se atrevería a restarle aires de modernidad)─ una actitud humanista que cristalizó en hallazgos lingüísticos como los del Rey Sabio o Antonio de Nebrija enmarcados ya en el espíritu holístico del Humanismo; en el caso de Nebrija, un Erasmo antes de Erasmo (Bataillon, 1998).
Ciertamente, Antonio de Cala y Jarana, no fue solo un lingüista, aunque él mostró un prurito y una exigencia especiales en este sentido. Es más, no reconoció otro título que el de gramático (entonces reservado para quien se ocupaba del latín) y el de lexicógrafo, habida cuenta de su excelencia lingüística. Con todo, reducir el perfil de Nebrija al de lingüista es limitar la figura del humanista, ya que ─sin olvidar los inestimables aportes en este ámbito─ olvidaríamos la defensa del pensamiento crítico que preconizó o sus esfuerzos pioneros por defender los derechos de autor. En todo caso, resulta llamativo el hecho de que se reclame para los Reyes Católicos la reunificación política y territorial; para Cristóbal Colón, la geográfica con el descubrimiento del continente americano ─a los ojos de Europa─ y, sin embargo, no se reivindique lo suficiente la labor unificadora de la lengua española que promovió Antonio de Nebrija, sin cuyo concurso no hubiera sido posible ─al menos en los términos que se produjeron─ ni la unificación política, ni la territorial, ni la geográfica. A este extremo se refirió nuestro lingüista con sus palabras (tan mal interpretadas): «la lengua es compañera del imperio─; pero la cita continúa de la siguiente manera, referida a la antigüedad y sostenida diacrónicamente en el tiempo:
Recitado por el autor del artículo.
Cuando bien comigo pienso mui esclarecida Reina: y pongo delante los ojos el antigüedad de todas las cosas: que para nuestra recordación e memoria quedaron escriptas: una cosa hallo y saco por conclusión mui cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio: y de tal manera lo siguió: que junta mente començaron. crecieron. y florecieron. y después junta fue la caída de entrambos.
(Nebrija, 1492: folio 1 r.
Texto digital por Asociación Cultural Antonio de Nebrija)
Detalle facsímil del prólogo de la Gramática castellana en su primera edición de 1492. Biblioteca Digital Hispánica.
Con ello, como acontece a menudo con la célebre cita orteguiana: «Yo soy yo y mis circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo» (Ortega, 1964: 30), nos percatamos de un alcance mayor, alejado de las interpretaciones consabidas y ajeno a reduccionismos ideológicos interesados. Nebrija nos recuerda que los imperios y las lenguas terminan por correr la misma suerte, derivada de su naturaleza indisociable; en el florecimiento y en la decadencia, la lengua se funde y se confunde con el destino de los territorios. Reflexiones humanistas tan certeras y lúcidas convierten al insigne gramático en «el otro hombre del 92», junto al arrojado Colón (a pesar de que este murió mayor y con fama y el otro, en el olvido) (Millán, 2022).
Antonio de Nebrixa en la colección de «Retratos de los españoles ilustres», 1791. Wikipedia
Los datos que tenemos acerca de su biografía no son demasiados, aunque se repiten en diferentes fuentes: Antonio de Cala y Jarana, el nombre auténtico de Antonio de Nebrija (sus padres fueron Juan Martínez de Cala e Hinojosa y Catalina de Xarana y Ojo), nació en la localidad Sevilla de Lebrija quizá en 1444, aunque hay quien piensa que pudo hacerlo en 1441. No en vano, en la jugosa introducción a su vocabulario latín-español llega a decir: «por que naci vn año antes que en tiempo del rei don juan el segundo fue la prospera batalla de Olmedo. I pudiera io mui bien aun por la divina lei del jubilieo ia descansar» (VEL, a.III v); dado que esta batalla tuvo lugar en 1445, la fecha de nacimiento debió de ser en 1444. Sin embargo, otros piensan que le moviese algún interés para no mencionar su auténtica fecha de nacimiento, unida a la invención de la imprenta, algunos años antes: en 1441 (Millán, 2022) (Gómez, 2022).
Quede de manifiesto su edad avanzada al escribir este texto y su infatigable labor intelectual, dado que ─aunque ya podía jubilarse (dato curioso)─ decidió continuar en activo; hemos de suponer que un humanista nunca se jubila.
Al parecer, ocupó el segundo lugar en una familia de cinco hijos, tres hermanas y dos hermanos; algunos murieron en la infancia y uno de ellos, en el último momento de la reconquista, en Granada. Uno de los fragmentos más famosos de su infancia, se reproduce muy a menudo, recrea precisamente el ambiente de su hogar, y proviene de un poema en latín:
Aquí me arrastraba por el suelo; en esta pequeña era comencé a andar a gatas sostenido en mis tiernas manos. Aquí comencé a hacer pinitos, aquí le decía con mi media lengua ternezas a mi madre, agitando el sonajero. Estas paredes me vieron jugar con otros niños, y me vieron perder y ganar a las nueces. Aquí jugaba a la guerra montado en una caña larga, que hacía de caballo; pero mi juego predilecto era la peonza.
(Millán, 2022)
Pronto el humanista dio muestras de su espíritu crítico y, cuando estudiaba el Bachillerato en la Universidad de Salamanca, dijo sobre sus profesores: «aquellos varones, aunque no en el saber, en el decir sabían poco». No debemos olvidar que en aquel entonces la lengua de cultura y de educación era el latín, y que Antonio de Nebrija consideró que el latín que allí se hablaba no era lo suficientemente riguroso ni puro. Para aprender un latín más cuidado, decide trasladarse a Bolonia (a estudiar Teología con una beca al prestigioso Colegio de España), donde lo aprende con precisión para mostrarlo después ─ya como docente─ en la Universidad de Salamanca. Por añadidura, junto al cuidado evidente de la lengua latina, regresa a España con un espíritu humanista reafirmado en Italia. Por ende, con su regreso a la Universidad de Salamanca, no solo impulsa el cuidado del latín sino la idea de potenciar una manera diferente de enseñarlo en las aulas (Gómez, 2022).
Es cierto que, aunque las universidades se convirtieron en lugares para articular y potenciar el espíritu humanista de Nebrija, no debemos olvidar que gran parte de la obra nebrijana tuvo lugar porque hubo un mecenas que la respaldó: piénsese en Alonso de Fonseca o, tiempo después, en Juan de Zúñiga (exalumno suyo), ambos arzobispos de Sevilla (precisamente durante este último mecenazgo ─de unos siete años de duración e instalado en Extremadura─ finalizará su proyecto de la Gramática castellana, que verá la luz gracias a su auspicio). Volverá después a la Universidad de Salamanca y, tras sinsabores varios (pérdida de una cátedra frente al joven profesor García del Castillo), terminará por incorporarse a la Universidad de Alcalá de Henares, bajo la protección de su amigo el Cardenal Cisneros, cuya figura pretendió hacer justicia con la altura del humanista y le procuró la cátedra de Retórica en su recentísima universidad; este episodio constituye un reconocimiento necesario a una figura (Millán, 2022) (Gómez, 2022).
El humanista, en su defensa del pensamiento crítico y de la reclamación de derechos de autor ─absolutamente inédito hasta el momento─, preconizó la libertad de expresión hasta sus últimas consecuencias. Al humanista, como al buen timonel, se le descubre en medio de la tempestad; así, Antonio de Nebrija (que adoptó el sobrenombre de Elio en virtud de los grandes sabios latinos de la antigüedad, Aelius Antonius Nebrissensis gramaticus, siempre en latín, o Antonio de Lebrija en castellano) defendió la libertad de contrastar información, de ir a las fuentes y de ser riguroso en el conocimiento, con lo que chocó inevitablemente con la Inquisición. El episodio nos recuerda al que viviría un siglo después fray Luis de León, y por los mismos motivos. El prurito filológico impelido por el espíritu humanista. En el caso de Nebrija, se trató del ambicioso proyecto del Cardenal Cisneros, relacionado con la Biblia Políglota Complutense. Este trabajo interesó muchísimo a nuestro humanista sevillano, quien se incorporaría enseguida al grupo para experimentar tensiones tempranas. El asunto era que para Antonio de Nebrija la fuente principal para la Biblia no era la versión de La Vulgata (fruto de los esfuerzos de san Jerónimo allá por el siglo IV), sino la Veritas Hebraica, un texto anterior escrito en hebreo y griego; la polémica fue ardua con los teólogos, a pesar de que Nebrija había estudiado Teología, quienes entendieron ─como la Inquisición─ que el humanista pretendía enmendarle la plana al mismísimo espíritu santo.
Ante esta situación, Nebrija no claudica en sus presupuestos y decide abandonar un proyecto que no satisface sus necesidades de libertad de pensamiento y de libertad de expresión. Las suspicacias, formalizadas en procesos abiertos contra su persona por la Inquisición, acabarían cuando el Cardenal Cisneros se incorporó a la Inquisición. Nada podría parar la búsqueda de la verdad que movía al humanista; no importaba si los textos eran históricos, jurídicos, administrativos o sagrados; desde la gramática, Nebrija entraba en todos los ámbitos del conocimiento y buscaba tanto el rigor del saber como el respeto a las fuentes. El humanista, pues, se identifica con una actitud, que podemos corrobora en el caso de Nebrija, incluso, y como corresponde, hacia sus propias obras, para las que exigía revisión crítica y en cuyas ediciones se incluía su mirada crítica, acompañando hasta el proceso de impresión (Martín, 2019).
Facsímil del inicio de las Introductiones latinae en su primera edición de 1481. Biblioteca Digital Hispánica.
Su papel humanista, pues, sobre todo conllevó una manera de entender el conocimiento, la investigación y la docencia (una perspectiva crítica y acendradamente relacional ─la significación se adquiere de manera dinámica y contextual─). En este sentido, conviene recordar que sus famosas Introductiones latinae (1481), una gramática latina que se convirtió en un auténtico best-seller, bautizadas definitivamente como «El Antonio», se impusieron como manual indiscutible en las universidades para el estudio del latín; una obra que desbancó los presupuestos escolásticos de otros manuales de enseñanza del latín, trasnochados ante la visión crítica, dinámica y didáctica del humanista (Millán, 2022).
Sin embargo, el propio autor se hubiera mostrado muy disgustado al comprobar que su manual se impuso sin discusión, sin afán crítico ni impulsos de actualización, elementos imprescindibles para nuestro humanista, decidido a materializar su idea de que el conocimiento ─y el aprendizaje─ presenta una naturaleza dinámica proteica. Publicaciones de esta laya granjearon fama en vida a Antonio de Nebrija, quien pudo vivir desahogadamente (a pesar de que sus muchos hijos lo embarcaran en muchas ocasiones en proyectos ─también─ de escasa calidad, o un tanto apresurados ─recuérdese, en honor a la verdad─, que se sospecha que algunas obras firmadas por él, un nombre ya prestigioso, pudieron no deberse a su propio puño y de que pudo redactar anónimos de poca calidad) (Millán, 2022) (Gómez, 2022)
En este apartado panorámico general, cuya réplica lingüística refrendaremos enseguida, es importante reivindicar el trabajo humanista de Nebrija en esa apasionante tensión entre la admiración por los clásicos y la mirada a la antigüedad, por una parte, y la mirada hacia el futuro, con una concepción natural, espontánea de la lengua, espoleada por la sencillez y la simplificación renacentistas. Una mirada que tampoco se privó de reivindicar, en el campo tipográfico, la letra romana (en una expresión más de admiración hacia la cultura clásica) frente a la letra gótica ─de influencia francesa─, muy extendida durante toda la Edad Media y que ─quizá─ nuestro docto humanista asoció a los saberes escolásticos, combatidos desde el Humanismo; de ahí, Nebrija frente a los bárbaros, enjundiosa y erudita obra de Francisco Rico sobre la figura que nos ocupa (Rico, 1978). Con todo, no parece que se trate de identificar a los bárbaros, en general, con la Edad Media, sino con el escolasticismo acartonado y de escaso espíritu crítico. No en vano, la Edad Media también promovió espíritus críticos de inspiración humanista (piénsese en perfiles como el de Juan Ruiz, arcipreste de Hita) o en obras de transición como las coplas manriqueñas o La Celestina.
Portada de las Introductiones latinae, compendiose, cum commento en una edición de 1501, con tipografías de letra romana. Biblioteca Digital Hispánica.
Aunque los esfuerzos de Nebrija no se redujeron al campo lingüístico (se ocupó de la astronomía, de la filosofía, de la teología, de la historia, de la traducción, de la exégesis bíblica, de la edición, de la impresión, de la educación de los niños, de la oratoria, de la creación poética ─escasa y de poca importancia, en general─, incluso se desempeñó como cronista real), por razones obvias, le vamos a prestar especial atención aquí a este perfil, siquiera de manera sucinta y panorámica, al tiempo que nos circunscribimos ante todo a su asombrosa y deslumbrante Gramática sobre la lengua castellana (1492).
Antes de acometer hallazgos y legado de Nebrija respecto a su obra más conocida (no olvidemos que en la reciente caja de las letras que se ha reservado al recuerdo del gramático, la nº 1708, además de la tierra de las localidades más relacionadas con su figura «Nebrija (Sevilla) y Alcalá de Henares (Madrid)─, se ha introducido una segunda edición de la Gramática sobre la lengua castellana, obra con la que se identifica ─por antonomasia─ al autor), hay que recordar que, aunque pasa por ser el primer lexicógrafo, la Real Academia Española ha validado recientemente un diccionario dos años anterior al de Nebrija (1494-1495), con la autoría de Alfonso de Palencia. En todo caso, la obra de Nebrija, en cuanto a número de vocablos se refiere es mucho más ambiciosa y completa, y contribuye decididamente, en la misma medida, a la confección posterior de diccionarios.
A su vez, la Gramática sobre la lengua Castellana (1492) no solo es la primera gramática de nuestra lengua, sino la primera en toda Europa que se ocupa de una lengua romance. Por este motivo, entre otros que iremos desgranando, podemos considerarlo como el padre de la lingüística española. He aquí uno de los mayores aciertos del autor, incluso desde los ojos actuales, ya que constituye la necesidad de estudiar la gramática de la lengua propia, algo que se rechazaba entonces y que, todavía ahora, muchos siguen sosteniendo (piénsese en el retroceso que la nueva ley educativa plantea sobre los estudios gramaticales, en virtud de la discutible dicotomía de que lo importante es la lengua en uso, la lengua en acción, como si la gramática negase ese uso o no fuese esencial, siempre y cuando se orqueste con perspectivas sociopragmáticas, discursivas, estratégicas…); sin olvidar que el latín era una lengua de prestigio, susceptible de gramáticas (él mismo se dedicó a ello), pero no el castellano (al dedicarle una gramática, en verdad, la colocó a la altura de las lenguas prestigiadas). Ahora bien, hemos de admitir que la repercusión de la Gramática de Nebrija, que cohesionó el idioma y lo trasladó compacto al continente americano (aunque Nebrija no lo escribiera con esa intención, pues desconocía los acontecimientos venideros), ya que nos consta su extensión y uso en América, no tuvo el éxito que esperaríamos. De hecho, para su reedición habrá que esperar hasta mediados del siglo XVIII, en contraste evidente con su gramática latina («El Antonio»), que gozó de numerosas reediciones. Además, hay que constatar que no se escriben gramáticas castellanas hasta el s. XVII (la de Jiménez Patón y la de Correas, verbigracia).
No resulta sencillo delimitar la intencionalidad de una obra de esta naturaleza, sobre todo si consideramos su carácter pionero. Hay algunas intenciones obvias, como la de dignificar la lengua castellana y la de simplificarla (reduciendo su artificio), como había acontecido con el latín y el griego, para la propia supervivencia y buena salud. Por otra parte, esta obra muestra esa tensión entre la herencia grecolatina (el peso de las gramáticas latinas y griegas) y el espíritu renacentista, que supone la incorporación del saber popular como muestras de lengua (incluso con ejemplos inventados por el propio gramático). Pero quizá la intención más llamativa es la del didactismo; llama la atención comprobar cómo la terminología coadyuva a la transparencia, cómo las innovaciones que se incluyen pretenden siempre la comprensión (valga como ejemplo el hecho de referirse al tiempo futuro como venidero) (Esparza, 1995) ,
Prólogo de la célebre Gramática de Nebrija (1492) con dedicatoria a la reina Isabel la Católica (quien, en un principio, no mostró interés por la obra) e inclusión de su celebérrima cita: «siempre la lengua fue compañera del Imperio», en su contexto. Como curiosidad, hay que decir que esta letra es gótica, por lo que pertenece a la primera edición, pues las posteriores ─por las razones que se expresaron aquí─ se imprimieron en letra redonda. Con todo, las capitales de algunos ejemplares de la primera edición aparecían en rojo, aunque no en este perteneciente a la BNE y digitalizado en la Biblioteca Digital Hispánica.
La Biblioteca Digital Hispánica tiene disponible en línea el facsímil de la primera edición de 1492 de la Gramática sobre la lengua castellana de Nebrija, y de esa edición están extraídos los fragmentos incluidos a continuación.
Son muchos los elementos sorprendentes de la Gramática de Nebrija, habida cuenta de su actualidad tanto tiempo después. Entre ellos, merece la pena señalar tanto la lúcida concepción de la sintaxis, que él reduce a «aiuntar y concertar», de absoluta validez en nuestros días, o la concepción fundamental de la gramática, que tampoco presenta cambios con respecto a lo que expresase el de Lebrija:
Todo el negocio de la grammatica como arriba dix̃imos: o esta en cada una de las partes de la oracion: considerando dellas apartada mente: o esta en la orden & iuntura dellas
con lo que da cuenta de la gramática como ciencia que se ocupa tanto de las unidades lingüísticas como de las reglas para combinarlas; una división de tareas, una concepción dicotómica que prevalece en los enfoques gramaticales de la actualidad.
Otro de los extremos llamativos lo constituye el hecho de mostrar la norma de manera razonada y razonable, quizá detonada por el afán didáctico. He aquí otro de los hallazgos: se incluye un último capítulo, «Introducciones de la lengua castellana para los que de extraña lengua querrán deprender» que conforma una perspectiva novedosa en la enseñanza del español como lengua extranjera. A ellos, se suman la idea de facilitar el mejor conocimiento del latín a través del estudio gramatical del castellano o la encendida defensa de la ortografía fonética, que tan rupturista pudiera parecer hoy en día y que se remonta, nada más y nada menos, que a la primera gramática castellana:
Recitado por el autor del artículo.
que assi tenemos de escrivir como pronunciamos: & pronunciar como escrivimos: por que en otra manera en vano fueron halladas las letras.
Detalle del facsímil digital de la Gramática castellana (1492, Libro primero. Capítulo quinto), en Biblioteca Digital Hispánica.
La cita susodicha está extraída literalmente de la Gramática sobre la lengua castellana de Nebrija, sin embargo, en demostración de la radical necesidad del espíritu crítico y del prurito nebrijano en nuestros días, resulta frecuente encontrar otras palabras atribuidas al humanista:
Hay que escribir como se habla, y hablar como se escribe
un enunciado que no escribió nuestro humanista en castellano en la Gramática sobre la lengua castellana. De hecho, podemos encontrar en diversos medios la cita de estas palabras textuales en una lengua en la que no fue expresada, sin menciones a que se trata de un título y, muy a menudo, se citan palabras en castellano unidas a expresiones que pertenecen a obras distintas, o confundidas ─a modo de cita textual─ con paráfrasis del director de la comisión interadministartiva del V Centenario del fallecimiento de Antonio de Nebrija, Juan Gil:
Hay que escribir como se habla, y hablar como se escribe, convencido de que las letras se deben distinguir no por su escritura, sino por su sonido, afirmaba Nebrija [...]
(La Vanguardia, 8 de febrero de 2022)
Talento múltiple e inteligencia privilegiada, fue el primer gran humanista español en el sentido más amplio y noble del término. Cimentó la lengua castellana bajo el reinado de los Reyes Católicos, convencido de que «hay que escribir como se habla, y hablar como se escribe».
(Diario Hoy, de 8 de febrero de 2022)
[Entrecomillado como cita textual de Nebrija]
Cimentó la lengua castellana bajo el reinado de los Reyes Católicos, convencido de que «hay que escribir como se habla, y hablar como se escribe». A quinientos años de su muerte, la cultura hispana celebra su poliédrica figura y su vasta, pionera y rigurosa obra en un año Nebrija cargado de actos.
(Diario de Navarra, 9 de febrero de 2022)...
Conviene, pues, recordar que una de las grandes lecciones lebrijenses fue que la sabiduría lleva aparejada la expresión precisa y, por tanto, no aceptaría mezclar obras en una misma cita ni utilizar palabras textuales que ha repetido el académico Juan Gil de manera errónea; ya que el académico las ha empleado en ocasiones como paráfrasis, y a sabiendas de que se trataba de unas palabras que no aparecen en su Gramática sobre la lengua castellana de 1492, sino en su obra De vi ac potestate litterarum (1503), una obra escrita íntegramente en latín, en cuyo título del capítulo II se escribe literalmente:
ITA SCRIBENDUM ESSE VT LOQVIMUR ET LOQUENDVM VT SCRIBIMVS
(Nebrija, 1987: 38)
que podríamos traducir por
se debe escribir como se habla y se debe hablar como se escribe
(Nebrija, 1987: 81)
A estas palabras, remedo de lo ya expresado en la Gramática de 1492, escrita en castellano y expresado de otra manera ─aunque con similar espíritu─, se le añaden además enunciados que sí provienen de la Gramática, de manera que se mezcla el latín con el español sin percatarnos y, lo que resulta más preocupante, se identifican obras diferentes en una misma cita, como si se tratara de una sola. No le gustarían nada estos cruces e interferencias a un humanista que siempre escribía Aelius Antonius Nebrissensis cuando se expresaba en latín, y Antonio de Lebrixa cuando escribía en castellano; y que preconizaba el rigor en el manejo de las fuentes como un aspecto consustancial al conocimiento y a la sabiduría mismos, de suerte que no se aceptaban ni la mezcla de lenguas ni la paráfrasis por cita literal, y tampoco viceversa.
En la Gramática sobre la lengua castellana (1492), también resulta profundamente actual el hecho de admitir, incluso cuando se alejaba del modelo del latín, ciertas expresiones por su extensión de uso (una concepción moderna de la lengua, desde la que se considera que los verdaderos propietarios del idioma son los hablantes). Desde estas asunciones, de alguna manera, se viene a aceptar que la lengua se ve atravesada por la necesidad de cambio y, al mismo tiempo, el mantenimiento de ciertos rasgos.
En suma, una obra que no solo conforma el primer trabajo sobre la gramática castellana, sino el primero de las lenguas románicas o romances en Europa, por lo que supondrá ejemplo para las gramáticas europeas que recogeremos en el último apartado de este artículo, a modo de cierre.
Por otra parte, resulta ineludible recordar que este trabajo presenta también rasgos atribuibles a su tiempo, como ─por ejemplo─ la permanente mezcla de criterios semánticos, morfológicos y sintácticos en las explicaciones gramaticales, sin ningún tipo de miramiento (Quilis, 1990); o el hecho de que permanentemente se mencionen las «corrupciones» del latín que representa el español (hoy hablaríamos ─sencillamente─ de evolución).
Esta gramática se convierte en un testimonio fiel del denominado español preclásico, un estadio lingüístico que marcaba la transición desde el español medieval hasta el clásico, desarrollado ya durante los Siglos de Oro en España, que elevarían el uso del español a un momento culminante ─valga este aserto brevísimo, pues no es materia de este artículo el mostrar el estado preclásico de la lengua, un punto intermedio entre la fase antigua de estabilidad el español medieval, impulsada por los esfuerzos unificadores de Alfonso X El Sabio, y la de transformación que conlleva el español clásico (Esparza, 1995).
La estructura de la gramática demuestra, por una parte, su carácter sistemático (los cinco capítulos presentan un esquema de desenvolvimiento equiparable) y, por otra, su distribución temática actual, ya que parte de las unidades más sencillas a las más complejas (ortografía, prosodia, etimología ─se refiere a la morfología─, sintaxis e introducción para el aprendizaje del español como lengua extranjera). El prólogo antecede a estos cinco capítulos, y ─además de la cita célebre que encabeza este artículo─ incluye jugosísimas consideraciones, tal y como acontece siempre con los atrios nebrijanos. Así, aparecen reflexiones sobre la necesidad de la lengua para articular el poder y lograr avanzar (con el reconocimiento a los esfuerzos previos del rey Alfonso X):
Lo que diximos de la lengua ebraica griega & latina: podemos mui mas clara mente mostrar en la castellana: que tuvo su niñez en el tiempo de los juezes & Reies de castilla & de leon: & començo a mostrar sus fuerças en tiempos del mui esclarecido & digno de toda la eternidad el Rei don Alonso el sabio. Por cuio manda do se escrivieron las siete partidas. la general istoria. & fueron trasladados muchos libros del latin & aravigo en nuestra lengua castellana. La cual se estendio despues hasta aragon & navarra & de alli a italia siguiendo la compañia de los infantes que embiamos a imperar en aquellos Reinos. I assi crecio hasta la monarcħia & paz de que gozamos primera mente por la bondad & prouidencia diuina: despues por la industria trabajo & diligencia de vuestra real majestad.
También reflexiona sobre el valor de la lengua como elemento ínsitamente humano y de unificación, así como la íntima relación que se establece entre lengua y pensamiento:
Despues de los enemigos de nuestra fe vencidos por guerra & fuerça de armas: de donde los nuestros recebian tan tos daños: & temian mucħo maiores: despues de la justicia & essecucion de las leies […] no queda ia otra cosa sino que florezcan las artes dela paz. Entre las primeras es aquella que nos enseña la lengua: la cual nos aparta de todos los otros animales: & es propria del ombre: & en orden la primera despues de la contemplacion: que es oficio proprio del entendimiento
Sobre la necesidad de la normalización lingüística:
Esta hasta nuestra edad anduvo suelta & fuera de regla: & a esta causa a recebido en pocos siglos mucħas mudanças. por que si la queremos cotejar con la de oi a quinientos años: hallaremos tanta diferencia & diversidad: cuanta pue de ser maior entre dos lenguas.
Asimismo sobre el hecho de ofrecer lecturas de calidad, frente a las mentiras que disemina la ficción (en línea con las concepciones del Humanismo renacentista):
dar a los ombres de mi lengua obras en que mejor puedan emplear su ocio: que agora lo gastan leiendo novelas o istorias embueltas en mil mentiras & errores.
También sobre el impulso de promover una gramática castellana comparatista y didáctica (el conocimiento profundo de lengua castellana para aprender mejor el latín):
Recitado por el autor del artículo.
Por que despues que sintieren bien el arte del castellano: lo cual no sera mui dificile por que es sobre la lengua que ia ellos sienten: cuando passaren al latin no avra cosa tan escura: que no se les haga mui ligera: maior mente entreveniendo aquel arte dela gramatica que me mandó hazer vuestra alteza contraponiendo linea por linea el romance al latin. Por la cual forma de enseñar no seria maravilla saber la gramatica latina no digo io en pocos meses: mas aun en pocos dias. & mucħo mejor que hasta aqui se deprendia en mucħos años.
O el considerar la lengua como un instrumento para la dominación, cuando se dirige a la propia Isabel la Católica para esgrimir la novedad de su intento mientras defiende la confrontación con los preceptos escolásticos, representantes de los bárbaros:
Que despues que vuestra alteza metiesse debaxo de su iugo muchos pueblos barbaros & naciones de peregrinas lenguas: & con el vencimiento aquellos ternian necessidad de recebir las leies: quel vencedor pone al vencido & con ellas nuestra lengua”; y, en cuanto a la novedad de la obra y a la lengua como poder, reza la gramática: “sacar la novedad desta mi obra dela sombra & tinieblas escolasticas a la luz de vuestra corte: a ninguno mas justa mente pude consagrar este mi trabajo: que a aquella: en cuia mano & poder no menos esta el momento dela lengua: que el arbitrio de to das nuestras cosas.
En la primera parte, de la ortografía, además de plantear aproximaciones al término gramática, aborda la estructura general de la obra y se ocupa de la definición de la ortografía, de la letra como su unidad de estudio y de la vinculación estrecha de esta al sonido.
La necesidad de la letra resulta estremecedora:
La causa dela inuencion delas letras primera mente fue para nuestra memoria: & despues para que por ellas pudiessemos hablar con los abseutes & los que estan por venir.
así como su esencia fonética:
de manera que no es otra cosa la letra: sino figura por la cual se representa la boz. ni la boz es otra cosa sino el aire que respiramos espessado enlos pulmones.
Seguidamente, se ocupa con detalle primero de las letras en latín, sin olvidar su relación con las griegas y, después, de las letras en lengua castellana, desde su condición sonora, exclusivamente. En este sentido, llama la atención la reflexión sobre el sonido de la ‘h’, entonces de realización aspirada:
La .h. no sirve por si en nuestra lengua: mas usamos della para tal sonido cual pronunciamos enlas primeras letras destas diciones. hago. hecho: la cual letra aunque enel latin no tenga fuerça de letra: es cierto que como nos otros la pronunciamos hiriendo enla garganta: se puede contar enel numero delas letras.
La apuesta de Nebrija no deja lugar a dudas: la regularización, es decir, la correspondencia de una letra con un sonido, y viceversa. Además, da cuenta de evoluciones del castellano desde el latín que documenta con ejemplos concretos (sirvan como ejemplos la sonorización intervocálica de consonantes sordas ─«de latin en romance ficus higo»─ o la monoptongación ─«de latin en romance como de maurus moro. de taurus toro»─).
El capítulo de la prosodia, a su vez, nos revela a un auténtico pionero de los estudios fonéticos, con la fantástica inclusión de la literatura en el estudio gramatical:
Esta es arte para alçar & abaxar cada una delas silabas delas diciones o partes dela oracion. A esta se reduze esso mesmo el arte de contar pesar & medir los pies delos versos & coplas,
y con la delimitación de la unidad fundamental: la sílaba.
Aunque es una fonética que insiste sobremanera en los puntos de articulación (labial, dental, dentopalatal y velar) y olvida tanto los modos de articulación (y, por tanto, las maneras de expulsar el aire al proferir sonidos), como la condición sonora o sorda de los sonidos en virtud de las cuerdas vocales o la distinción entre cavidad oral o nasal ─desde un punto de vista de la fonética descriptiva─, añade definiciones que implican al lector y que generan entusiasmo por sus connotaciones, además de mostrar tendencias de su tiempo de las que resultaba muy difícil escapar:
las bozes significan como dize aristoteles los pensamientos que tenemos enel anima.
La parte de la etimología podría confundirnos si consideramos su significación actual (el estudio acerca del origen de las palabras), ya que en la gramática se asocian a la dicción y se plantea como unidad de estudio la palabra; por tanto, nos las habríamos con lo que hoy denominamos morfología, por ende, con el estudio de las categorías gramaticales:
Assique seran por todas diez partes dela oracion Enel castellano. Nombre. pronombre. articulo. verbo. participio. gerundio. nombre participial infinito. preposicion. adverbio. conjuncion.
Una clasificación muy semejante a la actual, a pesar de los más de cinco siglos de distancia. Para su tiempo, resulta especialmente innovador el hecho de que discrimine los artículos de los nombres como categorías diferentes, ya que aparecen unidas, sin que podamos pedirle la distinción entre nombres y adjetivos, ya que se consideran nombres sustantivos y nombres adjetivos como subclases de una misma categoría ─incluso─, se aborda la diferencia entre nombres concretos y abstractos, a través de esta expresión llena de sustancia:
Nombre es una delas diez partes dela ora-cion: que se declina por casos sin tiempos: & significa cuerpo o cosa. Digo cuerpo como ombre. piedra. arbol. Digo cosa como dios. anima. gramatica.
Tampoco tiene desperdicio el análisis del tiempo y de su transformación desde los casos del latín a las conjugaciones (tiempo, aspecto…).
Seguidamente, se ocupa de la sintaxis, en el que se establece una asociación directa entre lo morfológico y lo sintáctico:
En el libro passado dix̃imos apartada men te de cada una delas diez partes dela oracion. agora eneste libro cuarto diremos como es tas diez partes se an de aiuntar & concertar entre si.
Se ocupa, pues, de la «concordia & concierto» entre las diferentes clases de palabras en segmentos más complejos (bien sean sintagmas, frases u oraciones).
Por último, en el libro de la enseñanza del español para extranjeros, nos encontramos con explicaciones de uso de plena vigencia como la siguiente:
El imperativo no tiene primera persona del singular. & forma la segunda persona del presen-te del singular quitando la .s. final dela segun da persona del singular del presente del indicativo. como de amas ama. de lees lee. de oies oie. Pero algunos verbos hazen cortamiento & apocopa del fin. como estos. pongo pones pon por pone. hago hazes haz por haze. tengo tienes ten por tiene. valgo vales val por vales. digo dizes di por dize. salgo sales sal por sale. vengo vienes ven por viene,
al ocuparse incluso de las formaciones irregulares, o al dar cuenta de la construcción del imperativo en la segunda persona o en el origen de formas utilizadas hoy en algunas variedades del español de América (voseo):
Las segundas personas del plural forman se mudando la .r. final del infinitivo en .d. como de amar amad. de leer leed. de oir oid. Mas algunas vezes hazemos cortamiento de aquella .d. diziendo amá. leé. oí.
Indiscutiblemente, la figura de Antonio de Nebrija merece una mejor y mayor atención, tanto por su condición humanista como por su naturaleza visionaria en las cuestiones lingüísticas. La perspectiva que dinamiza ante el saber (el espíritu crítico, la búsqueda permanente de la verdad en el manejo riguroso de las fuentes, la asunción del saber acumulado y la necesidad de proyectarlo hacia nuevas interpretaciones, la apuesta por la significación relacional y contextual, la reflexión ante la propia lengua ─latina y castellana─ como magma inconfundible del propio pensamiento) lo convierten en una figura imprescindible en nuestros días, y de obligada reivindicación y visita rigurosas.
Claramente, representa el espíritu erasmista, antes del propio Erasmo:
… en su defensa de la libertad de expresión y de conciencia, la Apología nebrisense debería ocupar un puesto de honor en toda la historia europea de mentalidades; desde una perspectiva biográfica, la redacción de la Apología es uno de los gestos que justifica una vida.
(Martín, 2014: 520)
Así como la pasión por el conocimiento y el deseo de formarse personal y profesionalmente en la Universidad (reclama la figura del docente investigador cuyo perfil deberían dibujar nuestras universidades actuales); presenta humor fino, una seguridad en sí mismo y una lucha contra los fanatismos imprescindible siempre. Del mismo modo, la búsqueda de la verdad a través del conocimiento que impulsa prefigura un movimiento preilustrado madrugador del siglo XVIII, que pretenderá la recuperación del ansia filológica (tal y como atestigua, por ejemplo, la creación de Real Academia Española, o la confección del Diccionario de Autoridades, primer esfuerzo académico lexicográfico).
Asimismo, la incrustación de Antonio de Nebrija en su contexto histórico y cultural podría arrojar la concepción de una Edad Media mucho más compleja y poliédrica de lo que parece, marcada por un afán didáctico y una mirada a los clásicos que bien podrán propiciar el advenimiento del Humanismo; no en vano, Nebrija es el vestíbulo del erasmismo y de la figura del intelectual moderno, en su decidida defensa del espíritu crítico y de la Libertad de pensamiento, a la que no renunció nunca.
En cuanto a su conspicua labor lingüística, resulta vital recordar que sus trabajos sientan las bases de los actuales en los principales ámbitos: gramática, ortografía, prosodia, morfología y sintaxis; pero, además, obras como la Gramática sobre la lengua castellana (1492) serán modelos para las publicaciones de la misma índole en Europa: en el año 1529, para la gramática italiana de Trissino; en 1536, para la portuguesa de Fernando de Oliveira, y en 1550, para la francesa de Louis Meigret.
Aunque no sea el primer lexicógrafo español, estableció un nuevo estándar con su vocabulario latino-español con más de treinta mil entradas (una inspiración única para quehaceres como el de María Moliner), y su labor lingüística significó un esfuerzo normalizador (de fijeza y enseñanza) único para la llegada del español a América y para la preparación de la lengua hacia la Edad de Oro de nuestra literatura, confiriéndole a la lengua tanto el prestigio como la universalidad.
Un ejemplar original de la Gramática castellana (1492) se puede admirar en la exposición Incunábula. 550 años de la imprenta en España, en la Biblioteca Nacional, que es el digitalizado en BDH.
ORTIZ AGUIRRE, Enrique (2022). «Elio, un hombre para la eternidad: una estrella más en la noche medieval. Hallazgos y legado lingüístico de un humanista para la lengua española». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año IX. N.º 12. ISSN 2341-1643
URI: http://letra15.es/L15-12/L15-12-11-Enrique.Ortiz.Aguirre-Elio,un.hombre.para.la.eternidad.html
Recibido: 1 de junio 2022.
Aceptado: 19 de junio de 2022.