Sección CARPE VERBA
Rafael Soler
El autor (Valencia, 1947) ha publicado seis libros de poesía: Los sitios interiores (1980, accésit del Premio Juan Ramón Jiménez), Maneras de volver (2009), Las cartas que debía (2011), Ácido almíbar (2014, Premio de la Crítica Literaria Valenciana), No eres nadie hasta que te disparan (2016) y Las razones del hombre delgado (2021), así como las antologías La vida en un puño (2012) y Leer después de quemar (2018). Vivir es un asunto personal (2021) recoge su obra completa. Autor también de seis novelas y dos libros de relatos. Ha sido invitado a leer sus poemas en más de quince países, y libros suyos han sido publicados en Hungría, Japón, Italia, Estados Unidos, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Honduras y Perú.
Recitario APE Quevedo 333. Recitados por el autor. OJO
Vamos al Sena decidiste
sin apretar la boca
y yo acepté
pues siempre fuimos dos y somos uno
de camino
un antipático taxista
nos dio la noticia en pésimo francés
flotando indiferentes a la lluvia
dos jóvenes de edades parecidas a las nuestras
alcanzaban la rive gauche de madrugada
ella lucía el collar que te compré
en el duty free del aeropuerto
y pálido también en su abandono
él llevaba mis zapatos de tafilete oscuro
todo callaron cuando un bombero anónimo
encomendó sus cuerpos
con la urgencia eficaz del funcionario
ahogados de la mano
ajenos al desvarío azul de las sirenas
nuestros labios compartían un único deseo
que nadie supo descifrar
pero esa es otra historia
que segó mi descuido y tu pistola.
Recuerdo los alfanjes canela de tus manos
allí donde el talle era primero
acuérdate
traías ceñido el cinturón presta la boca
y escueto prometiste faltar a tus promesas
acuérdate
cinco de agosto
los ojos de un cangrejo vigilando
el ancho mar de Rilke
por recordar recuerdo
las nueve estrellas lácteas
el día en que bailaron
desnudas conmigo entre las cañas
y te recuerdo hermoso
por limpio la escalera de tus dientes
por ancho tú como un tanzano antiguo
y me recuerdo hermosa
y me recuerdo hermosa
recuérdame te pido qué pasó luego
si por luego entendemos nuestro ahora.
Establezcamos antes
un protocolo que nos guíe
conciso en sus órdenes precisas
algo así como
prohibido mencionar el corazón
nada de excusas
beber pausadamente en cada pausa
un manual sencillo de combate que defina
quién habla primero
el turno de preguntas
por qué están prohibidas las pistolas
hay charlas que duran un suspiro
suspiros que valen una vida
vidas a punto de empezar
cuando terminan
lo nuestro es diferente
bien lo sabes
alguna discusión pelillos a la mar
el conato de una bronca quién lo diría
aquel silencio que nos duró tres meses
ancho como las espaldas de tu padre
turbio como el mío
pero volvamos al asunto central de este poema
un protocolo te decía
manual de combate si prefieres
cualquier ordenada estratagema que establezca
un final a cuatro manos con las mías
ropero bidón y gasolina
para pasar a fuego amor mío
nuestra vida.
Por residencia un capazo
por futuro las ruedas del triciclo
de siesta en siesta
el vuelo de una mosca
toca mi madre
la mano que ahora ofrezco
y es ella la que dice
que nunca morirá
gota candela y delantal
cuando abro los ojos
al fondo de la cuna
y no está.
Atento a sus cachorros numerados
padre hablaba de lacónicos sucesos
la caída del dólar por ejemplo
y el enigma pendiente de la luna de Mercurio
más alta que nosotros en su tristeza crónica
escanciando con vino y gaseosa
noticias prescindibles
apocalípticos desmanes de la fiebre
la aflicción que causa siempre lo perdido
escuchaba el reloj con su campana
escuchaba madre en la sopera
escuchaba el hule bajo el lino
a tenedor alzado
enumeraba las bondades del potasio
el pasado sustantivo de las truchas
los cinco punto cardinales que nacían en el sur
y su papada arzobispal
su labio de acero clausurado
marcaban para todos la distancia
camaradas de andén
pintábamos entonces de vainilla
la pregunta que nunca hicimos entre todos
por si acaso
discutía el reloj con su campana
suspiraba madre en la sopera
nuestra voz bien tapada con el hule bajo el lino.